Lucho, el falso asturiano afincado en Ferraz, ha sido uno de los temas candentes de la semana. Te contamos toda la verdad del acosador de Sánchez en Oviedo.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se encontraba este lunes en Oviedo, visitando las instalaciones el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) y realizando un importante anuncio en materia sanitaria, cuando fue víctima de los improperios homófobos de un exaltado allí presente. Escasas horas después, el conocido ultraderchista llegaba a la sede del PSOE en Madrid, donde era recibido entre vítores y banderas franquistas por los de su calaña. Ni asturiano, ni preocupado por su región, tan solo un extremista que viajó más de 400 kilómetros para decirle a Sánchez que tiene “el culo roto”.

Lucho es el sobrenombre por el que se conoce al personaje que, pocas horas después de su hazaña sin parangón, confesaba su modus operandi a las puertas de Ferraz. “Cuando sale a la calle a actos públicos se le puede increpar desde muy cerca”, explicaba. “Lo intenté en IFEMA (Madrid) y salió muy bien, pero en los premios Goya de Valladolid se me coló por otra parte y no le pude replicar”, lamentaba ante la genial maniobra de los servicios de seguridad del presidente, no sin reconocer que esta vez “ha tenido suerte”.

Del presidente de Asturias, Adrián Barbón, que acompañaba a Sánchez, no se sabía ni el nombre, pero eso no era importante para su objetivo. “El puto gordo”, le aclara uno de sus acompañantes para que reconozca al mandatario autonómico. Los servicios secretos podrán actuar ya ahora que tienen un vídeo en el que el protagonista revela sus estrategias y que se cierra con una petición de otro de los presentes, preocupado por “dónde está la droga de Marruecos”, dado que “se la guardan toda para ellos” y él quiere un poco.

Llegada entre vítores y reacciones  

“Aquí tenemos al que ya no es el héroe de Ferraz, sino de Asturias. Por todos los lados va defendiendo a España y atacando a este Gobierno mafioso”, recibían las masas (20 personas) a su héroe. Un tímido aplauso después, la muchedumbre comenzaba a entonar, como si de una parroquia en domingo se tratase, el eslogan que ha hecho famoso al bueno de Lucho: “por siete votos tienes el culo roto”. Tiempo libre y algarabía, los pilares de los portadores de banderas con el aguilucho.

Las reacciones de autoridades políticas no han tardado en llegar y la más destacada ha sido la del líder del Principado de Asturias, increpado en uno de los documentos gráficos. “Ya me parecía a mí que asturiano no era”, ha escrito en sus redes sociales Barbón, fingiendo sorprenderse por la noticia. “Los asturianos y asturianas, da igual la ideología, somos gente educada. Decimos lo que pensamos, con claridad y de forma directa, pero siempre con educación y respeto”, ha culminado su exposición en defensa de los ciudadanos de su tierra, que han amanecido un poco más tranquilos al poder renegar del susodicho.  

Otra de las reacciones ha llegado directamente desde Ferraz, concretamente desde la dirección de comunicación. “No, que no era de Oviedo. Es de la cofradía del rosario y la bandera del pollo que tenemos todos los días al lado de Ferraz”, ha explicado Ion Antolín. Eso sí, el director ha querido despejar toda duda aclarando que Lucho es “un demócrata, y “un poeta en ciernes”. “Quiere ser Pemán, o dirigir Raza II. Lo que le dejen”, ha zanjado su presentación del personaje.

Hay que tomárselo con humor

Antolín y Barbón han decidido tomarse una nueva muestra de la extrema derecha con humor, quizá por lo caricaturesco de la situación. El presidente del Gobierno hizo lo propio en Oviedo, en el interior del propio hospital donde anunciaba una ampliación de la cartera de cribado neonatal. “Bueno, ya te hemos escuchado, ahora déjanos hablar al resto”, pronunciaba Sánchez con una sonrisa de oreja a oreja, perplejo por la cantinela incesante del gritón. El líder socialista va teniendo tablas y en apenas una semana ha enfrentado dos situaciones similares.

“Perro”, “fuera”, “vete ya”, le gritaron unos albañiles tan solo siete días antes en Dos Hermanas (Sevilla), donde se encontraba para inaugurar una promoción de viviendas sociales que no debieron de gustar a los obreros. “Bueno, escuchadme que tengo cosas que decir”, replicó en aquel momento el presidente del Ejecutivo, fórmula que ha replicado casi al milímetro a 800 kilómetros de distancia. María Jesús Montero, vicepresidenta y ministra de Hacienda, también lo sufrió en sus carnes en la feria de Sevilla y la reacción fue una sonrisa. Ante la falta de debate y el insulto fácil, la estrategia parece clara y el humor es un abordaje más para evitar rebajarse. “Dientes, dientes, que es lo que les jode”, diría la Pantoja.