Carles Puigdemont ya está en Copenhague (Dinamarca). El expresident de la Generalitat ha aterrizado pasadas las ocho de la mañana. El objeto del viaje es una conferencia en una universidad danesa. Cataluña y Europa, una encrucijada para la democracia, es el titulo del seminario. Desde que trascendió que la voluntad de Puigdemont era acudir, comenzaron las confabulaciones. ¿Es Bélgica semejante a Dinamarca en términos jurídicos? ¿Se reactivaría la orden? En este sentido, el Código Penal danés es mucho más severo no solo que el belga, también que el español.

En el capítulo 12 del Código Penal se detallan los Crímenes contra la independencia y seguridad del Estado. Así, en el artículo 98, se dice lo siguiente:

“La persona que, con ayuda extranjera, con el uso de la fuerza, o con amenazas de tales, comete un acto encaminado a poner al estado danés o cualquier parte de él bajo un régimen extranjero o al separarse de cualquier parte del estado, será castigado con prisión hasta el término de su vida”.

En Dinamarca, los delitos devenidos de un impulso para independizar cualquier región del estado incluyen cadena perpetua. Pero la ley no se queda ahí. Existe una subsección que dice que “también se castiga a quien comete el mencionado propósito por organizar un sabotaje masivo, suspenda la producción o el tráfico, así como a cualquier persona que participe en la medida a la cual se dirige la acción”.

En suma, en Dinamarca, país que este lunes acoge al expresident, los delitos que se le atribuyen tienen penas mucho más rigurosas. De hecho, por el simple hecho de haber amparado o convocado las manifestaciones o huelgas realizadas ya podrían condenarle de por vida.