La semana arrancó con Vox y el PP haciendo saltar por los aires la sesión de investidura en Murcia. No fue casual. La estrategia, orquestada desde Génova y asumida por el candidato a presidente de la región, el popular Fernando López Miras, sirvió a Alberto Núñez Feijóo horas después, durante el cara a cara celebrado en Atresmedia, para ejemplificar con un caso concreto la falta de concesiones a la extrema derecha. Cuatro días más tarde, la semana finalizará con Carlos Mazón y María Guardiola siendo investidos como presidentes de la Comunidad Valenciana y Extremadura, respectivamente, tras ceder ante los de Abascal, incluirlos en su gobierno y pactar un programa difícilmente defendible para los defensores del feminismo, el medioambiente, la memoria democrática o la justicia fiscal.

En unas elecciones marcadas en mayor medida por el con quién que por el qué, estas sesiones de investidura, postergadas durante semanas tras semanas de confrontación y llamadas a última hora, cobran especial relevancia en la construcción del relato de moderación que ha pretendido instalar Génova. Feijóo, el hombre tranquilo, el moderado, el de las mayorías absolutas, el del modelo ‘andaluz, madrileño y murciano’ frente a Feijóo, el mentiroso, el de los pactos con la ultraderecha, el de los ‘Gallardo, Flores, Le Selle’ y las coaliciones por encima de los cordones sanitarios.

Además, estas sesiones de investidura, programas eficazmente para el mismo día -más vale quitarse de un plumazo y sin hacer mucho ruido los apretones de mano oficiales-, llegan apenas 24 horas después de que el candidato popular viajase a Murcia para refrendar su postura de gobernar en solitario con Fernando López Miras y José María Aznar. Los argumentos de los tres líderes no escaparon del ojo crítico de quien aprecia una contradicción en función de los territorios en manos de una mayoría conservadora, pero los tres se esforzaron por vender una falsa imagen de autonomía e independencia respecto a Santiago Abascal, Jorge Buxadé y la renovada y falangista cúpula de la extrema derecha española.

Feijóo, que consiguió un punch televisivo ofreciendo en directo a Sánchez un pacto para que gobernase la lista más votada, no dudó en insistir en la misma idea: “¿Sabéis por qué dice que no? Porque sabe que va a perder. Y cuando un candidato sabe que va a perder y aún así quiere ser presidente, no merece ser presidente". Una pregunta al aire que, no obstante, rompe diametralmente con la propia palabra dada. Moreno Bonilla en 2018, Ayuso en 2019, Fernández Mañueco en 2022, María Guardiola en 2023 y Fernando Clavijo (Coalición Canaria) -gracias al apoyo del PP- este mismo miércoles doblegaron al PSOE siendo el partido ganador de las elecciones cada vez que había una aritmética favorable y paralela a la lista más votada.

Aznar, por su parte, decidió no centrar el tiro en Sánchez y focalizar su advertencia a Vox: “Si siguen poniendo palos en las ruedas de la bicicleta, la bicicleta va a seguir adelante y los palos se van a caer. No es el momento de poner palos en la rueda, sino de empujar fuerte la bicicleta hacia una gran victoria mayoritaria del Partido Popular. Se equivocan los que ponen esos palos en las ruedas", proclamaba el expresidente del Gobierno, quien, debido a su familia política y su tradición en el ala más conservadora del PP ejerció de ariete de Feijóo para buscar atraer a los votantes de Vox.

López Miras, por último, trató de advertir a la ciudadanía y apelar al voto útil. El ejemplo, convenientemente, no fue otro que su investidura fallida en Murcia y el fantasma de la repetición electoral: “Si Vox es capaz de bloquear un Gobierno mayoritario votando con la izquierda, puede hacerlo también en España", arrancaba. “El único voto útil para echar a Pedro Sánchez de la Moncloa es el PP y Alberto Núñez Feijóo", remataba.

De la palabra de Guardiola al audio de Mazón

Sin embargo, la aritmética variable de Génova evidencia que esta oposición frontal a la extrema derecha es moldeable. Las sesiones de investidura en dos territorios recuperados por el PP en las elecciones de 28M así lo constatan; la palabra, o la falta de ella, son las pruebas del delito que Génova se esfuerza en esconder entre apretados calendarios, poco recorrido televisivo y ruido constante. Sin embargo, este jueves, se oficializará la mentira de María Guardiola al decir que no metería a nadie de la ultraderecha en su Gobierno. También lo hará Mazón, con su espurio audio antes del 28M: "En el peor de los casos tendremos que chupársela a uno de Vox". 

A Mazón y a Guardiola no les aupará Txapote. Lo harán los negacionistas de la violencia de género, los negacionistas de las vacunas, los negacionistas del cambio climático. Los contrarios a la ley de memoria democrática y los defensores del pin parental. Lo hará un partido renovado, el de Abascal, en plena reconstrucción por dar más peso orgánico a sus perfiles más derechizados, más falangistas, menos democráticos. Lo hará Carlos Flores y su antigua condena por violencia psíquica contra su exmujer -un “divorcio duro”, según Feijóo-. Lo harán aquellos que, según la propia María Guardiola, iban en contra de derechos ya conquistados. Lo harán, además, y eso nadie se lo puede negar, cumpliendo su palabra: si entran en el Gobierno, apoyan investiduras; si no, no lo hacen. En Vox son claros: Feijóo está avisado.