Antes de conformar una mayoría suficiente para gobernar, el Partido Socialista tiene previsto pactar los asientos en la Mesa del Congreso. Las relaciones son fluidas a izquierdas y permanecen enquistadas a derechas. En la negociación hay varios factores a tener en cuenta: hay que rendir cuentas a aquellos que garantizaron el derrocamiento de Mariano Rajoy dando las llaves de La Moncloa a un Pedro Sánchez renacido. Por otro lado, con los comicios del 26 de mayo a la vuelta de la esquina, contentar a posibles socios en esta diatriba puede favorecer un trato de favores posterior en las comunidades que así lo requieran.

Con pies de plomo, Ferraz se debate sobre qué socios convertir en preferentes. Un paso en falso puede provocar que la legislatura se complique y sea más complicado impulsar los proyectos marcados en rojo en la hoja de ruta.

Por el momento, tal y como recoge El Confidencial, el PSOE tiene garantizada la presidencia de la Mesa por la mayoría absoluta de la izquierda en el hemiciclo. El reparto de los puestos restantes, cuatro vicepresidencias y cuatro secretarías, está por dilucidar.

El PP tiene dos garantizados por sus 66 escaños más los dos de la alianza con UPN. Los otros seis cargos son los codiciados por el resto de fuerzas. Pedro Sánchez marca los tiempos mientras Ciudadanos pide abiertamente obtener representación, ERC trata de hacerse hueco y Bildu y PNV levantan la mirada. Iglesias, por su parte, se muestra conforme con cómo se van sucediendo las cosas: “La negociación de la Mesa será cosa de Adriana Lastra e Irene Montero. Hay buena sintonía”.

Rivera pide mantener los dos puestos que cosechaba en la pasada legislatura. Iglesias también reivindica sus dos sillones. Sin embargo, la alianza de izquierdas parece ser la mejor opción aritmética para que la XIII legislatura de nuestro país empiece a rodar.

Favorecer a las formaciones que tienen en su mano facilitar el entendimiento progresista o apostar por Ciudadanos confiando en que tras el 26M auparán a sus candidatos en algunas comunidades autónomas donde existe buen feeling. Esa es la encrucijada. Las opciones naranjas, en manos de Sánchez.

Teniendo en cuenta que los de Rivera solo obtuvieron cuatro senadores en las elecciones generales, perder sillones en la Mesa del Congreso, órgano rector y de representación colegiada de la Cámara, supondría un mazazo definitivo en su voluntad de liderar la oposición.