La opacidad de los informes sobre el apagón eléctrico que el pasado 28 de abril dejó a oscuras a toda la Península Ibérica, presentados por el Gobierno y el operador del sistema, Red Eléctrica (REE), y censurados a petición de las empresas eléctricas, dificulta saber qué centrales fallaron.

Los informes confirman que el fallo fue “multicausal”, lo que implica una cadena de errores repartidos entre diversas instalaciones: solares, de gas y nucleares, suponiendo un reparto de culpa entre REE y las compañías eléctricas.

Una de las primeras protagonistas es la megaplanta Núñez de Balboa, en Badajoz, propiedad de Iberdrola, que sufrió una “oscilación forzada” considerada como el origen del apagón. Según fuentes que han accedido a la versión no confidencial del informe del Gobierno, esta planta, de 500 MW, fue una de las que se desconectó de forma “indebida” cuando comenzaron las pérdidas de generación.

A esta le siguió otra gran instalación de Iberdrola, la planta Francisco Pizarro en Cáceres, que en 2022 se convirtió en la mayor de Europa con 590 MW y también se desconectó de forma “inadecuada”, según el informe de REE.

Sin embargo, antes de que se cayeran las grandes plantas solares, hubo un momento clave que tuvo que ver con las centrales térmicas, no con las renovables. Todo empezó con las oscilaciones en la planta Núñez de Balboa. En ese momento, varios operadores avisaron de problemas y se detectó que el sistema eléctrico se volvía cada vez más inestable.

Ante esta situación, el operador del sistema trató de reaccionar con medidas urgentes, como ajustar el intercambio de energía con Francia. Pero el problema empeoró porque las centrales térmicas que debían ayudar a mantener la tensión eléctrica no reaccionaron como se esperaba.

Además, REE había reservado diez grupos térmicos para el control de tensión (tres nucleares y siete ciclos combinados de gas), el mínimo del año. Uno de ellos declaró su “indisponibilidad” por avería la noche anterior. Aun así, no fue reemplazado porque se estimó que la reserva era suficiente.

Fallos en la respuesta del sistema

A medida que se acumulaban los errores, el sistema empezó a perder capacidad de respuesta. Casi el 22% de las 850 instalaciones de renovables, cogeneración y residuos no cumplieron con su deber de regular la potencia activa, provocando un aumento continuo de la tensión y conduciendo a desconexiones automáticas.

El pasado 27 de mayo, la patronal que agrupa a grandes eléctricas como Iberdrola o Endesa pidió “transparencia y una explicación técnica rigurosa sobre el apagón”. Mientras tanto, la CNMC ha aprobado un nuevo procedimiento para el control de tensión, que el organismo llevaba analizando desde 2021 y que ha tardado casi cuatro años en ver la luz.

El sistema vigente hasta ahora era del año 2000, cuando las renovables apenas existían en el mix energético. El nuevo protocolo permitirá a estas fuentes participar en el control de tensión y recibir compensación económica por ello. Además, por primera vez, se impondrán penalizaciones a quienes no cumplan sus obligaciones.

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