Ha vuelto a hacerlo. Es una crack. La ‘number one’. La campeona continental de la brocha gorda. Reina populista y princesa ceporra, todo en un mismo pack. “No digo que me lo mejores, solo iguálamelo”. Isabel Díaz Ayuso es, con diferencia, la líder más inverosímil que ha dado hasta ahora la democracia española y tal vez europea, y no solo por decir las cosas que dice, que también, sino porque, después de decirlas, la gente sigue votándola masivamente y aplaudiéndola a rabiar. Cuando Ayuso se decide a soltar ocurrencias no tiene rival. Ni en España ni en Europa. Y no resulta nada fácil replicarle, de igual manera que no es fácil replicarle al niño que nos pone en aprietos con una pregunta descabellada, imposible y fuera de toda lógica, vamos, lo que cuando el niño no está delante llamaríamos una gilipollez.

La última de la presidenta de la Comunidad de Madrid ha sido con ocasión del 8 de Marzo. En su discurso durante el acto institucional por el Día Internacional de la Mujer, Ayuso tuvo a bien trasladar al público sus reflexiones sobre la marginación y el olvido infligidos con escandalosa impunidad a los hombres por un feminismo contemporáneo al que, con no menos sagacidad que coraje, la presidenta acusó valientemente de haber “orquestado un ataque al hombre, a la familia, a la madre y a la maternidad”. 

Pero Ayuso no hablaba por hablar, ella no es como otros políticos que se pronuncian sin ton ni son sobre asuntos que política e intelectualmente les sobrepasan. Como quien no quiere la cosa, con esa entonación suya como de mosquita muerta pero que suelta verdades como puños y lanza golpes directos a la mandíbula de cristal del feminismo machirulo,  Ayuso dejó caer su bomba dialéctica aunque no meramente política, que eso está al alcance de cualquiera, no, la suya fue una bomba se diría que de alcance metafísico, ontológico, una bomba lanzada con la determinación inequívoca de deconstruir en un plis plas el discurso rancio y viejuno del feminismo paniaguado que sobrevive, basta de engañarse, todos lo sabemos, gracias a las prebendas y canonjías otorgadas por el Gobierno socialcomunista con el dinero de todos los españoles.

Datos, porcentajes, ciencia 

La bomba, casi huelga recordarlo, fue, como todo el mundo sabe, esta: “No sé cuándo es el Día del Hombre para hablar de todo esto”. ¿Y qué es exactamente “todo esto”? Veámoslo, pues no hablaba Ayuso a humo de pajas. La presidenta, cráneo privilegiado, se cuidó de cebar su artefacto explosivo con un torrente incontestable de datos, referencias, porcentajes, pura ciencia: “Según la DGT –informó la Princesa Brochagorda–, el 79 % de las víctimas de accidentes de tráfico en el 2023 fueron hombres; el 97 % de los soldados víctimas de guerra lo son; el 93 % de las víctimas de accidentes laborales también son hombres y el 80 % de las víctimas asesinadas también lo son”. ¿Qué? ¿Cómo se quedan? No hace falta que se lo mejoren, solo iguálenselo.

Rápidamente, no obstante, Ayuso tranquilizaba a la estupefacta concurrencia asegurando que no, amigos, que no hará falta celebrar ese Día del Hombre hasta ahora jamás invocado por nadie en el planeta, sino que bastará con “trabajar todos los días, no para compensar las estadísticas y para igualarnos a todos ahí, sino para que haya menos hombres y menos mujeres que sean víctimas”. Poderosa. Insuperable. Imbatible. Portentosa. Una crack. 

Quién sabe, quizá en un futuro no muy lejano el mundo siga los pasos de las urnas madrileñas y haga justicia a la presidenta Ayuso, y no tanto por su contundente aunque no siempre bien comprendida gestión de las residencias de ancianos de Madrid durante la pandemia como por sus vigorosas aportaciones a la corriente de pensamiento político-filosófico que, en estas primeras décadas del siglo XXI, se ha propuesto la proeza de desbaratar para siempre las falacias de ese trasnochado igualitarismo feminista que, durante buena parte del siglo XX y primeros años de este, tantas incurables y dolorosísimas heridas ha infligido a millones y millones y millones de hombres desvalidos.

Dos referentes

Si en la política hay pocos precedentes, quizá ninguno, que hayan rayado las alturas alcanzadas por Ayuso, en el cine sí encontramos, por fortuna, algunos referentes que pueden arrojar cierta luz sobre el enigmático caso Ayuso y entre los que cabe destacar dos en particular: ‘Bienvenido, Mr Chance’ y ‘Forrest Gump’.

El protagonista de la primera película, aunque se había dedicado toda su vida a cuidar el jardín de una mansión y todo su saber se limitaba a la jardinería, merced a una serie de casualidades y circunstancias se vio catapultado a la fama y aclamado por el pueblo como un político extremadamente sagaz; el segundo, Forrest Gump: aunque al decir de cierta crítica era “la simpleza revestida de ternura”, el pueblo adivinó en él capacidades políticas e intelectuales que desmentían rotundamente el supuesto retraso que sus educadores le habían atribuido en la infancia. Muchos pensaban que cosas así solo eran posibles en el cine. Se equivocaban.