El presidente del Gobierno en funciones y candidato a la investidura, Pedro Sánchez, revalidará mandato con más apoyos que los que consiguió en 2020. Esta vez, el líder socialista aunará el ‘sí’ de 179 diputados, con mayoría absoluta, en primera vuelta -no se conseguía desde la investidura de Rajoy en 2011- y el apoyo de siete partidos. Hace tres años, tras la repetición electoral y el acuerdo alcanzado con Podemos, entonces dominado por Pablo Iglesias, el líder del Ejecutivo tuvo que esperar hasta la segunda vuelta para superar el envite de la investidura con 167 ‘síes’, 165 ‘noes’ y las vitales abstenciones de los trece de ERC y los cinco de EH Bildu.

Casi cuatro años después, tras una legislatura en coalición -la primera de la democracia- marcada por diferentes crisis -coronavirus, filomena, volcán de La Palma, guerra de Ucrania…-, el presidente del Gobierno y su equipo han sido merecedores de la confianza de hasta siete partidos distintos. De esta forma, Sánchez contará con el respaldo, además del PSOE, de formaciones de diferente tradición política como Sumar, Junts, PNV, ERC, EH Bildu, BNG y Coalición Canaria.

Un sonoro respaldo que le aupará hasta los 179 votos, saldando así el trámite de la investidura con una mayoría absoluta que convertirá a Sánchez en presidente del Gobierno durante cuatro años más, siempre que no haya repetición electoral, gracias a una aritmética variable con la que el PSOE ha conseguido hacer de la necesidad virtud.

El día de la oficialización de la coronación del candidato será el jueves, pese a que la sesión del debate de investidura arranque este miércoles a las 12.00 horas. Una vez concluido el discurso de Sánchez, el del resto de grupos parlamentarios y las réplicas del líder del Ejecutivo en funciones, llegará el turno de que Francina Armengol, presidenta de la Mesa del Congreso, anuncie la votación y empiece la lectura del nombre de los 350 diputados y la votación a viva voz.

Una investidura bronca

Este miércoles arrancará un debate de investidura que se prevé bronco, tanto dentro como fuera del hemiciclo. A los habituales envites parlamentarios, que esta vez serán crispados y estarán monopolizados, previsiblemente, por el registro de la ley de amnistía como moneda de cambio para conseguir los apoyos de la investidura, se sumarán las protestas a las afueras del Congreso.

De hecho, fuentes del Ministerio del Interior ya han reforzado el operativo de seguridad para que imágenes de violencia como las que se han podido vivir durante las últimas dos semanas frente a las sedes socialistas, con especial énfasis al cuartel general del PSOE en la calle Ferraz, no se repliquen en la Carrera de San Jerónimo.

Cualquier ciudadano que dé un paseo este martes en la calle donde se encuentra la Cámara Baja, de hecho, ya podrá ver un sinfín de vallas colocadas estratégicamente para retener a los violentos y garantizar la seguridad de los 350 diputados llamados a participar del pleno de investidura que arranca este miércoles.

Sobre esta tensa situación, que ya se extiende en el tiempo y que ha dejado en la hemeroteca reciente imágenes de una extrema dureza, desde el PSOE aseguran que tanto Vox como el PP están completamente desnortados, sin entender nada de lo que está sucediendo y teniendo actitudes que ponen en peligro la normalidad democrática de nuestro país.

Por su parte, la derecha y la extrema derecha prosiguen en sus intentos de frenar la amnistía y conseguir que las calles ardan para protestar frente a esta herramienta registrada este lunes en el Congreso. El PP, que convocó a 80.000 personas en la Puerta del Sol este domingo, ha pedido a Pedro Sánchez que se vaya de España en un maletero emulando lo que hizo el eurodiputado prófugo de la Justicia Carles Puigdemont. Los de Abascal, además, han decidido recurrir este martes a la judicialización del conflicto querellándose en el Tribunal Supremo contra Pedro Sánchez para pedir al Alto Tribunal que, como medida preventiva, anule el pleno del debate de investidura.

Una situación de crispación inédita, que, no obstante, insisten desde Ferraz y desde Moncloa, no provocará ningún movimiento tectónico que derive en un resultado diferente en la Cámara Baja, sede de la soberanía nacional. Amnistía, investidura y cuatro años por delante que, reconocen, no serán fáciles.