“Una de las cosas por las que pasaré a la historia es por haber exhumado al dictador”. Esta sentencia salió del a boca de Pedro Sánchez el pasado lunes, en los márgenes de un acto homenaje a la fallecida escritora Almudena Grandes. Oración que ha dado a pie a Santiago Abascal para iniciar su turno de pregunta al presidente del Gobierno. El presidente de Vox afeó a Sánchez su “vanidad”, equiparándolo a Nerón y a Calígula, y retó a la Mesa al verbalizar la palabra “filoterrorista”, tras haberle sido retirada la palabra al grupo ultra este martes. Un vocabulario grueso que ha permitido al jefe del Ejecutivo desgranar la estrategia de los ultraderechistas, que se sustenta sobre tres ejes: insultos, bulos y escaso rendimiento laboral.

El presidente de Vox ha arrojado contra Sánchez la oración anterior, recriminándole lo “grave” y “ridículo” que resulta, a su juicio, que hable en esos términos de sí mismo. Es más, Abascal ha asegurado que esa intervención traslada la imagen de una persona colmada de “vanidad” y falto de “modestia”. No obstante, el ultraderechista no cree éste pase a la historia “por desenterrar muertos e impedirles su descanso”, sino más bien por sus concesiones a “independentistas, comunistas, separatistas y extremistas”. Un grupo al que, con posterioridad, ha agregado a los “filoterroristas”, calificativo que ha repetido hasta en tres ocasiones, desafiando la supresión del mismo la pasada semana por parte de la Mesa del Congreso.

Aquel suceso lo utilizó Abascal como paradigma para advertir que Sánchez sí pasará a la historia por “asaltar el Congreso e intentar amordazar a la oposición”, así como por una ley climática que obliga a la ciudadanía a “pagar las tarifas más altas” o una “voracidad fiscal” que castiga a las clases medias españoles y beneficia “a los poderosos". Vincula la reforma del delito de sedición a esa lista de cesiones a “extremistas” por el apoyo de estos a unos Presupuestos.

Insultos, bulos y poco trabajo

Concluida la intervención de Abascal, Sánchez se pertrechaba para ofrecer una contrarréplica plagada de dardos y golpetazos dialécticos. Para empezar, ha afeado al líder ultra que se refiera a Franco como una “persona muerta”. “Es un dictador”, ha asegurado el jefe del Ejecutivo, quien deslizaba que a su contrincante se le veía “el plumero”. “No me cabía duda de que usted era el guionista del triste papel que jugó su grupo parlamentario la semana pasada”, continuó.

En este punto, Sánchez ha desgranado el arsenal político de los ultraderechistas. Una estrategia que descansa sobre tres pilares: los insultos, las insidias a sus adversarios para “envenenar la convivencia”, los bulos y poca actividad parlamentaria. “Habrá votantes de Vox que se sientan reconfortados con esto, pero imagino que otros les pedirán un mayor rendimiento laboral, que no hacen nada más”, replicó el jefe del Ejecutivo, al tiempo que recordaba las inexistentes enmiendas de Vox a los Presupuestos Generales del Estado. “¿Es esa la España que madruga?”, se ha preguntado.

En el capítulo de bulos, Sánchez ha recuperado el que apunta a Moncloa como responsable de dejar a Navarra sin Guardias Civiles. “Desde que soy presidente, hay 94 guardias civiles más en Navarra, pero lo que hemos hecho es cumplir la Constitución y el Estatuto de la Comunidad Foral de Navarra, acuerdo que cerró José María Aznar en el año 2000”, ha continuado. En aquellos años, Santiago Abascal ya estaba en la dirección nacional del Partido Popular, aunque optó por el silencio, por lo que Sánchez le recrimina sus “lecciones de patriotismo”. “Menos lobos, caperucita. Su patriotismo siempre ha tenido el precio del sueldo del PP o del chiringuito del PP”, ha zanjado.