Como marca la tradición, el Rey Felipe VI no ha faltado a su cita con los españoles para desearles una feliz Navidad y “la mayor felicidad y paz en estos días en los que nos reunimos con nuestras familias y seres queridos”. En su ya quinto discurso al frente de la Casa Real, el monarca ha querido empezar su alegato mandando todo su “cariño para las familias y personas más afectadas y que más han sufrido las consecuencias de las inundaciones y las riadas que se han producido en España” a lo largo del año.

El Rey ha tildado los tiempos actuales de “mucha incertidumbre, de cambios profundos y acelerados en muchos ámbitos que provocan en la sociedad preocupación e inquietud, tanto dentro como fuera de nuestro país”. Unos factores entre los que ha destacado “la nueva era tecnológica y digital, el rumbo de la Unión Europea, los movimientos migratorios o la desigualdad laboral entre hombres y mujeres”. “Y junto a todo ello, la falta de empleo –sobre todo para nuestros jóvenes- y las dificultades económicas de muchas familias, especialmente aquellas que sufren una mayor vulnerabilidad”, ha añadido.

Por otra parte, en su primer discurso después de la sentencia del Tribunal Supremo sobre el procés, no ha obviado el tema de la situación en Cataluña: “El deterioro de la confianza de muchos ciudadanos en las instituciones, y desde luego Cataluña, son otras serias preocupaciones que tenemos en España”.

En cuanto a la actual situación política del país, ha puesto en valor el papel de la Cámara Baja de otorgar o denegar “su confianza al candidato propuesto para la Presidencia del Gobierno”. “Corresponde al Congreso, de acuerdo con nuestra Constitución, tomar la decisión que considere más conveniente para el interés general de todos los españoles”.

No obstante, pese a “que no vivimos tiempos fáciles”, ha apostado por “tener más que nunca una confianza firme en nosotros y en España, que siempre ha sabido abrirse camino cuando hemos afrontado el futuro con responsabilidad, con generosidad y rigor; con determinación, pero también con reflexión y serenidad”. “El progreso de un país depende, en gran medida, del carácter de sus ciudadanos, de la fortaleza de su sociedad y del adecuado funcionamiento de su Estado”, ha destacado.

En este sentido, ha elogiado la sociedad española, que la ha definido como “profundamente europea e iberoamericana”, “muy abierta al mundo e integrada en la sociedad global”. Y en pleno debate sobre la plurinacionalidad de España, Felipe VI lo ha calificado como “una Nación con una posición privilegiada para las relaciones internacionales gracias a su clara vocación universal, a su historia a su cultura”.

“Ante esta realidad no debemos caer en los extremos, ni en una autocomplacencia que silencie nuestras carencias o errores, ni en una autocrítica destructiva que niegue el gran patrimonio cívico, social y político que hemos acumulado”, ha alertado Felipe VI.

Por último, antes de finalizar su discurso –un adiós que lo ha hecho en las cuatro lenguas oficiales del Estado (Castellano, euskera, catalán y gallego)- ha querido destacar tres valores “sobre los que fundamentar nuestra convivencia: el deseo de concordia, la voluntad de entendimiento y  de integrar nuestras diferencias dentro del respeto a nuestro Constitución, y la defensa y el impulso de la solidaridad, la igualdad y la libertad como principios vertebradores de nuestra sociedad”. “El tiempo no se detiene y España no puede quedarse inmóvil, ni ir por detrás de los acontecimientos. Tiene que seguir recorriendo su camino, sin encerrarse en sí misma como en otras épocas del pasado y levantando la mirada para no perder el paso ante los grandes cambios sociales, científicos y educativos que señalan el futuro”, ha sentenciado.