Corren nuevos tiempos en Cataluña desde que Esquerra Republicana asumiera el liderazgo de la Generalitat. Las palabras emitidas por Pere Aragonés en el Parlament este miércoles rompen con el papel beligerante ejercido por los últimos gobiernos catalanes con la figura de Felipe VI y la institución monárquica.

El dirigente republicano ha defendido en la Cámara autonómica que el Govern participe en actos en los que el Rey esté presente y ha asegurado que defenderá sus "convicciones" y no rebajará "ni un gramo" su programa y planteamientos. Ante la presión de la CUP sobre la incoherencia que supone defender la aministía y la autodeterminación e ir a actos con la presencia de Felipe VI, Aragonès ha reflejado que defenderá su posición "siempre y en todas partes" porque no tiene "ningún problema".

 Las declaraciones han coincidido con la visita de Felipe VI a un acto con empresarios durante la Reunión Anual el Cercle d'Economia y, aunque a la cena posterior irá la consellera de Presidencia, Laura Vilagrà, el president Aragonès ha mantenido una reunión privada con el monarca. El gesto de acercamiento institucional se enmarca dentro de la estrategia de Generalitat y Gobierno de rebajar tensiones y que tendrá su próximo capítulo en la reunión de Aragonès con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para la que éste quiere tener aprobados los indultos a los impulsores del 1-O encarcelados.

El papel de Felipe VI en Cataluña

El discurso de Felipe VI del 3 de octubre de 2017 en defensa del constitucionalismo y contra la declaración unilateral de independencia tras la celebración del referéndum ilegal del 1-O, fue un golpe en la mesa de una institución reservada a felicitar la Navidad una vez al año: "Desde hace ya tiempo, determinadas autoridades de Cataluña, de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía, que es la Ley que reconoce, protege y ampara sus instituciones históricas y su autogobierno", expresó Felipe VI ante los millones de españoles que veían con preocupación lo que estaba sucediendo en su país.

Según el Rey, "esas autoridades, de una manera clara y rotunda", se situaron "totalmente al margen del derecho y de la democracia". También recalcó que pretendieron "quebrar la unidad de España y la soberanía nacional, que es el derecho de todos los españoles a decidir democráticamente su vida en común". 

A pesar de que la mayoría de la sociedad española dio como bueno el papel del Rey en aquellos días, el independentismo lo vio oomo una peligrosa injerencia. Carlos Puigdemont, todavía presidente de la Generalitat, acusó a Felipe VI de haber "hecho el discurso y las políticas del presidente Mariano Rajoy", que ignoraba a los que no pensaban como él". También señaló su "rol inaceptable" y acusó a Felipe VI de apoyar a un "Gobierno que lo que quiere es aplastar las reivindicaciones del pueblo catalán". 

A pesar de que las hostilidades aumentaron a raiz de los eventos sucedidos en octubre, meses antes Felipe VI se vio muy dolido por el comportamiento del Govern durante un acto conmemorativo de los atentados islamistas de Barcelona del 17 de agosto. A pesar de que los participantes acudieron sin símbolos políticos, ANC y Òmnium colocaron grupos de activistas con mensajes contra la monarquía detrás de la zona de autoridades.

Aunque la relación de Felipe VI con Generalitat y Colau era pésima, el monarca continuó visitando Cataluña. En febrero de 2018 visitó Barcelona durante la cena inaugural del Mobile World Congress en el Palau de la Música y el edificio fue rodeado por los CDR. Además, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y Roger Torrent, por entonces presidente del Parlament, lucían lazo amarillo en la solapa y no estuvieron presentes en el recibimiento oficial a Felipe VI.

En abril de ese mismo año, el monarca volvió a Barcelona con motivo de la entrega de despachos a la nueva promoción de jueces. Y por primera vez en la historia, ningún miembro de la Generalitat estuvo presente. En junio, se entregaron los premios Princesa de Girona y la alcaldesa de la localidad, Marta Madrenas, ordenó cerrar el Palacio de Congresos, lugar de celebración habitual de la celebración, al considerar que la ciudad había considerado al Rey como "persona non grata". Finalmente el acto se celebraría en una propiedad de los hermanos del Celler de Can Roca.

El siguiente desprecio a Felipe por las instituciones catalanas fue en la ceremonia de inauguración de los Juegos del Mediterráneo en Tarragona. Quim Torra, pese a asegurar que no lo haría ya que se consideraba en guerra con Felipe VI, acabó acudiendo al acto. Con lazo amarillo en la solapa, Torra se reunió antes de la ceremonia con un grupo de manifestantes que se encontraban en el exterior protestando contra la monarquía. Posteriormente le regalaría al jefe del Estado un libro sobre el 1-O con la siguiente declaración: "No hay estirpe, ni ley, ni patria que justifique heridos, presos políticos y exiliados".

En agosto de 2020, con los votos de ERC, JxCat y CUP, el Parlament aprobó una propuesta de resolución que rezaba que "Cataluña es republicana y, por tanto, no reconoce ni quiere ningún rey". Durante ese año, el actual president Aragonès no fue a la inauguración del salón económico Barcelona New Economy Week (BNEW). Finalmente, en 2021, Aragonès tampoco acudió a la visita del presidente del Grupo Volkswagen, Herbert Diess, a la planta de Seat en Martorell. Según el president en funciones, no pretendía participar en "blanquear la institución" y tildó a la Familia Real como "organización criminal".

Tras años de desprecios a la Jefatura de Estado, quizás las palabras de Aragonés en el Parlament sirvan para abrir una nueva época en la relación entre Cataluña y España. El saludo que ambos han protagonizado este miércoles en una reunión informal con empresarios en el marco de la reunión anual del Círculo de Economía, en el Hotel W de Barcelona, deja abierta la puerta a un futuro marcado por la sana convivencia entre españoles.