La publicación de Reconciliación, las memorias de Juan Carlos I editadas en Francia, ha abierto un nuevo frente alrededor del rey emérito. Y lo ha hecho antes incluso de llegar a las librerías españolas. Uno de los análisis más contundentes ha sido el del periodista y escritor Max Pradera, que ha publicado un hilo en redes sociales donde desmenuza el libro y lo presenta como la prueba definitiva de una deriva personal y pública que, lejos de reparar su imagen, la agrava. Su diagnóstico es tan directo como demoledor: “El Emérito no solo fue corrupto, putero y miserable. Ha sido y es un monarca profundamente estúpido”.
Pradera sienta las bases de su argumentación sobre la lógica misma del proyecto editorial. “¿En qué momento pensó Juan Carlos I que publicar un libro titulado Reconciliación - que es básicamente un ajuste de cuentas con tono de abuelo rencoroso - iba a mejorar su imagen en España?”, se pregunta. El escritor subraya la paradoja de un título que apela a la unión mientras el contenido, según él, “dispara reproches a medio país”. El resultado, apunta, no puede ser otro que un mayor distanciamiento social: “¿De verdad creyó que llamarlo Reconciliación iba a limar asperezas con su familia, con Hacienda y con la opinión pública?”.
🧵 Hilo: El Emérito no solo fue corrupto, putero y miserable. Ha sido y es un monarca profundamente estúpido. pic.twitter.com/hixWGfXOq4
— Max Pradera 🚀 (@maxpradera) November 9, 2025
El autor del hilo sostiene que Juan Carlos I intenta presentarse como víctima de una campaña ajena, algo que Pradera rebate con ironía. “Me roban mi historia”, cita del libro. Y responde: “No, Majestad. Su historia la enterró usted solito en bancos suizos, fundaciones panameñas y vuelos privados costeados por primos generosos”.
Max Pradera: "¿De verdad creyó que llamarlo Reconciliación iba a limar asperezas con su familia, con Hacienda y con la opinión pública?"
Tampoco concede legitimidad al tono confesional del emérito. Recupera la frase que don Juan, padre de Juan Carlos I, solía repetirle: “Los reyes no se confiesan”. Para Pradera, el antiguo jefe del Estado ha desobedecido este mandato, pero no para asumir nada, sino para reafirmarse en la inocencia que proclama públicamente desde que se instaló en Abu Dabi. “Decide confesar… pero sin asumir nada. Solo para que conste que usted no tiene la culpa de nada. Ni de los 100 millones. Ni de Corinna. Ni de los elefantes”.
No es una reconciliación
El periodista presenta Reconciliación como una obra escrita desde la nostalgia del aplauso perdido. “El libro no es una reconciliación. Es una pataleta. Una rabieta de alguien que no entiende por qué ya no le aplauden cuando entra en una sala”, escribe. Y recuerda el motivo por el que, según él, el emérito dejó de recibir ese reconocimiento social: “Spoiler: porque se fue corriendo a Abu Dabi cuando le olía a juicio”.
Pradera también ironiza sobre las regularizaciones fiscales que el emérito presentó cuando comenzaron las investigaciones. “¿Y qué hace cuando le investigan? Regulariza. Pero no por convicción. Por miedo. Y lo hace justo a tiempo, como quien paga el ticket de la ORA cuando ve al controlador acercarse”.
El hilo culmina en dos ideas centrales: que la trayectoria del emérito estuvo marcada por “fortunas ocultas” y por una “fortuna de errores”, y que el mayor de estos fue pensar que podía redactar sus memorias “como si fuera Mandela”. Según Pradera, el título del libro es “el más irónico desde que Bárcenas dijo que era víctima del sistema”, y compara la operación editorial con el improbable “Transparencia” de Villarejo o un manual de “Economía ética” firmado por Rodrigo Rato.
El escritor remata con un lamento que funciona, a la vez, como diagnóstico del mercado editorial: “Lo más triste no es que lo escribiera. Es que alguien en la editorial pensó: ‘Esto va a vender’. Y probablemente tenga razón. Porque en España, la estupidez también cotiza”.
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Síguenos en Google DiscoverSu conclusión final no deja espacio a dudas sobre su tesis: “Juan Carlos I no solo fue corrupto, putero y miserable. Fue, y sigue siendo, profundamente estúpido. Y lo peor: cree que aún puede convencernos de lo contrario”.