Este domingo, Vox celebraba en Málaga uno de sus principales actos electorales en la campaña de las elecciones andaluzas. El tándem de Santiago Abascal y su candidata, Macarena Olona, debió parecerles poco a los organizadores y trajeron de Italia a Giorgia Meloni para que hiciera de telonera con un discurso repleto de odio y que ha encendido las alertas. Nada nuevo en el país transalpino, donde llevan años conviviendo con el resurgir del neofascismo, hasta el punto de que el partido de Meloni lidera unas encuestas que le auguran más de un 22% de apoyo. Y todo pese a que Fratelli d’Italia se ha ganado a pulso el mote de Fratelli di ‘ndrangheta por sus numerosos vínculos con la mafia calabresa, que le han llevado a batir el récord de partido con más diputados detenidos por coquetear con el crimen organizado.

El sinfín de detenciones por relación mafiosa tiene años de historia a sus espaldas y afecta a todos los niveles: tesoreros nacionales, políticos regionales, candidatos locales. De hecho, este mismo domingo, mientras ella participaba en el mitin de Vox, Italia celebraba unas elecciones municipales en las que Fratelli d’Italia perdía a su candidato en Palermo, Francesco Lombardo, porque había sido detenido dos días antes por pedir votos a la mafia. 

Y, aún así, el partido el partido de Meloni sigue, encuestra tras encuesta, siendo el objeto de deseo de los votantes italianos. En el sondeo del pasado 22 de mayo del Telegiornale de La 7, Fratelli d’Italia se hacía con el 22,6% del apoyo, seguido del Partido Democratico (progresista) por un 21’8%. El siguiente en la lista, con un 15%, es la Lega, el que hasta ahora era el partido hegemónico de la ultraderecha y que consiguió que su líder, Matteo Salvini, llegara a vicepresidente del Gobierno. El populista Movimento 5 Stelle del humorista Beppe Grillo está en cuarto lugar, con el 12,8% de apoyos y en quinto lugar el Forza Italia de Silvio Berlusconi, con un 8%. Con Fratelli d’Italia a la cabeza, el frente de derecha-ultraderecha supera el 45% de la simpatía de los italianos.

Giorgia Meloni, de la reivindicación de “la cruz” al rechazo de la "inmigración masiva"

El discurso con el que ha conseguido ese apoyo es el mismo que se trajo Meloni a Marbella, para reivindicar “la universalidad de la cruz y nuestra civilización” mientras rechazaba a “los burócratas de Bruselas, las grandes finanzas internacionales y la inmigración masiva”. Todo con un tono cuartelario y subido de decibelios que ponía en pie a los seguidores de Vox y hacía las delicias, en las gradas, de Santiago Abascal, Macarena Olona y de Kiko Méndez-Monasterio, el asesor en la sombra del líder de Vox.

Herederos orgullosos de Mussolini

Méndez-Monasterio es un desconocido frente a los rostros populares de Vox, pero su influencia sobre Abascal y el discurso de la formación es enorme. Como periodista, estuvo al frente de La Gaceta, el diario de Intereconomía, pero es más conocido por haber sido condenado a pagar una indemnización por una de sus sonadas agresiones fascistas en la Universidad, cuando formaba parte de la Asociación Cultural Tornasol. En concreto, el agredido fue un joven estudiante de Derecho llamado Pablo Iglesias, que luego acabaría como líder de Podemos y vicepresidente del Gobierno.

Méndez-Monasterio también tuvo su paso por la política, en concreto por la neofascista Alianza por la Unidad Nacional de Ricardo Sáenz de Ynestrillas. Un partido entre cuyos gérmenes estaba el Movimiento Social Español, hermanado con el Movimiento Social Italiano (MSI), los missinos de los que procede Giorgia Meloni y que en Italia son considerados los herederos directos de Benito Mussolini y nostálgicos de la República de Saló (RSI), el estado títere de los nazis en el norte de Italia durante la Segunda Guerra Mundial. 

La convulsa política italiana requiere de un árbol genealógico para seguir las evoluciones de sus partidos y sus nombres. De hecho, por resumir, del MSI se pasó a Fiamma Tricolore, luego a Alleanza Nazionale, hubo integración con Berlusconi, ruptura en dos y reunificación en los actuales Fratelli d’Italia. Pero, para facilitar las cosas al votante, todos estos partidos han mantenido un logo inmutable: la llama tricolor. Un fuego con los colores de la bandera italiana que usaron primero las juventudes del MSI, que siempre se inclina a la derecha y que representa la tumba de Mussolini. La sutileza no es su fuerte y de hecho las siglas MSI siempre se han interpretado “Mussolini Sí” o “Mussolini sei immortale” (Mussolini eres inmortal).

Fratelli di 'Ndrangheta: el vínculo con la mafia

Fratelli d’Italia comparte con Vox su afición por apropiarse de los símbolos nacionales -su nombre son las primeras palabras del himno nacional y aquí los de Abascal se han quedado, con el visto bueno de la Junta Electoral, con la bandera de España para su propaganda-, pero también su tono neofascista; algo que en Italia ya está institucionalizado, pero que en España se ha visto, con el acto de Marbella, casi como una sorpresa. Lo que es menos conocido en nuestro país es el vínculo que une a los de Giorgia Meloni con la mafia calabresa, la conocida como ‘Ndrangheta (así como Cosa Nostra es el término para la organización en Sicilia y Camorra, en Nápoles).

A finales de diciembre de 2020, el programa Report de la televisión pública RAI, publicó un reportaje sobre el partido de Meloni titulado Cinco sombras negras (un juego de palabras con la secuela Cincuenta sombras más oscuras) en el que revelaba, tras investigar el total de los casos, que Fratelli d’Italia tiene el récord en el Parlamento de partido con más detenidos por relación con la ‘Ndrangheta. Una medalla muy competida en Italia entre las formaciones políticas y que ha provocado que el partido reciba el sobrenombre de Fratelli di ‘Ndrangheta. 

En aquella época, fue muy sonado el caso de Pasquale Maietta, o como le describía Meloni: “Uno de los mejores líderes nacionales de Fratelli d’Italia”. Como tesorero del partido en la Cámara de Representantes, Maietta tuvo relación con los líderes mafiosos del clan Di Sivilo y montó un sistema de lavado de dinero valorado en 200 millones de euros a través de Suiza que habría servido, según la investigación judicial, para financiar la campaña de Fratelli d’Italia. El partido ya contaba con el escándalo de julio de 2019, cuando uno de sus consejeros en el gobierno de Reggio Calabria, Alessandro Nicolò, fue detenido y enviado a prisión por “asociación mafiosa”, donde estuvo 28 meses, hasta que le dieron la condicional por su estado de salud.

Pero no hay que remontarse tanto en el pasado. En los últimos tiempos, el partido ha intentado librarse de esa imagen con el típico truco de un código ético y la elección para Reggio Calabria de un líder de historial impoluto: el excoronel de los carabineros y expresidente de Salerno, Edmondo Cirielli. Pero la prensa rebuscó en la hemeroteca y recordó que Cirielli fue investigado por “intercambio político-mafioso” en 2013. Más cercano, de hace tres días, es la detención de Francesco Lombardo, por pedirle al mafioso Vincenzo Vella el apoyo electoral de la mafia para su candidatura a la alcaldía de Palermo. Italia vivía este fin de semana unas elecciones municipales en varias ciudades, con epicentro en Génova y en la capital de Sicilia. Pero el candidato de Meloni pasaba la jornada electoral entre rejas mientras ella se convertía en la estrella invitada de Vox en Marbella.