El segundo cara a cara entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, da por amortizado y enterrado el "efecto Feijóo". Al menos así lo sienten en las entrañas de Ferraz. El análisis que predomina en las filas socialistas hunde sus raíces en la ausencia de "proyecto" de los conservadores. "Solo el Gobierno tiene un plan para salir de esta crisis", comentan en el cuartel del PSOE, acentuando que el jefe del Ejecutivo "no ha tenido oposición". Sin embargo, ese ambiente de festejo se reproduce en Génova, donde entienden el cambio de tono de Sánchez como una victoria: "Reconoce de forma implícita que se equivocó en el primer debate". 

Sorprendentemente -o no-, las sensaciones se replican al desplazarse hasta el número 70 de la calle de Ferraz. En el cuartel general de los socialistas aún resuenan ecos del descorchar de botellas, tras la constatación, según voces autorizadas del PSOE, de que el careo entre Sánchez y Feijóo manifestó que el Gobierno “tiene un plan para salir de esta crisis”. Una hoja de ruta que bebe del caliz “socialdemócrata” y cuyas recetas poco -o nada- se asemejan a las impulsadas por el Partido Popular en la década anterior. Es decir, una fórmula alejada del “paro, la pobreza y la desigualdad” que sembró el gabinete de Mariano Rajoy.

El cara a cara en la Cámara Alta no solo ha evidenciado la diferencia entre administraciones, sino que Sánchez “no ha tenido oposición”. De hecho, en Ferraz resaltan que Feijóo se perdió entre “cifras falsas y fake news”, salpimentadas con dosis de “demagogia” que no hacen sino esconder “su falta de alternativa” a la acción política del Gobierno. Voces de la cúpula socialista creen que el líder de la oposición “decepciona a los suyos una vez más”. “Confirma lo que muchos españoles y españolas ya saben: el único efecto Feijóo es su propio desconocimiento”, esgrimen, no sin antes afear el copy-paste de su discurso, con “párrafos cortados y pegados de los papeles de sus mítines”.

De entre los festejos emerge, sin embargo, el lamento de que no poder contar con el principal partido de la oposición para prácticamente “nada”. El futuro que le conceden a sus principales adversarios no se antoja nada halagüeño, siempre y cuando basen su estrategia de confrontación en “demoler la gestión desde la oposición”.  De seguir abonados a la hipérbole y el agravio constante, los ciudadanos mantendrán a los conservadores “en su sitio”. Es decir, “fuera del Gobierno”.

Esta “orfandad ideológica” que le atribuyen al Partido Popular se explica en base a las “medidas socialdemócratas” que incluso defienden gobiernos conservadores en Europa y la propia presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen. Posiciones que, por cierto, defendió con vehemencia Sánchez desde sus inicios, como topar el precio del gas, propuesta que, a día de hoy, se quiere implantar en el conjunto de la Unión.

Por ello, en el PSOE creen que "Sánchez le ha dado un repaso" a Feijóo y reivindican que, frente a la “incertidumbre” derivada de la guerra de Vladimir Putin, su apuesta no se alejará lo más mínimo del escudo social desplegado por el Gobierno. “Estaremos en frente del PP, cuyo único objetivo parece ser la protección de los millonarios, los bancos y las grandes empresas eléctricas. Es una diferencia irrefutable respecto a ellos”, señalan fuentes socialistas.

Sensación de victoria en Génova

Visión diametralmente opuesta atesora y blande el Partido Popular. A su juicio, que Sánchez haya modulado el tono, exhibiéndose más propositivo y menos agrio que durante el primer gran debate entre ambos, es una victoria de Feijóo porque creen que, de facto, admite que erró.

Así lo ha dicho el coordinador general del PP, Elías Bendodo, en una entrevista en Telecinco, donde ha admitido que el presidente del Gobierno “no fue tan faltón” con Feijóo: "El debate de ayer fue muy distinto al anterior en el Senado. Sánchez estuvo en un tono más plano y no fue tan faltón, por decirlo de alguna manera”. En consecuencia, “el hecho de que no fuera como el primer debate, significa que reconoce de forma implícita que se equivocó en su planteamiento en el primer debate”.

Quien sí que empleó un tono más arisco fue Feijóo, entrando en el cuerpo a cuerpo desde el primer momento. Tanto es así, que de los 30 minutos que intervino (el doble de lo tasado), no esbozó ni un atisbo de plan alternativo al del Gobierno.