Tener un comportamiento políticamente correcto es mantener una actitud neutra para evitar ofender a otros individuos. Pero hace mucho que en política se dejó a un lado lo políticamente correcto. A principios de esta semana Barack Obama pidió a los líderes del Partido Republicano que apoyaran a Hillary Clinton después de que Donald Trump ofendiera a la familia de un soldado musulmán fallecido en Irak.

Esta nueva aparición estelar del magnate estadounidense se suma a un sinfín de desafortunadas intervenciones. Y es que, Trump ha protagonizado algunos de los insultos más célebres de la política en los últimos años. El pasado diciembre el candidato republicano a la Casa Blanca utilizó la palabra inglesa “schlonged" para referirse a Clinton. Dicho vocablo hace referencia a unos genitales masculinos de gran tamaño. Trump afirmó: "Ella iba a ganar, era la favorita, pero fue sacudida [por un pene de gran tamaño], perdió", -refiriéndose a la derrota de Hillary Clinton frente a Barack Obama en 2012-.

Pero este no es el único insulto que Trump le ha dedicado a su opositora. “Débil”, “incompetente” o “deshonesta” son algunas de las perlas que el magnate empresarial ha pronunciado. El profesor de la Universidad Rey Juan Carlos Enrique San Miguel achaca el auge de un deslenguado como Donald Trump al convulso contexto actual de crisis económica: “Un personaje como él [Trump] no hubiera tenido ninguna oportunidad en el siglo XX, y a día de hoy será el candidato a la Casa Blanca del partido de Abraham Lincoln”.

Del lenguaje maquillado al burdo insulto

Los tiempos han cambiado y la oratoria política también. En el año 44 a. C, Marco Tulio Cicerón dedicó discursos poco amigables a Marco Antonio que incluían desde “vergüenza humana” hasta “borracho disoluto”. Pero por lo menos se esforzaba en maquillar sus embestidas en una fina prosa: “Profanador de la honestidad y la virtud, campeón de todos los vicios, el más estúpido de los mortales, prostituto de moral corrompida”.

En la actualidad, la ofensa maquillada ha dejado paso al burdo insulto. Nadie se corta ni un pelo. El recientemente nombrado ministro de Exteriores británico, Boris Johnson, es junto con Trump uno de los políticos más deslenguados de la actualidad. Célebre es ya su “formidable gilipollas” y el “pajero follacabras” que le dedicó al presidente de Turquía Recep Tayyip Erdogan. A Hillary Clinton le llamó “enfermera sádica en un hospital psiquiátrico”, a Angela Merkel “cínica” y “elfo doméstico” a Vladimir Putin, de quien también dijo que era un “despiadado manipulador”.

En España también hay deslenguados

Pero no hay que irse hasta Reino Unido o cruzar el Atlántico para encontrarse con políticos políticamente incorrectos. Pablo Iglesias sacó a relucir el “pasado manchado de cal viva” de Felipe González, algo que fue muy criticado por los medios y por varias de las formaciones políticas. Pero esta no es la única salida de tono del líder morado, que llegó a calificar de "golfos" e "inútiles" a quienes por entonces llamaba "casta".

En diciembre de 2015 el propio presidente en funciones, Mariano Rajoy, llamó “ruiz (ruín), mezquino, deleznable y miserable” a Pedro Sánchez durante el debate previa cita electoral. Y es que, la descalificación parece formar parte del ADN popular. El alcalde del PP de la localidad coquense de Villares del Saz , José Luis Valladolid, llamó “puta barata podemita” a Rita Maestre y "lamepollas" a integrantes del PSOE.

Los descalificativos, sin maquillaje ni nada, han irrumpido en el marco político actual y ya nadie se extraña de que personajes como Trump, Boris Johnson y compañía protagonicen palabras que poco o nada tienen que ver con lo ‘políticamente correcto’.