Carles Puigdemont alimentó el temor en el Partido Socialista este jueves, escenificando unas eventuales discrepancias sobre la redacción de la Ley de Amnistía. Para solventar este escollo, con los votos de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) ya garantizados, el PSOE trabaja para que la investidura se celebre los próximos días 8 y 9 de noviembre, como estaba previsto en la hoja de ruta inicial. Para ello, tras el órdago del líder de los neoconvergentes, el número tres del escalafón socialista se ha desplazado de nuevo hacia Bruselas para retomar las conversaciones en busca de un acuerdo, tal y como ha podido confirmar ElPlural.com. 

En una jornada de infarto, mientras PSOE y Esquerra Republicana estampaban su rúbrica en el acuerdo de investidura, Junts jugaba al despiste. A las 12:30 de este jueves estaba prevista una comparecencia de Carles Puigdemont, en la que previsiblemente se anunciaría el pacto con los socialistas. Sin embargo, el pulso infinito entre las dos formaciones independentistas ganó la partida a la estrategia de equilibrios diseñada en Ferraz. Todo se había confeccionado para evitar que cualquiera de las dos sensibilidades tuviera una cuota mayor de protagonismo que hiciera tambalear las negociaciones. Pero el expresident de la Generalitat se sacó el as de la manga, retrasando constantemente su aparición ante los medios de comunicación hasta el punto de desmontar el atril de la sala de prensa.

El plan de los socialistas pasaba por liquidar los flecos pendientes con sendas fuerzas políticas, descolgar el teléfono y dar la orden para registrar la ley de amnistía en el Congreso de los Diputados. De este modo, el PSOE haría valer su músculo en la Mesa de la Cámara Baja para calificar la moneda de cambio y desbloquear la investidura de Pedro Sánchez. Pasaban las horas, pero la llamada no llegaba. El nerviosismo se intensificó entre el destacamento movilizado en la Carrera de San Jerónimo. En privado, voces próximas a las altas instancias del partido no ocultaban su estado de desconcierto. “No sabemos qué está pasando”, señalaban en pleno estallido de la confusión. El optimismo patente tras cerrar el acuerdo con ERC se oscureció.

La actitud de Puigdemont se debe, a priori, a la redacción de la exposición de motivos en la bautizada -según Rac1- como Ley Orgánica de Amnistía para la normalización social, política e institucional en Cataluña; aunque hay quien apunta que las reticencias de Junts orbitan sobre la extensión de la medida de gracia. Según recoge El Independiente, los neoconvergentes habrían demandado que el paraguas del perdón ofreciese cobertura también al clan de los Pujol. Un choque de trenes en la negociación, aunque en fueros socialistas consideran que el órdago de Puigdemont responde a la batalla intestina entre las dos fuerzas catalanas por liderar el espacio independentista ante un posible adelanto electoral. Así, la teatralización del expresident tira por tierra el juego de equilibrios del PSOE, liberando el temor a que el pulso Junts-ERC ponga en peligro la coronación de Sánchez. 

Nueva tentativa

El acuerdo de investidura camina a tientas por arenas movedizas. Nuevamente, etapa de prudencia absoluta y discreción. El órdago del jueves fuerza al PSOE a mover ficha. Y así lo ha hecho. Ferraz dio orden a su número tres, Santos Cerdán, para viajar de nuevo a Bruselas y esperar más instrucciones. Ha sido el encargado de liderar la negociación con el expresident de la Generalitat en estas últimas semanas, amén de protagonizar la polémica foto con Puigdemont en la capital belga. Allí permanece aún el dirigente socialista, que ya ha retomado las conversaciones con la facción neoconvergente, tal y como han confirmado fuentes del partido a este periódico. 

Los siete parlamentarios de Junts son cruciales para que la operación investidura culmine con éxito. Si no se consiguen, España está condenada a un nuevo paso por las urnas el próximo mes de enero. El equipo negociador confía en seducir al expresident y desencallar la negociación. La duda es si será capaz de hacerle entrar en razón en breve o, de lo contrario, si se extenderán los contactos. De ello depende la fecha de la coronación de Sánchez, que en las previsiones que manejaban los socialistas, previas al contratiempo de este jueves, se celebraría los días 8 y 9 de noviembre. De hecho, confiaban que este mismo viernes, la presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, anunciara ya el pleno de confianza; aunque ya es papel mojado y el calendario debe reformularse. 

 

En un escenario de estancamiento de las negociaciones, la posibilidad de celebrar la investidura la semana que viene se difumina. No obstante, la presidenta de la Cámara Baja tiene potestad para convocar una sesión con 24 o 48 horas de antelación, por lo que podría estirarse hasta el martes como máximo para que Sánchez se someta a la confianza de los diputados el 8 de noviembre. No obstante, no se descarta ningún escenario en estos momentos.