2023 será el año de la consumación del fracaso de Ciudadanos o de su renacimiento. La cúpula liberal, fragmentada en tres partes, fía su supervivencia al proceso de refundación que iniciaron en verano del curso pasado y que culminará a mediados de este enero con las celebración de unas primarias que han roto la amistad entre Inés Arrimadas y Edmundo Bal. Sin embargo, la situación no acompaña a los naranjas, que han visto mermadas sus bases en este 2022, perdiendo casi 2.000 afiliados en un año. Los números son peores en términos totales, pues algo más de tres cuartas partes de la militancia han abandonado al partido desde 2019, año en el que consiguieron su máximo histórico de afiliación.

2019 fue el año récord de Ciudadanos, pero también el inicio de una travesía que puede desembocar en la desaparición total del partido. En aquel año, tras el boom de los primeros comicios en abril, los liberales cosecharon un récord de afiliación. Un máximo histórico que se situó en los 34.000 afiliados y que auguraban un futuro dorado a la formación que en aquel momento lideraba Albert Rivera.

Pocos quedan ya de esos 34.000 afiliados. La deriva del partido liberal ya con Inés Arrimadas a la cabeza, lastrada, eso sí, por el batacazo de noviembre de 2019, no ha logrado retener a la militancia. Las bases de Ciudadanos se han reducido prácticamente a la nada. Tan solo quedan 10.000 simpatizantes. Es decir, un 78% menos de los que cosecharon en aquel agridulce curso político.

Según recoge el diario ABC, desde la formación transmiten que aún se mantienen en guarismos superiores a esos 10.000. Sin embargo, el proceso de primarias, en los márgenes de la refundación del partido, dibuja una realidad más pesimista. Ciudadanos solo dispone de 7.600 afiliados con derecho a voto; 13.000 menos que en marzo de 2020, cuando Inés Arrimadas se impuso a un Francisco Igea que se presentó como alternativa al riverismo.

Un partido fragmentado en tres

La travesía por la que se mueve el partido no ayuda a atraer a esos simpatizantes perdidos. Lejos han quedado las proclamas en favor de la unidad orgánica, rotas tras la ‘traición’ de Edmundo Bal. El portavoz liberal decidió dar un paso al frente en los últimos compases de 2022, tras varios enfrentamientos con su amiga, Inés Arrimadas. Discrepancias que empujaron al ex abogado del Estado a construir una candidatura alternativa para liderar el proceso de refundación.

El paso de Edmundo Bal ha provocado una ruptura en la cúpula liberal, a pesar de las constantes llamadas a la unidad que salen de ambas candidaturas en los días previos a las primarias. Ciudadanos llega a la VI Asamblea General con una dirección dividida en tres facciones. Por un lado, el sector oficialista, con una candidatura que no encabeza Inés Arrimadas, sino que, además, cierra la lista que lideran Adrián Vázquez y Patricia Guasp. En el otro lado, el elenco del ex abogado del Estado, que proclama un liberalismo más europeo tras años siendo una suerte de “sucursal del PP”. Sin embargo, hay una tercera pata en la directiva, aquellos miembros que no se han decantado por una u otra lista, como es el caso de Marina Bravo, actual secretaria general; el vicesecretario general Daniel Pérez Calvo, y los eurodiputados Jordi Cañas y José Ramón Bauzá.

La candidatura oficialista,  bendecida por Inés Arrimadas, cuenta con otros tres miembros del Comité Permanente del partido y que, a la postre, es el epicentro de las decisiones importantes de la fuerza liberal. Lo conforman Begoña Villacís, Carlos Pérez-Nievas y Guillermo Díaz. Este último, de hecho, ha sido de los pocos miembros del Grupo Parlamentario en mantenerse fieles a la actual líder. En contraposición, la lista comandada por Edmundo Bal cuenta con dos miembros de la cúpula liberal. Sara Giménez y el propio portavoz del partido.