366 eternas jornadas —recordemos lo bisiesto— sobre las que se escribirá largo y tendido por culpa de un protagonista imprevisto y non grato: el COVID-19.

Como ya se han redactado suficientes artículos sobre ese dichoso virus que ha provocado la dichosa mayor crisis sanitaria, económica y social de los últimos cien años, me van a permitir hablar de otro tema de capital importancia pre, durante y post covid: la igualdad.

Desde hace días, nuestras amistades virtuales llevan compartiendo en redes sus listas de canciones favoritas, sus fotos con más likes o sus top10 de libros, series y películas. Y a mí me gustaría compartir en este escueto texto un balance —más bien un collage con brochazos— de los principales avances, retos y retrocesos de la igualdad en tiempos de pandemia. Comencemos.

Ursula von der Leyen daba sus primeros pasos como flamante Presidenta de la Comisión Europea en un 2020 en el que el Brexit tendría lugar. Estados Unidos entraba de lleno en año electoral. Y en España, tres vicepresidentas y ocho ministras eran investidas al frente de importantísimas áreas en el primer gobierno de coalición desde la República.

El Partido Socialista y Unidas Podemos sellaban un acuerdo programático histórico cargado de una importante batería de propuestas en materia de igualdad que habían sido refrendadas por la mayoría del electorado.

Una de las primeras —y necesarias— medidas fue comenzar la tramitación del Anteproyecto de Ley de Libertad Sexual. Con el cántico chileno de “El violador eres tú” aún en nuestros tímpanos, se despejaba en nuestro país el camino hacia la consagración legal del consentimiento. Porque solo Sí es Sí.

Las diferencias —naturales en política— entre los socios de coalición en vísperas del 8M vaticinaban una agenda de igualdad movidita, pero llegó el coronavirus y lo cambió todo. Aquí y en Pekín.

Los agujeros de la desigualdad existentes se agrandaron y dejaron entrever las costuras de una sociedad —en España, pero también en el resto del mundo— que aún se encuentra lejos de cumplir ciertos preceptos básicos de la Declaración de los Derechos Humanos.

Los aplausos a los héroes y heroínas de la pandemia —en su mayoría profesionales de los cuidados y los servicios, es decir, mujeres precarizadas— no fueron vacuna suficiente para frenar los brotes del odio y la discriminación en todas sus formas.

El machismo seguía matando (44 asesinadas en España cuando escribo estas palabras) mientras muchas mujeres maltratadas tenían más miedo al confinamiento con su verdugo que al propio virus. El racismo asfixiaba a la comunidad negra en Estados Unidos, mataba a indígenas en Colombia y estigmatizaba al pueblo gitano y a las personas migrantes en Europa y en España. El colectivo LGTBI sufrió la vejación institucional en Hungría —bajo la misma pluma de quien en Bruselas se acostaba con su ¿enemigo?— y en Polonia; y aquí, se sucedieron incontables agresiones y también asesinatos (Diego, Paula, Eva, las Iratxe…) el año en el que celebramos el 15 aniversario del matrimonio igualitario y el decimotercero de la Ley de Identidad de Género. Y un largo etcétera.

Pese a todo lo anterior, y por muchas ganas que tengamos de tirar a la basura el calendario del 2020, es de justicia reivindicar lo positivo. Porque la igualdad es tozuda y resiliente. Y, a más embestidas, más pasos da al frente, nos caeremos y nos volveremos a levantar, porque así lo hicimos siempre.

“Más políticas para otra política” es un título —firmado por Ángela Paloma Martín— que habla por sí mismo sobre cómo cimentar el mundo que viene. Y yo lo quiero complementar pidiendo “más igualdad para otra sociedad”. Pues bien, no lo hemos hecho tan mal este año.

La Europa con rostro y batuta de mujer(es) salvó a Europa y rompió con el paradigma de la austeridad. La fuerza del Black Lives Matter contribuyó a la derrota de Trump y nos regaló la primera mujer —y racializada— Vicepresidenta de los Estados Unidos de América. Angela Merkel siguió plantando cara al fascismo alemán y Jacinda Ardern ha sido reelegida en Nueva Zelanda, a la vez que Petra de Sutter, se convirtió en la primera mujer trans de más alto rango en la política de Europa, Vice Primera Ministra de Bélgica. Las mujeres del este han liderado la lucha por los derechos civiles y la democracia en Bielorrusia y en Polonia. Sudán ha prohibido la mutilación genital femenina y República Dominicana ha abolido el matrimonio infantil. Además, nuestras hermanas y compañeras argentinas, por fin, han conquistado su derecho a decidir, ya es Ley, el aborto legal, seguro y gratuito, porque la clandestinidad nunca fue el camino.

En nuestro país, cerramos el año con los Presupuestos Generales del Estado (redactados por una ministra) con mayor inversión pública —y con récord en partidas para Igualdad— de la historia. Las vacunas han llegado y la entrañable Araceli y la entregada Mónica han inaugurado el principio del fin de la pandemia. La política de lo urgente da paso, por fin, a la consecución de lo importante: como la Eutanasia, la Transición Ecológica o la Memoria Democrática; como la inauguración del primer albergue para refugiados LGTBI del mundo o la elaboración participativa de la Ley Integral Trans (iniciativas lideradas, todas ellas, por grandes servidoras públicas).

También hay luz morada más allá de lo político:

-El palmarés de las deportistas españolas es cada vez más extenso, con nuevos nombres como la campeona mundial de parakárate Isabel Fernández.

-La ciencia suma enteros con nuevos éxitos como el desarrollo del primer exoesqueleto biónico del mundo para niños, gracias a la cántabra Elena García Armada.

-Y la cultura… ¡Qué doce meses! Es el año de “Un amor”, de “Veneno”, de “Panza de burro”, de “pequeñas mujeres rojas”, de “Tempestad en víspera de viernes”, de “Cien noches”, de “Los llanos”, de “Deforme semanal” o de “Las Malas”. El año en el que las manos y las voces de grandes mujeres y hombres aliados han creado libros, podcasts y series que, de una u otra forma, ensanchan los márgenes para que cada vez quepan más historias en nuestra mente.

Quiero despedirme del 2020 con optimismo.

Y quiero hacerlo con la esperanza que compartimos las que trabajamos cada día por un feminismo integral, que transforme todos los rincones de nuestras vidas: deseando que el próximo 2021 sea el año de las mujeres.

De todas las mujeres.

 

Carla Antonelli 

Diputada del PSOE en la Asamblea de Madrid / Activista trans