Ha sucedido este jueves. Vox ha negado que los nazis persiguieran a los homosexuales. De hecho, la negativa del partido de extrema derecha ha impedido sacar adelante una Declaración institucional en el Ayuntamiento de Valencia sobre el 75 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz.

Desde Vox esgriman que no es cierto que en Auschwitz hubiese personas detenidas por su carácter LGTBI.

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El alcalde de la ciudad, Joan Ribó (Compromís), ha lamentado que los ultras se hayan negado a refrendar el propósito del Consistorio municipal: “La ultraderecha de Vox se ha negado a votar una Declaración Institucional en el Pleno de Valencia en memoria y rechazo del Holocausto. ¿El motivo? Según ellos, en los campos nazis no había homosexuales. Frente al negacionismo, los demócratas lo aprobaremos como moción”.

En un comunicado de prensa infame, la extrema derecha ha confirmado que han rechazado la declaración “por estar supeditada a los lobbies LGTBI e islámicos”. “Los grupos del Ayuntamiento han querido incluir contenido ideológico referente al colectivo LGTBI o al islam en la declaración (sin incluir a víctimas católicas), restando el valor y significado del Holocausto, que suponía la Solución Final contra los judíos”, manifiesta el grupo municipal en un comunicado oficial tras el revuelo que se ha originado por su postura.

Desde la exposición coproducida por el Museo Estatal de Auschwitz–Birkenau, desmienten en su página web la postura defendida por Vox: “A la Alemania nazi no le tembló el pulso a la hora de perseguir y castigar la homosexualidad durante el Tercer Reich.

Por su interés informativo, reproducimos íntegramente lo afirmado desde auschwitz.net sobre la persecución de los homosexuales en la Alemania Nazi:

"En su búsqueda de la 'perfección de la raza aria', a la Alemania nazi no le tembló el pulso a la hora de perseguir y castigar la homosexualidad durante el Tercer Reich.

No en vano, los nazis creían que los homosexuales eran hombres débiles y afeminados sin capacidad para luchar por la nación y que, además, no ayudarían a aumentar la tasa de natalidad alemana. Las lesbianas, por lo general, no se consideraban una amenaza a las políticas raciales del Tercer Reich, por lo que su persecución fue menor que en el caso de los hombres.

El 6 de mayo de 1933, estudiantes dirigidos por las SA (Sturmabteilung) entraron en el Instituto para la Ciencia Sexual en Berlín y cuatro días después más de sus 12.000 libros y 35.000 imágenes irremplazables, junto a miles de otras calificadas como “degeneradas” por el régimen de Hitler ardieron en una gran hoguera en el centro de Berlín.

Este fue el primer paso hacia una larga serie de medidas para erradicar la cultura gay o lesbiana. Después llegaron el cierre de bares tan míticos como “Eldorado” o la prohibición de revistas como “Die Freundschaft(la Amistad)”, forzando a los homosexuales a la clandestinidad; la creación de “listas rosas” y de una amplia base legal para extender la persecución homosexual, según la cual incluso la intención o el pensamiento podían considerarse “actividades indecentes criminales entre hombres” y, por tanto, ser motivo de encarcelamiento indefinido sin necesidad de juicio.

Sin embargo, cuando todo parecía no poder ir a peor, el 4 de abril de 1938, la Gestapo anunció públicamente que los hombres condenados por homosexualidad podrían ser deportados a campos de concentración.

Entre 1933 y 1945 la policía, bajo las órdenes del jefe de la SS, Heinrich Himmler, arrestó aproximadamente a 100.000 hombres sospechosos de delito de homosexualidad. La mitad de ellos fueron condenados y recluidos en prisiones regulares. De ellos, entre 5.000 y 15.000 fueron internados en campos de concentración, donde se les marcaba con un triángulo rosa.

Allí, los guardias les otorgaban a menudo algunos de los trabajos más peligrosos y en ocasiones les separaban del resto de prisioneros para prevenir la “propagación de la homosexualidad” a otros prisioneros y guardias, según las memorias de Rudolf Hoess, comandante de Auschwitz. Incluso, los jueces y los oficiales de los campos de las SS podían ordenar la castración de un prisionero homosexual sin su consentimiento.

Asimismo, los médicos de la SS desarrollaron crueles experimentos para “curar” la homosexualidad con presos (pruebas que causaban enfermedades, mutilaciones, y hasta la muerte del reo, y que no tuvieron como resultado ningún conocimiento científico).

Aunque no existen estadísticas claras sobre el número de homosexuales asesinados en los campos nazis alemanes, sí parece claro que estos fueron especialmente vilipendiados y castigados. De las 400.000 personas registradas oficialmente en Auschwitz, solo 75 recibieron triángulos rosas. Sin embargo, se cuentan por miles los hombres y mujeres homosexuales que fueron asesinados durante el Tercer Reich".