Si pensamos en Alberto Ruiz-Gallardón son muchas las polémicas, decisiones y proyectos que nos vienen a la cabeza. Como ministro de Justicia, sin duda su labor más criticada fue la defensa a ultranza de su personal proyecto de reforma de la ley del Aborto. Como miembro del PP jugó a acuñar una apariencia de progresista para finalmente dar su cara más conservadora.

Pero sin duda, si Gallardón debe pasar a la historia lo hará por su etapa como alcalde de Madrid y será siempre recordado como el ‘alcalde faraón’. El enemigo por excelencia de Esperanza Aguirre llegó a la Comunidad de Madrid en 1995 para, ocho años después, convertirse en el alcalde de la capital: primero en 2003 y posteriormente en 2007 donde consolidó su mandato con una mayoría absoluta.

Pero el apodo de ‘El faraón’ no le viene por haber mandado por encima de sus ciudadanos, como en el antiguo Egipto, sino por empeñarse en llevar a cabo obras megalíticas, llenar Madrid de vallas y excavadoras sin importar la deuda que dejaba detrás de cada nueva zanja y obra abierta. Sin olvidar su empeño en hacer a la capital ciudad olímpica.

Y es que, por sus mandatos, Madrid se convirtió en la ciudad con el Ayuntamiento más endeudado de todo el país. En 2011, ocho años después de llegar al Consistorio, la deuda suponía el 158% de sus ingresos. Es más, entre el año 2002 y el 2012, la deuda subió de 1.000 millones de euros a 7.732 millones.

Pero vayamos por partes o, mejor dicho, por proyectos de este faraón contemporáneo para entender unas cifras que hablan de despilfarro y perfilan a un alcalde sibarita. Porque en la lista también hay que sumar sobrecostes y acusaciones de malversación de caudales públicos.