Génova cierra la puerta a Vox. Cansados del tira y afloja emprendido por los ultras en Madrid, los populares han querido dejar claro que los concejales de área serán repartidos, exclusivamente, entre PP y Ciudadanos. Así las cosas, los azules se alejan de la petición de Vox, enquistan aún más la relación y se ponen del lado de Ciudadanos, tajante a la hora de ceder estos puestos a la extrema derecha.

Este miércoles, el presidente de Vox, Santiago Abascal, ha insistido en que su acuerdo con el PP para la constitución de los ejecutivos locales incluye la entrada de su partido en concejalías de gobierno. "Pone concejalías de gobierno", ha asegurado, para añadir que si los azules incumplen el documento firmado, tendrán que valorar qué decisión toman como respuesta.

El oscurantismo que envuelve los encuentros que se suceden entre los bloques dificulta sobremanera conocer los ánimos individuales de cada una de las tres derechas. Por el momento, Rocío Monasterio pide “socios fiables que cumplan lo prometido”, Villacís advierte de que el equipo “está cerrado” ya que ella mismo se encargo de redactar la cláusula, Almeida alega que el PP cumple sus promesas y Génova suspira para salvar una encrucijada sin parangón.

Los de Casado han ejercido como nexo entre las partes. En paralelo, dibujaron un mapa común en busca de investir a su candidato como regidor municipal de la capital. Conseguido el objetivo, ahora salta por los aires la estrategia adoptada: mientras con Ciudadanos se firmaba exclusividad, la puerta se abría al equipo de Javier Ortega Smith. 

Mentiras para Abascal, medias verdades para el PP. Sin saber en qué términos se expresaron los plenipotenciarios enviados para negociar, una cosa queda clara: Vox pagó la novatada y el núcleo fuerte de los azules, en un ejercicio de prognosis, prometió el cielo para conseguir el objetivo. Ahora los quieren reducir a las juntas de distrito, nada desdeñables cuantitativamente, tal y como hemos informado en ElPlural.com.

Aun así, Vox guarda la última bala. Isabel Díaz Ayuso lo sabe, aunque en todo momento se ha expresado en términos tranquilos, sabedora de que tensar la cuerda y forzar nuevas elecciones no vendría bien a una extrema derecha tocada por los comicios.