La guerra interna del Partido Popular que enfrenta a la dirección nacional del partido con la presidencia de la Comunidad de Madrid ha arruinado la manifestación policial convocada este sábado para impedir que el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos reforme y elimine los aspectos más polémicos de la Ley de Seguridad Ciudadana, la conocida como ley mordaza.

Y es que la protesta, que partió a las 11.30 horas de la mañana de la Puerta del Sol para recorrer la carrera de San Jerónimo y, posteriormente, los paseos del Prado y Recoletos para desembocar en la Plaza de Colón, junto a la sede del Ministerio del Interior, quedó totalmente deslucida a causa de las maniobras que Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso hicieron con el objetivo de no coincidir en la marcha.

Ayusó se larga, Casado llega tarde 

A diferencia de Casado, la presidenta madrileña sí que acudió a la manifestación cuando aún recorría las calles de Madrid. Ayuso saludó a los convocantes al inicio de la misma y realizó declaraciones a la prensa, pero rápidamente se marchó del recorrido excusándose ante los agentes convocados por una veintena de organizaciones policiales, esgrimiendo su “labor de representación institucional”.


No fue hasta las 13:30 horas cuando Casado se acercó a la marcha. A esa hora, la mayoría de los manifestantes ya habían abandonado el recorrido oficial que transcurrió en un desapacible sábado, en el que el frío y la lluvia hicieron acto de presencia en la capital. De este modo, Génova consiguió que el presidente del Partido Popular no coincidiera con Ayuso ni que tampoco se expusiera durante mucho tiempo al veredicto de la calle.  Para ello, Casado se autocitó a las 10 horas de esta sábado en la cumbre de presidentes provinciales que los populares celebraban en Botines, León-.

 

Las reivindicaciones pasan a un segundo plano

Para rematar la faena, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, acudió a la marcha liderando su propia comitiva, a la que se sumó la presidenta de Nuevas Generaciones Bea Fanjul.

El espectáculo de división interna ofrecido por el Partido Popular no solo provocó que la presencia en la marcha de Santiago Abascal e Inés Arrimadas pasará prácticamente desapercibida, sino que  incluso las propias reivindicaciones de los miembros de las fuerzas de seguridad que recorrían el centro de Madrid pasasen a un segundo plano. Y es que toda la atención mediática recayó en Casado, Ayuso y en su ‘juego del gato y el ratón’ para no encontrarse en las calles de la capital.