“¡Es la guerra! ¡Traed madera!”, vocifera S. Quentin Quale (Groucho) en la inolvidable escena de Los Hermanos Marx en el Oeste (1940). Edmundo Bal sabe que es el momento. La partida ha empezado, con o sin Inés Arrimadas, y no pierde ni una milésima de segundo en buscar -como Quale en la cinta- la leña que necesita su ferrocarril para avanzar hacia el liderazgo de Ciudadanos. Este lunes, antes de la rueda de prensa convocada por su presidenta, el vicesecretario general y candidato a liderar el partido ha acelerado su estrategia, apuntando hacia la actual líder y acusándola de derechizar a la formación otrora liberal hasta convertirla en una suerte de sucursal del Partido Popular.

Bal dio el paso el viernes. Convocó a los medios ante las puertas del Congreso de los Diputados y descubrió las heridas en la faz de Ciudadanos. La candidatura del portavoz naranja no hace sino evidenciar la fractura y la tensión orgánica, además de neutralizar toda respuesta inmediata de una Arrimadas que, según el protagonista, se enteró “cinco minutos antes” de su aparición en la aledaña Carrera de San Jerónimo.

Desde el entorno del Parlamento, Bal profirió sus primeros dardos a la que asumiblemente será su rival en las primarias del 9 y 10. No obstante, matizó que no se presentaba “ni contra ella ni contra el partido”, algo en lo que ha redundado este mismo lunes ante las cámaras de La Hora de TVE. Desde el ente público, el portavoz liberal ha admitido que aún no se ha reunido con la líder de la formación, aunque ha prometido telefonearla para hacerlo.

Protocolos y formalidades aparte, Bal ha puesto más madera en el fuego. Arrimadas, a solicita dar “un paso a un lado” antes de culminar el proceso de refundación, es la responsable última de la conversión de Ciudadanos. Al menos, para el vicesecretario general, quien estima que su “paso adelante” sirve como enmienda a la línea de acción de la catalana. Y es que, a su juicio, los naranjas se dejaron por el camino la etiqueta de liberales para convertirse en una fuerza de “derechas” y “subalterna al Partido Popular”.

Según Bal, ese es el pecado original de Arrimadas, quien “ha sido un valor político muy importante” para el partido. Pero si el futuro de Ciudadanos pasa por un renacer, el barco naranja no lo puede capitanear “quien viene siendo la líder del partido”. Una opinión que el vicesecretario general ha transmitido a los órganos en diversas ocasiones.

Alcalá 253, sucursal de Génova

Bal trabajará durante esta campaña para que Ciudadanos sea un partido “de centro de verdad” y no en una suerte de formación “subalterna al PP”. Cree que esta es la imagen que el liderazgo de Arrimadas ha transmitido desde su unción como presidenta. “Parece un partido de derechas”, censura el portavoz de los liberales.

Su plan pasa por construir un espacio que mire “sin complejos” a ambos lados del espectro político y “vuelva a parecer liberal en el sentido europeo”. El espejo donde se mira Bal es el FDP alemán, que está gobernando junto a socialdemócratas y los verdes, pero que a su vez pueda tender puentes con los conservadores.

Asume su responsabilidad

Edmundo Bal tiene su parte alícuota de culpa en los márgenes de la deriva actual de Ciudadanos y lo asume. De hecho, ha rehuido del reparto de responsabilidades, porque entiende que es algo extensible a toda la estructura del partido. El abogado del Estado espera contar con el apoyo de todos, incluyendo a la propia Arrimadas, pero también de la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, quien a su vez es coordinadora del equipo encargado de la refundación.

La formación no ha sabido “trasladar” a los ciudadanos lo que supone un partido de “centro, liberal y progresista o liberal y reformista”, siendo este uno de los principales errores del partido. Por ello, Bal reivindica la labor de Ciudadanos para “mejorar constantemente las leyes del Gobierno”. De hecho, entiende que es su obligación. De ahí se extrae, a su juicio, su voto favorable a iniciativas como la reforma laboral o la eutanasia. “Otros votan solo que no a todo”, ha resuelto el vicesecretario naranja, en clara alusión al Partido Popular.

El germen del cisma

Uno de los puntos de fricción y que explica la ruptura entre Arrimadas y Bal reside en el cambio de modelo interno. Ciudadanos apostó por alejarse del modelo cesarista, para imponer una bicefalia con una dirección orgánica y otra política. El portavoz liberal admite que se sumó al “consenso” en aquella reunión de la Ejecutiva naranja, aunque expresa sus desavenencias con la propuesta de la “oficialidad” porque ya existe una “secretaría general y una presidencia del partido”.

En último término, Bal ha llamado a la militancia a que se exprese y “revalide o renueve” el liderazgo del partido “sin esperar” a que se formalice la candidatura a las elecciones generales, previstas para finales de 2023, y antes de los comicios autonómicos y municipales del próximo mes de mayo. Un proceso que, según Bal, será “clave” en el devenir del país y de Ciudadanos.