Pedro Sánchez ha reunido este lunes a su Comisión Ejecutiva Federal para abordar una hoja de ruta común de cara a la contrarreloj que espera a socialistas y morados. Sin confianza y con achaques mutuos frente a las cámaras, la sintonía sigue sin ser proclive a un entendimiento, pero desde Ferraz creen que el vértigo a una repetición electoral hará recapacitar a sus homólogos. O conmigo o con las urnas.

Una reunión para presentar el programa de 300 medidas sociales recién salidas del horno después de un agosto repleto de reuniones con colectivos de la sociedad civil, oenegés y asociaciones de toda índole. Un proyecto social, conformado por los representantes de los sindicatos y el Ejecutivo en funciones. La estrategia es clara: si Unidas Podemos dice no al PSOE, dirá no a la sociedad civil. Aquello del relato…

A pesar de que las 300 medidas serán presentadas este lunes, haciendo que todos los barones se vuelquen en la consecución de un pacto y la protección del trabajo realizado, sin equidistancias y mostrándose como un ente unido y homogéneo, el programa no será presentado ante los medios hasta este martes. Quedan 20 días y todos saben que la repetición electoral es una posibilidad nada descartable, por lo que tan importante es la consecución de objetivos como las formas de no conseguirlos en su defecto.

Una vez establecida la hoja de ruta, toca reunirse con el resto de fuerzas políticas. El turno de Unidas Podemos no será hasta la semana que viene, sorprendiendo a estos últimos y desesperando a aquellos que piden encarecidamente que las ínfulas particulares de las dos fuerzas llamadas a entenderse no rompan el consenso de los electores.

Los dos agentes miran el calendario y tachan días a la misma velocidad que suben los nervios. Mientras el PSOE lo fía todo a la cesión de Unidas Podemos, los morados creen que las conversaciones deben emprenderse desde el punto en el que se dejaron: el baile de carteras ministeriales en un Gobierno de coalición.

Desde Ferraz insisten en que esa posibilidad quedó dinamitada tras el portazo de los de Iglesias en la Sesión de Investidura. Creen que hay demasiada “desconfianza” para avanzar de forma conjunta e insisten en que, a pesar de repudiar la repetición electoral, prefieren no gobernar a hacerlo sin consenso y a toda costa.

Mientras tanto, Pedro Sánchez sigue acordándose del resto de líderes. Es consciente de que un hipotético apoyo en forma de abstención de Rivera y Casado también sería definitivo aritméticamente. A pesar de ello, tanto Ciudadanos como el Partido Popular se mantienen frente a esta opción, haciendo ímprobos esfuerzos por presentarse -aquí también está en juego el relato- como la carta ganadora al sanchismo.