1. Atrapados sin salida

Hacia adentro, el Gobierno está atrapado sin salida entre Junts y Podemos; hacia afuera lo está por el PP, por todo el PP, y por los jueces, por algunos jueces. Podemos está atrapado entre el PSOE y Sumar. Sumar está atrapado entre el Gobierno y Podemos. Junts está atrapado entre ERC, Aliança Catalana y los jueces. El PP está atrapado entre el PSOE y Vox. Los únicos partidos que no están atrapados ni por su derecha ni por su izquierda son los ultras ultraespañolistas de Vox y los ultras ultracatalanistas de Aliança Catalana: todas las encuestas catapultan a ambos a posiciones que, de verse confirmadas en las urnas, convertirían a Santiago Abascal y Sílvia Orriols en algo más que los árbitros de la política española y catalana: los convertirían en las nuevas estrellas de la Liga.

2. La reina de las frases pueriles

Isabel Díaz Ayuso, el domingo pasado: "Muchos de los turistas que ayer tuvieron que salir corriendo por las calles de Madrid dando una imagen de un Sarajevo en guerra probablemente hoy en el aeropuerto se han encontrado encima con colas kilométricas e incluso algunos habrán perdido sus aviones por la nefasta gestión que el Gobierno hace también en el aeropuerto". Cada vez que se oye a un político decir una barbaridad ideada para armar un buen titular, es lícito imaginar que se la ha escrito alguno de los periodistas que el tal político tiene en nómina, aunque la tal nómina salga, obviamente, de las arcas públicas. Hoy, los políticos que más brillan son los que cuentan con los mejores negros en plantilla: el caso más sobresaliente en el teatrillo nacional es seguramente el de Isabel Díaz Ayuso, cuyo negro de cabecera es el tal Miguel Ángel Rodríguez; el jefe de gabinete de la presidenta es quien le escribe los disparates que ella suelta con tanto desparpajo, al filo casi siempre de la injuria. Ayuso es la reina de las frases pueriles. “Pueriles pero exitosas”, se apresuraría a replicar MAR. Cuando los periodistas suplantan a los políticos, los políticos acaban suplantando a los periodistas. Titulares como ‘Madrid es un Sarajevo en guerra’ son obra de periodistas a sueldo del político que los pronuncia, lo cual desencadena réplicas de las oposición escritas a su vez por los periodistas a sueldo de ésta. De algún modo, todo queda en casa. La política sin periodistas dentro de ella no tenía más bondad, pero sí más urbanidad.

3. Judíos, moros y cristianos

Hitler presentaba a los judíos como una amenaza racial, aunque no lo eran. Netanyahu presenta a los palestinos como una amenaza terrorista, aunque no lo son. Hitler veía en los judíos una amenaza existencial para Alemania, y una significativa mayoría de alemanes pensaba lo mismo. Netanyahu ve en los palestinos una amenaza existencial para Israel, y una abrumadora mayoría de israelíes piensa lo mismo: según una encuesta de la Universidad de Pensilvania publicada en marzo pasado, el 82% de los israelíes respalda la expulsión de los palestinos de Gaza, mientras que el 47% está de ellos está a favor de matarlos a todos. En el Israel actual, los moros hacen de judíos, los judíos hacen de cristianos y los cristianos… los cristianos miran hacia otro lado.

4. Felipe I, Felipe II…

Felipe González, el nuevo Felipe González, no el Felipe I de los 80 sino el Felipe II de cuarenta años después, ha dicho: “Si Hamás no quiere que maten a niños y mujeres, ¿por qué no suelta a los rehenes israelíes?”. Si cuando ETA secuestró a José Antonio Ortega Lara el Gobierno hubiera optado por bombardear a la población civil de las localidades gobernadas por Herri Batasuna hasta que ETA no liberara al funcionario de prisiones, ¿los cientos o miles de civiles muertos habría que consignarlos en la cuenta de ETA o en la cuenta del Gobierno? Confiemos en que este Felipe II que ha suplantado al Felipe I de antaño no sea a su vez suplantado por un Felipe III…

5. Los riesgos de mirar hacia otro lado

El Gobierno, el PSOE, sus ministros y sus portavoces vienen poniendo tanto énfasis en acusar al PP de no reconocer ni denunciar el genocidio de Gaza que corren el riesgo de relegar a un segundo plano la tragedia misma de los palestinos, de inmolar, en fin, el dolor inconmensurable de todo un pueblo en el pestilente altar de la conveniencia política. Al acusar incesantemente a la derecha de mirar hacia otro lado en el holocausto gazatí, la izquierda se arriesga a acabar ella misma mirando también hacia otro lado, en concreto hacia el lado donde habitan los hipócritas de Génova y no hacia el lado donde se amontonan los muertos de Palestina. Buena parte de la izquierda ya cometió ese mismo error en su estrategia de promoción y defensa de la memoria histórica al dedicar a culpabilizar a la derecha muchas más energías que a buscar su complicidad, su cooperación o su mera connivencia en la recuperación de las decenas de miles de cadáveres olvidados en las cunetas. De nuevo viene Ferlosio en nuestro auxilio: “El cuidado por conservar el filo de las espadas suplantó todo cuidado por lo que tales espadas juraron defender”.