Mientras un incendio de perfil extremadamente virulento devoraba extensas zonas forestales y urbanizadas de Tres Cantos, la presidenta de la Comunidad de Madrid permanecía fuera del país, gozando de unas vacaciones privadas en Miami. Esta disonancia entre lo personal y lo institucional ha encendido un intenso debate político y ciudadano: ¿debería Ayuso haber interrumpido su viaje para regresar con urgencia y ponerse al frente de la gestión de la crisis?

El contraste no es solo simbólico. Las llamas avanzaban con tal rapidez que arrasaron más de mil hectáreas en cuestión de minutos, desplazando a numerosas familias de sus hogares, obligando a cerrar colegios, comercios y centros sociales, y dejando un lamentable saldo de víctimas y heridos. Mientras tanto, la máxima responsable regional se encontraba al otro lado del Atlántico, en una ciudad conocida por playas y ocio, lo que ha generado una percepción de descoordinación y falta de liderazgo justo en el momento más crítico.

El debate no nace en el vacío: numerosos comentaristas y sectores de la oposición han destacado que los líderes públicos, más allá de su derecho al descanso, deben priorizar su deber de proximidad cuando se desencadena una emergencia. Señalan que la “responsabilidad política” implica presencia física, comunicación directa y decisiones inmediatas desde el terreno. En este sentido, la pregunta “¿debería volver?” adquiere también un cariz moral: ¿es legítimo postergar el deber institucional frente a una situación que amenaza vidas y bienes?

Por otro lado, defensores de Ayuso podrían argumentar que las funciones operativas en emergencias son coordinadas por los cuerpos técnicos y de seguridad, y que su desplazamiento —por legítimo que sea— no necesariamente cambia el curso de la gestión inmediata. Además, alegan que el derecho al descanso no desaparece por el ejercicio del poder, siempre que la estructura administrativa funcione con eficacia, independientemente de la presencia física de la mandataria.

Sin embargo, más allá de lo técnico, lo simbólico importa: un líder ausente, aunque no desatienda formalmente sus obligaciones, puede transmitir desinterés o desconexión. Y en momentos como este, la visibilidad —por difícil que sea la decisión— suele convertirse en herramienta política, emocional y social. El contacto visual y directo con la ciudadanía afectada, el gesto de cercanía en medio del caos, representan más de lo que un avión puede traer de vuelta.

Este dilema plantea preguntas esenciales: ¿dónde está el límite entre lo íntimo y lo público? ¿Puede el descanso personal esperar ante una emergencia diaria que exige presencia y fortaleza institucional? Y, sobre todo, ¿qué mensaje prefiere enviar una figura pública en estas circunstancias?

Con este contexto ampliado —focalizando en la emergencia, en la tensión ética del momento y en las posibles lecturas contrapuestas— estás listo para lanzar la encuesta que medirá cómo opina la ciudadanía: ¿Debería Ayuso suspender sus vacaciones en Miami para seguir la evolución del incendio en Tres Cantos?

Encuesta
ENCUESTA: ¿Debería Ayuso suspender sus vacaciones en Miami para seguir la evolución del incendio en Tres Cantos?
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. EP/Archivo.

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