El teatro del Ateneo de Madrid se quedó pequeño. Abajo, arriba, en la parte central, todos los espacios del amplio y lujoso teatro se llenó para asistir a un muy interesante debate y fin del ciclo “El fin de ETA”. Un ciclo que comenzó el 16 de abril y que ha tenido su broche de oro con el debate final entre la escritora y consultora independiente para Conciliation Resources, la británica residente en EE.UU., Teresa Whitfield y el expresidente de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

Tocaba hablar del fin de ETA, de negociaciones para el cierre de conflictos y de paz, sobre todo de paz y cómo se alcanzó en España y debe de buscarse en otros países. Ello, en un momento en que los ponentes coincidieron que eran “malos” para la paz. Malos por la guerra de Ucrania, el genocidio en Gaza, otros conflictos regionales en Asia o África y el ascenso de la ultraderecha, con especial incidencia en Europa. Putin o Trump como amenazas, surgieron en la conversación a dos que mantuvieron sumamente atentos al numeroso público asistente.

Zapatero comenzó su intervención reconociendo su profundo sentimiento de preocupación por los tiempos convulsos que se viven actualmente, los peores de la II Guerra Mundial. “Percibo debilidad en el movimiento pacifista; percibo debilidad en los gobiernos europeos y en la propia sociedad civil”. Entendiendo que desde Europa y desde la propia reacción de su ciudadanía, se puede aportar mucho en la solución de conflictos, guerras y escenarios de violencia en el mundo, ve como “una ventana de esperanza” que el movimiento universitario español haya comenzado a movilizarse contra la cruel agresión del Gobierno de Israel a Palestina.

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Explicó numerosos detalles de las negociaciones y acciones que lograron el fin de ETA. Muchas de las afirmaciones en ese sentido, fueron corroboradas por Teresa Whitfield, que al igual que el expresidente, destacó que a diferencia de otros “terrorismos”, la banda vasca asesinó personas de distintas ideologías, de izquierdas y de derechas. Whitfield quiso destacar la importancia que en todo el complejo proceso de negociaciones y reuniones con ETA, tuvo la figura del ex presidente del PSE-PSOE, Jesús Eguiguren, “no totalmente reconocido hasta ahora”. Zapatero coincidió en la relevancia de la labor del socialista guipuzcoano, pero también subrayó, aunque no fuera popular decirlo, el papel que jugó Arnaldo Otegi y la propia organización Herri Batasuna, pues al final, el cese de la violencia etarra surge, entre otras razones, “de un profundo debate interno de ETA y su mundo”. En este punto, recomendó leer la declaración de Otegi en el décimo aniversario. Prevé que en el futuro las palabras del mundo abertzale contra la lucha armada que sufrió el País Vasco, serán más contundentes, más de rechazo. Auguró que “no tardará mucho en llegar ese momento… pero todo necesita su tiempo de reflexión”.

Quiso Rodríguez Zapatero recordar la meritoria labor en favor de la finalización del terrorismo de países como Suiza, Noruega y Suiza en Europa. También de Colombia, Venezuela y Cuba en Latinoamérica. Para Zapatero, Francia también ayudó en una parte muy difícil del proceso y no pasó por alto, a pesar de sus diferencias por la Guerra de Irak, el trabajo de Tony Blair que “ayudó mucho” que colaboró para que el Sin Feinn y el IRA pudieran gestionar encuentros con la organización terrorista vasca, que supusieron avances importantes en la negociación. Zapatero dijo recordar cómo ha pasado horas por valles franceses y montes suizos. Teresa Whitfield valoró como muy relevante y útil, ante el asentimiento de Zapatero, la movilización de la sociedad civil y de organizaciones como Elkarri y Gesto por la Paz. Tampoco olvidó el ex líder del PSOE, reconocer la gran labor en todo este proceso del PNV del ex lendakari de Íñigo Urkullu y de Josu Jon Imaz.

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Dos personas fundamentales en el proceso de la que no podía decir sus nombres

Una interrogante dejó flotando en el espacio del teatro. Fue su confesión de que hubo dos personas concretas, anónimas y ahora mayores, “dos ángeles en el anonimato” que fueron fundamentales en el éxito de la paz. Dijo que no podría, por ahora, dar sus nombres, que los sigue viendo, que les da sus homenajes particulares, y que tal vez, en el final de su vida, se plantee desvelarlo, aunque no lo sabía seguro si, finalmente, lo descubriría.

Tanto Whitfield como el expresidente coincidieron en que continuar las conversaciones con ETA, fue muy difícil de explicar tras los atentados de la T4 en Barajas el 30 de diciembre de 2006. Zapatero cree que este atentado supuso un antes y un después en la lucha contra ETA. En un proceso de conversaciones para la solución de un conflicto armado o una guerra, “la transparencia no se puede respetar, la discreción y, también el arrojo, deben de estar por encima de esos principios democráticos de información”, aseveró el socialista.

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Finalizó el debate con un llamamiento al unísono de la consultora británica y del ex presidente, al diálogo a la palabra como único camino hacia la paz, algo que hicieron extensible tanto a la Guerra de Ucrania como al conflicto en Gaza. “Hay que hablar, hay que hablar, si no, no habrá solución. En Palestina la única solución será un acuerdo político. Hay que hablar con Hamás”. La guerra no es la solución: “Cada niño palestino que queda huérfano, será un integrante de Hamás en el futuro”.

Sobre su labor de mediación en Venezuela, país al que ha viajado 58 veces ya desde 2015, dijo que la paz también llegará, pero que hay que sentarse a hablar. “Estuve cuando aquella jornada tan peligrosa donde murieron cien venezolanos, y yo estuve en peligro, al lado reuniéndome para la paz”. “Hay quien tiene la tendencia a hablar si conocer el fondo”. De ahí las críticas a su labor en el país caribeño pero que “le da igual”.

La paz como objetivo, ¿puede haber un objetivo más noble de la política. Paz y palabra, paz y hablar, paz y reuniones. Eso fue lo que flotó en un teatro abarrotado en una noche memorable del Ateneo de Madrid.