El todavía presidente del PP, Pablo Casado, ha pedido a María Dolores de Cospedal que diga de una vez por todas si quiere o no encabezar la candidatura del partido a las elecciones europeas que tendrán lugar el 26 de junio de 2019, ya que pretende cerrar en septiembre a los cabezas de cartel, incluidos los comicios autonómicos, posponiendo a diciembre los nombres que se presentarán en las elecciones locales previstas también el mismo día que las europeas y regionales, según reconocen fuentes “populares” próximas a la exministra de Defensa, que ya vaticinaron que Cospedal podría ser la candidata del partido a la Cámara de Estrasburgo, como así adelantó en exclusiva ELPLURAL.COM el pasado 6 de julio, siendo el primer medio nacional que situaba a la perdedora de las elecciones primarias (aunque en realidad decidió quién presidiría el partido) y todavía presidenta del PP castellano-manchego en la política europea.

Un puesto muy bien remunerado

Fuentes que aseguran que la decisión de Cospedal será, casi con toda seguridad, afirmativa ya que el sueldazo de eurodiputada es “un argumento más que atractivo para Dolores, que siempre ha necesitado ganar más que todos”, sentencian. El caso es que un eurodiputado tiene a su disposición anual en torno al medio millón de euros, repartidos de la siguiente forma: retribución de 8.020,53 euros al mes, a lo que hay que añadir otros 4.400 mensuales para cubrir los gastos generales y otros 21.210 euros todos los meses para contratar, o no, asesores, que hasta hace poco podían ser familiares. Los europarlamentarios perciben otros 304 euros diarios para alojamiento, además de viajar gratis en avión, tren o barco, entre otras prebendas.

Una cantidad que se ajusta al estatus socio-económico de una de las políticas más ricas de España y cuyas nóminas batieron el récord entre la clase dirigente del país, llegando alcanzar algún año la cantidad de 250.000 euros, como publicó recientemente este periódico, fruto de sus devengos como secretaria general del PP (167.864,98), senadora (69.310,52), diputada regional por Castilla-La Mancha (13.371,26) y abogada del Estado en excedencia (3.560,80). Cuatro pagadores públicos para una misma persona,  lo que le valió el sobrenombre de “La bien pagá”.

Ahora bien, de aquí a junio de 2019 transcurren diez meses en los que Cospedal necesita contar con una nómina superior a la de cualquier otro diputado en el Congreso. En este sentido, hay que recordar que la exsecretaria general del PP es diputada por Toledo desde las elecciones de 2015 y cobra por ello en torno a los 5.000 euros mensuales por tener su residencia fuera de Madrid, cuando vive y va a dormir todos los días a su “casoplón” de 246 metros cuadrados situado en la llamada “Milla de oro” de Madrid (corazón del barrio de Salamanca).

Sin embargo, a partir de septiembre, María Dolores de Cospedal cobrará todos algo más de 8.000 euros al mes por su condición de presidenta de la Comisión de Exteriores del Congreso de los Diputados, desplazando así a la diputada gallega Pilar Rojo, que paga caro su apoyo a la candidatura de Soraya Sáenz de Santamaría. A este sueldazo, ocho veces lo que gana un pensionista en España, habría que añadir un coche oficial y asistente, además de otras prebendas de las que gozan sus señorías. Y es que Cospedal, el dinero y el poder, siempre han ido unidos desde que la madrileña entrara a formar parte de la élite gubernamental.

“Pánico a perder las elecciones”

Nuestros interlocutores, que conocen a Cospedal muy bien, nos dicen que la exnúmero dos de Mariano Rajoy sopesa hasta el último detalle su salto a la política europea, cuyo camino está libre de obstáculos ya que Luis de Grandes, uno de los pesos pesados del PP en el Europarlamento, tiene ya 73 años, lleva 15 en Europa y, por lo tanto, con tres legislaturas (2004-2019) recibiría una pensión de 5.614 euros mensuales, mientras que Arias Cañete cumplirá 69 años en febrero de 2019 y no es edad competitiva frente a los 53 que tiene su íntima amiga Cospedal, a quien estaría dispuesto cederle su puesto.

Lo que verdaderamente preocupa a Cospedal es ya no superar los desastrosos resultados de las elecciones europeas de 2014, donde el PP obtuvo sólo el 26 por ciento y 16 eurodiputados, ocho menos que los anteriores comicios de 2009, sino pasar a la historia del partido como la candidata que fue superada por el PSOE y Ciudadanos. “Eso lo sabe Dolores, porque conoce como nadie las encuestas y tiene pánico a que su nombre reste votos en vez de sumar apoyos”, nos comentan.

El lío manchego puede acabar mal

“Lo cierto es que Casado quisiera que Cospedal siguiera en Castilla-La Mancha y se presentará a las elecciones autonómicas del año que viene”, comentan nuestras fuentes. Pero esto es algo improbable porque aquí, en tierra de Don Quijote, perdería con toda seguridad ante el socialista Emiliano García-Page, como así señalan todas las encuestas, incluidas las del PP.

Pero ya que Cospedal no volverá a La Mancha, Casado quiere que pilote el cambio en esta comunidad y calme las aguas que bajan un tanto revueltas a causa de la indefinición de los posibles candidatos a suceder a Cospedal. De ahí que las primarias, si es que se celebran, se presenten como una batalla “a cara de perro” entre tres o cuatro candidatos, según las mismas fuentes, quien añaden: “si Cospedal se va a Europa, y todo parece indicar que así será, perderá fuerza en Castilla-La Mancha y los críticos a buen seguro que alzarán la voz”.

Y claro, en el PSOE se frotan las manos ante tamaño desaguisado. Tanto es así que su vicesecretaria y portavoz, Cristina Maestre, aseguraba en declaraciones recientes que el PP de la región “está cada vez más desnortado por su falta de liderazgo y eso se nota en su forma de hacer oposición”, incidiendo en que están “descabezados y cada uno va a lo suyo”, al mismo tiempo que aseguraba que “un día vemos al alcalde de Guadalajara, Antonio Román, haciéndose notar para postularse como alternativa, a la vez que vemos al secretario general, Vicente Tirado mandando artículos de opinión para lo mismo, o a Cañizares de ruta o a Rosa Romero dejándose querer”.

Y es que, afirmaba la portavoz socialista, “la guerra está abierta en el PP de Castilla-La Mancha”, pero lo más grave, decía, es que esta circunstancia les está afectando cada vez más. “Y esa incapacidad para autogobernarse está  provocando que los ‘populares’ no tengan un proyecto político claro y solo se dediquen a dar ruedas de prensa llenas de manifestaciones incoherentes y mentiras”.