Cospedal, Aznar, Krauze y Botella durante la entrega del premio 'de la Libertad'/ Foto FAES



Parapetarse en el nacionalismo o en presuntos extremismos constituye un clásico de la derecha española ante su propio espejo, pero hay días en que la mínima prudencia obligaría a saltarse el guión. No ha sido el caso de José María Aznar, que ha entregado el "V Premio FAES de la Libertad" al historiador Enrique Krauze mientras en la Audiencia Nacional estaban llamados a declarar como imputados por el escándalo de las tarjetas 'black' de Caja Madrid tanto Miguel Blesa como Rodrigo Rato, los presidentes de la entidad antes de su rescate. A uno lo puso al frente de la caja madrileña y al otro de la economía nacional en los tiempos del supuesto 'milagro' económico español. Ahora sabemos que ese crecimiento fue una burbuja a crédito y que toca pagarlo a nuestros acreedores internacionales.

"Nuevos totalitarismos de soluciones mágicas"
Pero en el discurso de entrega del premio, Aznar no se ha detenido en ese tipo de cuestiones y ha hecho una encendida defensa de la transición y del modelo de país en el que la autocrítica ha brillado por su ambigüedad. El expresidente ha reivindicado que "comparado con la España de los años setenta, hemos hecho un país sencillamente extraordinario" y "sí, hemos cometido errores" ya que "la perfección, al perecer, solo está al alcance de los nuevos totalitarismos de soluciones mágicas, infalibles y además gratuitas".

Se desvincula de la creación de nacionalistas y populistas
"La democracia española de 1978 sólo ha decepcionado a los que nunca quisieron su éxito", ha expuesto Aznar, para quien el riesgo está en medio del descrédito institucional y de "un cambio de paradigma económico y social lleno de lógicas incertidumbres, el nacionalismo y el populismo –ellos son quienes fabrican nacionalistas y populistas, no quienes los resistimos‐ emergen para ofrecer recetas que son hoy tan falsas como lo fueron en el pasado" así como "igualmente destructivas".

Denuncia los "réditos políticos a costa de la frustración"
"La corrupción económica e institucional es una amenaza verdaderamente existencial para la democracia. Pero no lo es menos la corrupción de la política, la de quienes malversan las inquietudes de los ciudadanos, la indignación y el desafecto, para conseguir réditos partidistas a costa de la frustración", ha dicho Aznar, quien alentó descaradamente la crisis para que el PP retomara el poder.

El presidente de la fundación ideológica del PP ha repetido que está alejado de la política y ha apelado a la responsabilidad en estos momentos para alertar de que no se puede "ignorar" el problema político del nacionalismo, que "en vez de convivir bajo el techo común de la Constitución, ha optado por la confrontación y la ruptura".