La moción de censura ha tenido una utilidad, aunque no la esperada por el partido firmante. El "distópico" apocalipsis económico esbozado por Vox se ha diluido entre el mutismo de Alberto Núñez Feijóo, pero también entre la proyección presidencialista de Yolanda Díaz. Esperó la pelota servida por Pedro Sánchez, aprovechó el bote y remató a bocajarro. Su intervención no sólo trató la herida aún supurante del 'sólo si es sí' en la coalición, también proporcionó el impulso necesario antes del lanzamiento oficial de Sumar. La plataforma de Díaz verá la luz el próximo 2 de abril en medio de un debate del que Podemos, aún con motor Iglesias, empieza a descabalgarse. Prueba de ello, la presión constante que ejerce la corte del aún plenipotenciario mesías morado.

Ocurrió en la primera sesión de debate de la moción de censura, tras los dimes y diretes del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con el candidato propuesto por Vox, Ramón Tamames. Emergió la figura de Yolanda Díaz. La vicepresidenta segunda del Gobierno desfiló hasta la tribuna, engalanada con un manto de “presidencialismo”, dispuesta a deshacer los tensionados nudos que maniataban a la coalición desde hace semanas. Mencionó y ensalzó el trabajo desde el primero al último miembro del Gabinete. Sin distinciones ni excepciones. Sanó las heridas y proyectó la “fortaleza” de un Ejecutivo ensordecido por el exceso de decibelios.

Alrededor de 60 minutos de alocución para destacar el esfuerzo de un Consejo de Ministros volcado desde el segundo uno en “ensanchar” derechos, algunos relegados a las profundidades de la Constitución Española. La vicepresidenta segunda desplegó el martes una andanada de datos anclados a las mejoras sociales logradas durante los más de tres años de legislatura de una coalición que languidecía en su propio éxito. Como colofón, una promesa encapsulada en una píldora electoral: “Más derechos, más izquierda, un país a favor y adelante”.

Díaz insufló aire a la coalición. Los cantos de esperanza obtuvieron una respuesta cuasi unánime, levantando al Ejecutivo de los sillones azules, roto en aplausos y contagiando a un PSOE que se frotaba las manos entre palmada y palmada. Sin embargo, la tónica negativa descansa ahí precisamente; en el casi. Los dos socios de Gobierno no mostraron la misma actitud ni durante el discurso ni a posteriori.  El peligroso sendero por el que transitan Díaz y Podemos amenaza con teñir de negro el universo multicolor escenificado por la gallega junto a Sánchez.

Descuadre morado…

El lenguaje no verbal auguraba que no todo iba sobre ruedas. Las tiranteces entre Díaz y un Podemos aún con motor Pablo Iglesias no cesan. De ahí, que ni tan siquiera cuando la vicepresidenta segunda mencionó el nombre de la ministra de Igualdad, Irene Montero, ésta hiciera el más mínimo ademán de devolver el elogio. Ni un aplauso. Rictus petrificado, que ofrece más explicaciones que las que intenta ocultar. Las espadas están en todo lo alto, máxime cuando el proyecto de la ministra de Trabajo coge fuerza con la complicidad del PSOE y en un escenario como el Congreso de los Diputados.

La concatenación de sucesos no ayuda a rebajar el recelo entre las huestes moradas, espoleadas por el que en tiempos fue su comandante en jefe desde la trinchera mediática. Sus sucesoras replican el mensaje en público a Díaz: acuerdo, pero hay que celebrar primarias. Montero replicó la píldora en los pasillos del Congreso de los Diputados antes de la segunda jornada de moción. “Ya hemos dicho lo que hemos propuesto”, insistió la titular de Igualdad, mientras situaba a su compañera de gabinete “junto al Partido Comunista y a Más Madrid”. De esta manera, marcaba distancias entre estas formaciones y Podemos. “Queremos ir juntas a las elecciones, pero necesitamos un pacto”, ha percutido.

El martes, la líder de Podemos y ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, reiteró las condiciones de los morados no solo para confluir juntas, sino también para confirmar su asistencia al acto de lanzamiento de Sumar. Aseguró que no se habían registrado avances en las negociaciones e insistió en alcanzar un acuerdo de mínimos para certificar su presencia el 2 de abril.

…aguado por la izquierda

Apoyos no le han faltado a Díaz. El movimiento de placas tectónicas a la izquierda del PSOE se intensificó tras el discurso de la vicepresidenta segunda. En contraste con el enroque de Podemos, formaciones como Izquierda Unida, el Partido Comunista, Más País y los Comunes arroparon a la ministra de Trabajo a través de las redes sociales. Una acción que bien parecía estar coordinada.

Podemos persiste en su aislamiento, mientras estas otras fuerzas del espacio confederal celebran la imagen proyectada por la líder de Sumar. El ministro de Consumo y líder de IU, Alberto Garzón, fue uno de los primeros en airear su entusiasmo ante el fenómeno Díaz. “Hemos escuchado una intervención de oro. Un discurso de altura y presidencial”, resumía en su perfil de Twitter.

Alabanza que rima en consonante con las reacciones de líderes como la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, la dirigente de Más Madrid, Mónica García, o la portavoz de los Comunes en el Parlament de Cataluña, Jéssica Albiach. Todas ellas brindarán su apoyo a la vicepresidenta segunda el próximo 2 de abril, consumando su ligazón al proyecto de la gallega y partiendo por la mitad el espacio confederal en el Congreso. Con menos ímpetu se han pronunciado desde Compromís, aunque se asume que también arroparán a la ministra de Trabajo en la puesta a punto de una formación que pretende aglutinar las diferentes sensibilidades de la izquierda a la izquierda del PSOE.