Santiago Cantera Montenegro tiene 46 años y se metió a monje recién terminada la unversidad y dejando a su novia. Cantera es considerado un experto medievalista por algunos, como un "amigo" por la Fundación Francisco Franco y como un problema por parte de la jerarquía católica, que tuvo que presionarle para que dejara de desobedecer a los jueces, al Senado y al Ejecutivo, dueño del Valle de los Caídos a través de Patrimonio Nacional. 

Cantera, que alguna vez ha dicho que negaría la comunión a los feligreses "ignorantes" que se presentaran en misa "como si fueran vestidos para la playa", también ha negado a los familiares de los hermanos Lapeña el derecho a recuperar los restos de sus seres queridos, que permanecen desde hace más de 50 años en el Valle de los Caídos, a donde fueron trasladados por las autoridades franquistas sin pedir permiso. A mayor gloria de la paz del franquismo.

Para ello no ha dudado en desobedecer una sentencia judicial que autorizaba las exhumaciones, en prohibir el acceso a un recinto estatal a los técnicos del Estado, en ignorar al Senado -a donde fue llamado para explicar su actitud- y en acusar de prevaricación a la Vicepresidenta del Gobierno y Ministra de Presidencia, Soraya Sáenz de Santamaría. No parece tener en cuenta que es inquilino de una propiedad estatal que nos cuesta dos millones de euros anuales y que, además, recibe otros 240.000€ del Estado para administrarlos sin dar explicaciones. 

Cantera también despierta opiniones divididas entre sus compañeros, los propios monjes benedictinos. Cuando el último abad del Valle de los Caídos, Anselmo Álvarez Navarrete, renunció por motivos de salud, Cantera no le sucedió como abad debido a que no reunió "suficiente consenso" por parte del resto de monjes. Así que está un escalón por debajo, teniendo que conformarse con ser prior-administrador. 

Aunque Cantera habla del Valle de los Cáidos como un "símbolo de reconciliación", no tiene problemas en celebrar mismas por Francisco Franco, José Antonio Primo de Rivera y en oficiar el funeral de Carmen, la hija de Franco, en el tanatorio de Carabanchel.

Algunos de sus detractores creen que no termina de entender la aconfesionalidad del Estado, señalando cómo usaba su condición de religioso para negarse a obedecer al Estado. Esa visión un tanto nacionalcatólica le hace estar algo desconectado de la realidad, según incluso algunos de los feligreses que oyen misa en la basílica del complejo monumental franquista. Según estos habituales de los sermones del prior-administrador, Cantera cree que los cristianos están perseguidos en la actualidad y que ceder en aspectos como permitir las exhumaciones es permitir el primer paso para los benedictinos sean desalojados del Valle de los Caídos.

Hasta que el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, no dijo públicamente que Cantera era un simple monje que debía obedecer a las autoridades estatales, el prior-administrador no cedió y dejó de obstaculizar el proceso para las exhumaciones. A la vez, dejó caer a través de una senadora del PP que estaría dispuesto a recibir a la familia Lapeña, aunque Eduardo Ranz, abogado de éstos, niega que tal invitación se haya producido. Y son las familias quienes más han sufrido los desplantes y la soberbia del no-abad. "Algún día el mismo Papa va a tener que pedir perdón por todo esto", reflexiona Ranz.