Las elecciones de Andalucía celebradas el pasado 19 de junio nos dejaron varias claves. Más allá de la mayoría absoluta del PP frente al descalabro socialista, la desaparición de Cs y el hundimiento de las izquierdas alternativas, se debe analizar el resultado de Vox. Y, a pesar de haber crecido tres puntos y dos diputados en cuatro años, ha sido un fracaso. En 2018, un 11% de los votos y 12 escaños fue un gran éxito. El 13% y los 14 escaños de 2022 no lo ha sido. Vox comenzó la campaña electoral creyendo que Macarena Olona sería presidenta de la Junta. Y ha acabado marginada. De hecho, en el debate electoral de Canal Sur le preguntó a Moreno Bonilla si sería su vicepresidente. Tremenda carcajada debe echarse el presidente al recordar esas palabras.

Estas elecciones han sido las primeras en las que Vox ha sacado un resultado por debajo a lo anticipado por las encuestas. El partido de Santiago Abascal siempre ha encarrilado los diferentes procesos electorales desde la sombra. Como los tapados. Y ahí triunfó. En Andalucía, había incluso quienes les colocaban muy cerca de los grandes partidos y como una seria amenaza para el PP. Y ese papel de superioridad y egocentrismo fue adoptado desde el minuto uno. Se lo creyeron. Santiago Abascal reventó la calle Asunción de Sevilla en el primer acto de campaña. En el mismo lugar y el mismo banco en el que el periodista Gonzalo Altozano le hizo subir en 2015. Una escena que comenzó como un meme y que, con el tiempo, se ha convertido en una de las imágenes más potentes de la historia de la política moderna española. En ese momento, Vox aspiraba a todo en Andalucía. Se respiraba éxito en el ambiente. Allí empezó la ilusión. Por eso Andalucía es tan importante para Vox. Pero, paradójicamente, Andalucía también puede ser su fin. Un poco como Podemos con Madrid.

Macarena Olona no ha hecho una buena campaña. Varios periodistas que han seguido al partido describen su camino como un desastre. En realidad, los hechos así lo han demostrado. Vox ha conseguido 400.000 votos menos que en las generales de 2019. En aquel momento, empataron técnicamente con el PP. Y el 19 de junio de 2022, con quien empató técnicamente fue con la suma de votos de Adelante Andalucía y Por Andalucía. Por otra parte, el PP ha barrido a Vox interpretando el papel de “derechita cobarde”. Bonilla ha defendido un mensaje generoso con la inmigración, las minorías y ha ponderado el sentimiento nacionalista. Se ha vestido de progre y Vox no ha sido capaz de combatirle. Moreno ha demostrado una inteligencia política que ha terminado siendo diferencial. Sumado a que conoce el suelo que pisa. Porque es el suyo. También el contexto. En una situación de crisis económica la gente no quiere soflamas identitarias. Quiere pan, trabajo y estabilidad. Por otro lado, Olona ha demostrado no entender a Andalucía. Y es normal. Porque si eres de Alicante es difícil conocer cómo piensa el pueblo de una tierra que no es la tuya. Y Andalucía es un lugar único. Con sus particularidades y diferencias. Puedes ponerte un disfraz de sevillanas o poner acento de graná, pero vas a ser ridículo y no vas a convencer a nadie. La gente ahora no quiere punk y Olona es lo que les ha ofrecido.

Y esto ha convertido a Vox en una fuerza irrelevante en Andalucía para los próximos años. Como el resto de partidos, en realidad. Y, como los demás, Vox no va a ser necesario para nada. No va a tener ni voz ni voto en ningún tipo de decisión política. Serán marginales. Y Olona, si decide quedarse como portavoz de su grupo en el Parlamento autonómico, tiene ante sí un horizonte complicado. En primer lugar, queda aislada mediáticamente y deja de ser un elemento importante y clave para Vox en la política nacional. Era una política valorada y ahora ya carga en su espalda una gran derrota. Y si, por algún casual, para las próximas generales decide volver a Madrid como diputada por Granada, veremos si consigue escaño y dónde está Vox en ese momento. Y todo ello, traicionando a los votantes andaluces que le dieron su apoyo.

Porque una de las cosas más perjudiciales para Vox a raíz de estas elecciones ha sido el reagrupamiento de la derecha y el éxito del modelo Feijóo. Gracias a estos comicios, el líder gallego se ha convertido en una alternativa real a Pedro Sánchez. Un hecho que podría potenciar el voto útil contra el PSOE. En detrimento de Vox, claro. Una vuelta del bipartidismo mataría a la ultraderecha. En Vox creían en superar el 20%. Y en Vox también se saben perdedores en estas elecciones. No lo dirán, pero lo saben. Y, a pesar de su férreo control de los medios y sus presiones a los periodistas, Vox desprende un tufo de crisis. Y los altos cargos señalan a tres personas: Macarena Olona, y los encargados de su campaña, Coco Robatto y Álvaro Zancajo.