Cuando los Aslándticos cantaban "Que trata de Andalucía" estaba claro que no se referían a esta campaña electoral. Nueva jornada en la tierra sin nombre para los partidos de la derecha. A lo largo de estos días, el esquema es similar: cualquier territorio foráneo sirve de munición al enemigo. Ciudadanos pasea por el sur un autobús con los rostros de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, su candidato repite “Cataluña” como un mantra y Pablo Casado sube la apuesta mezclando Venezuela, el País Vasco y un poco de ETA. Andalucía queda solo como una pincelada de folclore en forma de una vaca o unos tomates almerienses.

Así fue la jornada de Pablo Casado de este martes en Almería. Decíamos ayer que cabía la duda de ver si el flamante líder del PP se fotografiaba con Gabriel Amat, presidente de la Diputación vestigio de la derecha en Andalucía, padrino político de su enemigo interno Javier Arenas, y sospechoso de corrupción desde hace 20 años, los que lleva gobernando Roquetas de Mar.

Pues bien, hubo foto. Casado se fotografió con Amat, a quien la Fiscalía investiga por adjudicar contratos a una red empresarial formada por primos, sobrinos y cuñados. Y también con el defenestrado Rafael Hernando, oriundo de Guadalajara, pero diputado eterno por Almería. La nota de color, rojigualda, la dieron los tomates cherry rojos y amarillos con los que posaron a la española.

Lo que no se cumplió fue el vaticino de espolear la xenofobia en una tierra marcada por los conflictos de inmigración fruto de la mano de obra que recoge los tomates que ayer sostenían los populares. A cambio, se recurrió a los clásicos: Venezuela, ETA y Otegi.

Casado metió a los andaluces el miedo en el cuerpo con un mitin en el que avisó del Gobierno “comunista-socialista” que se abate sobre Andalucía si PSOE y Podemos pactan. “¿O es que a los andaluces les gusta lo que ha pasado en Venezuela?", clamaba Casado. "¿O es que a los andaluces les gusta lo que está pasando en Madrid con Carmena, o en Barcelona con Colau o lo que está pasando con los gobiernos de Podemos en otros ayuntamientos? Me imagino que no", añadía.

Por si Venezuela pilla lejos, Casado también recurrió al fantasma vasco, con su mantra de que votar a Susana Díaz es “votar a Otegi y a los batasunos”. Aunque para fantasma, el de ETA, a cuyos presos Casado quiere exigir no solo que renieguen de la violencia, no solo que pidan perdón, también que ayuden a esclarecer los crímenes de la banda que aún queden por resolver.

Y, de postre, la acusación al Gobierno de querer “ceder” ante los terroristas porque, Sánchez está negociando entregar la competencia de prisiones al ejecutivo del País Vasco, como marca el Estatuto de Gernika. "Eso el PP no lo va a tolerar. Nos parece una gran irresponsabilidad que se ceda al País Vasco la posibilidad de que los presos etarras también sean tratados de forma diferencial", alertaba Casado. Un día más, aunque no lo parezca, en Andalucía.