En la sexta semana de cuarentena parece verse la luz al final del túnel, aunque hay un gran trecho por recorrer. El camino ha de conducir a la vuelta a una cierta normalidad. Para algunos será tarde, porque las secuelas que dejará la pandemia en la economía ya están siendo de enorme gravedad.

Cuando regresemos a nuestras tareas, los que puedan, sería un buen momento para recordar a Fray Luis de León. Después de estar encerrado en una celda por la Inquisición, reanudó su cátedra con aquella histórica frase, "como decíamos ayer". Como si esa amarga etapa sufrida ya no fuera a angustiarle en su nueva vida. Corría el siglo XVI.

Tras el confinamiento, no todos podrán reanudar sus actividades, pero sería bueno que quienes pudieran hacerlo retomaran ese espíritu con que el profesor regresó a la Universidad de Salamanca. Una universidad que, muchos años después, sería el escenario del -enfrentamiento entre Miguel de Unamuno y Millán Astray. Somos hijos de una España que siempre parece tener que elegir entre el blanco y el negro. Pero en la estela del fraile/poeta, la nueva España ha de ser más digna que la antigua.

"Decíamos ayer" que no había que olvidar a los sanitarios, a los transportistas, a los empleados de supermercado, al personal de limpieza,etc, etc. Gracias a ellos esta crisis no es aún más profunda.Y lo repetimos hoy. Aunque algunos, como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ni siquiera ha esperado a que terminara la crisis para despedir masivamente a los sanitarios, incluso antes de concluir sus contratos. Sanitarios de usar y tirar.

Esta decisión y la gestión del material, del que pretende hacer bandera después de chapuza tras chapuza, contrasta con el trabajo de Ximo Puig en la presidencia de la Comunidad Valenciana. No solo es quien más aviones con material sanitario ha traído desde China, sino que ha blindado los contratos de los sanitarios hasta, al menos, Navidad.

"Decíamos ayer" que íbamos a valorar todos aquellos trabajos imprescindibles que sufrieron recortes en lo público o que se vieron abocados a la precariedad a partir de las sucesivas reformas laborales. Y también "decíamos ayer" que la Conferencia Episcopal debería rectificar el escaso entusiasmo demostrado respecto al ingreso mínimo vital, una vez que el Papa Francisco haya señalado que todo el mundo debería tenerlo.