Si la encrucijada se presentaba histórica, las declaraciones de Manuel Valls del pasado 27 de octubre no ayudaron a calmar la intriga: “Al fin y al cabo el Mónaco juega aquí, luego el Barcelona...”, deslizaba el primer ministro francés, nacido en la ciudad condal y gran seguidor culé, a la publicación 'Chalenges'. Sus palabras, más propias de un aficionado que de un primer ministro, chocaron frontalmente con el gobierno de Hollande que se ha mostrado reacio a la independencia catalana. La embajada francesa en España emitió un comunicado asegurando que sus palabras habían sido malinterpretadas.  

Ahora, con el clásico Real Madrid – FC Barcelona a la vuelta de la esquina, la pregunta vuelve a estar más presente que nunca. ¿Dónde jugaría el Barça ante una hipotética independencia de Cataluña? La entidad culé ha preferido guardar silencio ante la llamada de ELPLURAL.COM y no hablar de hipótesis que todavía no se han producido. Los azulgranas viven un período de reflexión y calma tensa después de que la UEFA paralizara las sanciones por mostrar esteladas en el Camp Nou.

Para conocer mejor las intenciones de la junta directiva presidida por Josep María Bartomeu hay que echar la vista atrás y escuchar al presidente del Barça justo antes de las elecciones del 27-S: “Somos un club afiliado a la Federación Catalana de Fútbol. Por tanto, la institución que dirá dónde juega el Barça será, al final, la Generalitat”. Aunque Bartomeu también dejó claro sus deseos: “Al Barça le gustaría seguir en la Liga, que es donde nos hemos proyectado al mundo. Es difícil pensar en la LFP sin los Barça-Madrid”.

Por su parte, el RCD Espanyol ha mostrado a ELPLURAL.COM su intención de seguir disputando la Liga española: “Somos uno de los 10 equipos fundadores de la Liga y formar parte de ella nos permite asegurar que el club mantendrá y mejorará sus ingresos, su nivel de competitividad y proyección de futuro” dice Joan Collet, presidente del club blanquiazul. Para Javier Tebas, su homólogo en la Liga de Fútbol Profesional, la situación no admite lugar a dudas: “Los clubes catalanes no podrían jugar la Liga en caso de que se produjera la independencia porque la legislación se lo impide” y apunta más allá: “tampoco podrían disputar competiciones europeas, sobre todo a corto plazo”.

Juego de intereses
El Presidente del Consejo Superior de Deportes, Miguel Cardenal, es consciente del interés mutuo por seguir compitiendo en España debido al prestigio, rivalidad y réditos económicos que ello comporta. “Hoy en día las finanzas de los equipos vienen marcadas por los ingresos de televisión, por lo que en un país de ocho millones de habitantes, como sería Cataluña, el Barça podría ser un equipo de cantera como el Ajax o el Celtic y llegar como muy lejos a los octavos o cuartos de final de la Champions”, aseguraba Cardenal a este periódico.   

El doctor en Ciencias Económicas, José María Gay de Liébana, ahonda en el descalabro económico que supondría la independencia: “La Liga perdería competitividad y recursos económicos, al igual que el Barça. Ninguno podría comercializar sus derechos audiovisuales al nivel actual”. Por todo ello, Cardenal ve inviable el escenario de la independencia: “Si el Barça y el Espanyol quieren seguir jugando la Liga es porque tienen unos vínculos muy fuertes con España”.

En el otro lado del terreno de juego esos vínculos son vistos como simples intereses. La Plataforma ProSeleccions Esportives Catalanes sostiene que hay fórmulas para alcanzar un acuerdo deportivo: “Podrían jugar la Liga si hubiera un acuerdo entre Cataluña y España. Este acuerdo interestatal pasaría por la modificación de la Ley del Deporte, una modificación que ya se realizó hace unos años para permitir la participación de equipos de Andorra en las competiciones españolas”, puntualiza el vicepresidente de la plataforma, Sergi Blazquez, a ELPLURAL.COM.

Tal y como nos aclara Javier Tebas esta modificación solo podría llevarse a cabo por el Parlamento español. Pero la resolución se extendería en el tiempo y mantendría a los clubes catalanes en un limbo deportivo, no pudiendo competir más allá de Cataluña durante alguna temporada. La Real Federación Española de Fútbol, a través de su portavoz, Jorge Carretero, no cree que esa situación de ruptura se produzca y prefieren mantenerse al margen. Sus estatutos, sin embargo, hablan claro sobre quién puede participar en sus competiciones: “Aquellos clubes que estén afiliados a la RFEF e integrados en ésta, además de en la Federación de ámbito autonómico de la que sean miembros”.

Marca Catalunya
La escritora Pilar Rahola, defensora de la independencia, es consciente de la ayuda que el deporte puede suponer a la marca Catalunya para ganar representación internacional “pero lo fundamental es resolver la cuestión política”. Centrada en ello ha trabajado como miembro del Consejo Asesor para la Transición Nacional e intenta explicar a ElPlural.com las causas del desencuentro Cataluña-España: “Se podía haber resuelto si desde España se hubiera optado por la vía Suiza, y entendernos como un estado plurinacional. Pero han optado por ser un estado imperialista, y acorralar al resto de naciones”. Otro que conoce bien los terrenos que pisa, pues ha jugado en el terreno deportivo y político es Joan Laporta, quien asegura que la UEFA o la FIFA no se opondrán a que el Barça juegue en Francia como alternativa al conflicto deportivo que pudiera surgir con España.  

Precisamente fue su sucesor, Sandro Rosell, el primero en preguntar a la Federación francesa por una posible inclusión del Barça, sin obtener respuesta. En Cataluña, mientras tanto, insisten en la idea de que la Liga no puede perder al Barça. “Se lo rifarían en otras ligas. Lo que está claro es que Messi, Neymar y compañía no jugarán una liga catalana contra el Hospitalet o el Llagostera”, concluye Sergi Blazquez. Algo que no deja de ser paradójico: independizarse de España, para seguir jugando en España. Pilar Rahola aporta una nueva vuelta de tuerca ante esa hipótesis: “Si por el malestar propio de la ruptura al Barça no le permiten jugar la Liga Española, eso perjudicaría también al Real Madrid, que se quedaría sin rival. Habrá bastante presión para que eso no ocurra”.

Hasta que ese momento llegue, el partido se disputa más allá de los terrenos de juego. En el Parlament la clase política intenta desatascar un 'procés' encallado y el deporte catalán mira de reojo sus consecuencias. Mientras el Camp Nou se erige en altavoz político y se puebla de esteladas que reclaman independencia. Son conscientes en Cataluña de que el reconocimiento deportivo resultaría fundamental en la constitución del nuevo estado. Esa nueva realidad política podría acabar con El Clásico y poner en jaque a más de un deportista catalán. La presión para decantarse por una u otra camiseta ya se ejerce y el partido acaba de empezar. Se prevé largo y de resultado incierto.