Todos los mensajes de Pedro Sánchez apelan al coraje. En el último, interpretó así los mecanismos personales que nos mantienen encerrados: “No es el miedo sino el coraje”. Alertó a todos los ciudadanos que seguíamos sus palabras pegados a la pantalla, que lo peor está por llegar, que vamos a sufrir el dolor de muchas más muertes. También pidió unión y fortaleza ante esa ola más dura que nos va a embestir, que pondrá prueba nuestra salud y nuestro modo de vida.

Hoy sabemos que la reclusión se prolongará otros quince días más para frenar el avance del virus. Que provocará más víctimas. Que continuará atentando contra todo lo que conocíamos y cambiando nuestras costumbres más o menos confortables. Imagino lo que puede ser esta situación en países menos afortunados o con una sanidad de desastre. Y entreveo la angustia del Presidente del Gobierno, con su madre y su suegro ingresados en el hospital público de Puerta de Hierro en Madrid, y su mujer aislada en casa, también infectada 

El Partido Popular en sus prolongadas etapas de gobierno de los largos los excesivos años que ha estado en el Gobierno, se ha dedicado a privatizar con rigor la salud pública para su beneficio y el de las empresas agraciadas. Y ahora, los profesionales sanitarios están salvando la situación. Parece mentira la chulería de la derechona, con Pablo Casado, a la cabeza, recriminando al Gobierno socialista su actuación contra el virus con caceroladas e, incluso reclamando al Gobierno que distribuya objetivamente el material que "ha requisado” el Ministerio de Sanidad.

Saldremos de esta, por supuesto. Con las filas mermadas y la economía tocada, por lo que las medidas de recuperación deberán ser enérgicas e inmediatas. En este tiempo de confinamiento y solidaridad, estamos aprendiendo a reconciliarnos con nosotros mismos y con los demás, estén donde estén. Y como la canción que acaba de componer La Oreja de Van Gogh, son meses grises, es tiempo de escondernos y tal vez sea la fórmula de encontrarnos otra vez.

La reacción ante el virus está arrasando nuestras diferencias Cuestiones que hace unos meses parecían imposibles de resolver, ahora se antojan como auténticas frivolidades. Creo que alguna que otra declaración absurda de dirigentes como el president de la Generalitat, Quim Torra, se han deshecho como azucarillo en agua salvo en el coro de sus palmeros. A día de hoy, no muchos  pensarán seriamente que la independencia de algún territorio de nuestro país es un conflicto urgente.

Como lo peor está por venir, según el anuncio del Presidente que tiene todos los datos en su mano, sigamos enfrentando el futuro en actitud solidaria, sin arrugarnos, en estas tres semanas en que seguiremos confinados.