Guillermo Fernández Vara, expresidente de la Junta de Extremadura, ha fallecido este domingo a los 66 años víctima de un cáncer de estómago. Casado y padre de dos hijos, el dirigente socialista deja atrás una trayectoria marcada por la serenidad, la vocación pública y el compromiso con su tierra. Fue presidente de la Junta durante 12 años, en dos etapas (2007-2011 y 2015-2023), y desde 2023 ocupaba la Vicepresidencia Segunda del Senado.

Su nombre es inseparable de la historia reciente de Extremadura. Vara gobernó con un estilo que combinaba prudencia y cercanía, sin estridencias ni gestos de soberbia. “Como trates a la gente cuando estés subiendo, es como te tratarán cuando bajes de la cima”, dijo en su despedida de la Asamblea extremeña, una frase que resumía su manera de entender la política: con humanidad y sentido del equilibrio.

De médico forense a presidente: una vida al servicio público

Médico forense de profesión, Fernández Vara llegó a la política de la mano del expresidente Juan Carlos Rodríguez Ibarra en los años noventa, primero como consejero de Bienestar Social y después de Sanidad. En 2007 alcanzó la presidencia de la Junta, que mantuvo hasta 2011. La alternancia de aquel año - tras un pacto inédito entre Izquierda Unida y el PP - le relegó a la oposición, pero en 2015 logró recuperar el Gobierno con una mayoría amplia. En 2023 volvió a ganar las elecciones autonómicas, aunque un acuerdo entre PP y Vox puso fin a su mandato.

De carácter sosegado, Fernández Vara fue un referente dentro y fuera de Extremadura. Nunca perdió el tono pausado ni el gusto por la conversación, incluso en los momentos de mayor tensión política. “La medicina la elegí yo; la política vino a buscarme”, solía decir. En su último discurso recordó las palabras de su madre: “Me dijo que cuando me metiera en política no me metiera con nadie ni en líos. Lo segundo no lo he podido cumplir, porque la política está llena de líos”.

Nacido en Olivenza (Badajoz) en 1958, hijo de un juez y educado por los jesuitas, se licenció en Medicina por la Universidad de Córdoba en 1983. Tres años más tarde ingresó en el cuerpo de forenses y obtuvo el número uno de su promoción en el Centro de Estudios Judiciales. Dirigió la Clínica Médico-Forense de Badajoz y fue profesor de toxicología y legislación sanitaria en la Universidad de Extremadura.

Su vínculo con Olivenza, un municipio fronterizo con Portugal, marcó también su discurso político. “Nos sentimos hijos de España y nietos de Portugal”, proclamó una vez ante la polémica por una reclamación portuguesa sobre la soberanía de la localidad. “Las fronteras de ayer son hoy puentes que construyen la Europa a la que juntos pertenecemos”.

Serenidad, diálogo y una lección final de vida

Su relación con Pedro Sánchez tuvo altibajos. En las primarias del PSOE apoyó a Eduardo Madina en 2014 y a Susana Díaz en 2017, pero tras la victoria de Sánchez fue de los primeros barones en tenderle la mano. El presidente lo incorporó a la Ejecutiva federal como responsable de coordinación territorial.

Moderado por naturaleza, Vara fue un firme defensor del diálogo y de los acuerdos transversales. “Si todos fuéramos a ver cómo resolvemos los problemas de los ciudadanos, descubriríamos que coincidimos más de lo que discrepamos”, reflexionó en una ocasión. Durante su mandato lideró una de las mayores movilizaciones ciudadanas de la región: la protesta en Madrid para exigir un tren digno para Extremadura. Él mismo se unió a la marcha, ondeando la bandera verde, blanca y negra de su tierra.

En 2018 reveló que Pedro Sánchez le había ofrecido ser ministro. Lo rechazó. “Yo siempre he querido transformar mi tierra”, explicó.

El 8 de diciembre de 2023 anunció públicamente que padecía un cáncer de estómago y que se retiraba de la vida pública para centrarse en su recuperación. “Confío en que todo saldrá bien, pero necesito concentrarme con todas mis fuerzas”, escribió. Meses después, reapareció ante los suyos para dejar una lección de esperanza: “Quiero seguir viviendo por los míos y por tanta gente que nos necesita. Pienso mucho en la soledad del corredor de fondo”.

En una de sus últimas intervenciones públicas, en mayo de este año, dejó un mensaje que hoy resuena con fuerza: “Cuando uno es enfermo de cáncer, puede pensar que le ha caído una desgracia. Yo le doy gracias a la vida porque me ha permitido vivir otra”.

El próximo 6 de octubre habría cumplido 67 años. Extremadura pierde hoy a uno de sus grandes servidores públicos.

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