Tiempo ha que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, esbozó el argumentario a seguir para respaldar a la Corona y cerrar filas con Felipe VI al tiempo que se apuesta por la transparencia y la ejemplaridad. Tarea ardua dados los diversos episodios que protagonizan miembros de la Familia Real. Pero Sánchez lo tiene claro: hay que desvincular al actual rey de la etapa del Emérito.

Todos sus esfuerzos están centrados en eso. No en vano, durante su comparecencia ante los medios el pasado viernes, aseguró que las “conductas incívicas” de Juan Carlos I, refiriéndose a sus negocios y a la segunda regularización fiscal con Hacienda, le provocaban "el mismo rechazo que a la mayoría de la ciudadanía española".

En una rueda de prensa celebrada en Moncloa, el líder del Ejecutivo ha recordado que “ya manifesté el sentimiento de perturbación e incomodidad que tenía para el Gobierno todas estas noticias del anterior jefe del Estado”.

“Lo que es evidente es que si alguien ha cometido irregularidades lo que tiene que hacer es repararlas”, insistió; al tiempo que matizó que “no se está juzgando a instituciones”. “Cuando hay dudas de un diputado no se cuestiona al conjunto del Congreso, sino que se pone en duda el comportamiento de una persona. Aquí no se está cuestionando a una institución, en este caso a la Corona”, aseveró.

De hecho, valoró que “Felipe VI ha marcado un antes y un después en transparencia y en el mejor uso de recursos públicos”.

Estos juegos de cintura han situado al PSOE ante varias contradicciones. Martes sí y martes también, valiéndose de PP y Vox, tumban en la Mesa del Congreso cualquier intento de que prospere una comisión de investigación sobre la Monarquía justificando que el Parlamento no debe fiscalizar a la Jefatura del Estado. Argumento que, por otra parte, contradice el informe de los letrados de la Cámara Baja en el que admiten que sí se podría.

Pero los malabares socialistas por sostener la Corona no se ven correspondidos. Las informaciones sobre los negocios del Emérito, su segunda regularización fiscal, la posibilidad de que regrese a España para un viaje de placer con regatas incluidas, su huida a los Emiratos Árabes y, el último capítulo, la vacunación de las infantas Elena y Cristina durante su visita a Juan Carlos I.

Sánchez ha apostado por Felipe VI y espera que, ante tales imprudencias de miembros de la Casa Real, se comprometa con un mayor grado de transparencia y ejemplaridad. Así lo manifestaron también miembros del Ejecutivo que comentaron la vacunación de las infantas.

La vicepresidenta tercera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, optó por “no calificarlo”, pero admitió que es una noticia "sorprendente". Asimismo, en una entrevista en 'Hora 25' recordó que "la sociedad tiene que estar unida para proteger a los más vulnerables" y "respetar las reglas, particularmente las personas que tienen un papel público, es parte de vivir en sociedad”.

Por su parte, Miquel Iceta, ministro de Política Territorial y Función Pública, dijo que le parecía "fatal" que las Infantas se hubieran vacunado en una visita a su padre. Eso sí, el ministro aplicó el argumentario para salvar al actual jefe de Estado y se felicitó de que los reyes y sus hijas no cayeran en "ese error”.

Mucho más duros se mostró la parte morada del Gobierno. Irene Montero, ministra de Igualdad, denunció que fomentan "una sensación de que hay trato de favor y una institución que debería ser ejemplar no lo está siendo”.

En declaraciones en 'La hora de la 1' calificó la "situación de preocupante" y se preguntó "para qué sirve la Monarquía”.

En la misma tónica, el vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030, Pablo Iglesias, insistió en el “debate del horizonte republicano" al considerar que "los escándalos" que se van publicando sobre la Casa Real "empujan" a ello. "La Casa Real ofrece nuevos escándalos que producen indignación y la presunta corrupción del exjefe del Estado empuja hacia el debate”, subrayó.