Que los nacionalismos siempre han sido reacios a aceptar lo que viene "de fuera" es algo históricamente más que demostrable. Está en su propia esencia y en los contenidos ideológicos que lo basamentan. La ideología nacionalista es un mecanismo de defensa contra lo que no sea autóctono y ve un enemigo en lo foráneo. Desde la inventada superioridad de la raza aria frente a lo hebreo pasando por las bandas tribales africanas y concluyendo con las divisiones territoriales, étnicas y religiosas que generaron la guerra en los Balcanes.

Ocurre que a veces estas fobias se maquillan y disimulan por los intereses de armar mayorías y obtener refrendo electoral. Eso ha ocurrido en Cataluña. Los charnegos, y muy especialmente los hijos y nietos de estos fueron objeto del deseo electoral de nacionalistas.Un corpus electoral tan amplio y decisivo como las generaciones de andaluces posteriores al exilio económico de finales de los 50, descendientes de los emigrantes que arribaron y se quedaron en Cataluña, fue atraido por CiU en un espacio inventado cínicamente denominado "los andaluces de Cataluña". Una frase reducida a eslogan electoral pero podrida y putrefacta por dentro. El nacionalismo pide RH de pureza y da carnets de catalanes "pata negra", siempre.

El libro de odio a lo andaluz de Pujol
Es necesario que en este tempus convulsivo que vive Cataluña, recordar lo que Jordi Pujol, el verdadero creador de esta "Patria catalana", la del tres por cent y la excluyente, pensaba, decía y escribía de los andaluces en Cataluña. Afirmaba de su puño y letra en un texto publicado en 1958, de manera clandestina, y que fue reeditado en 1976, sandeces con olor a xenofobia como estas:
«El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido [...], es generalmente un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad. A menudo da pruebas de una excelente madera humana, pero de entrada constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes: es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. Introduciría en ella su mentalidad anárquica y pobrísima, es decir su falta de mentalidad.».



Tras publicar estos comentarios, Pujol se disculpó pero tal vez fueron peor las excusas: "Creía que esa gente no se saldría con la suya, porque había llegado a un grado de decaimiento muy importante, desde el punto de vista de la moral y de sus ganas de tirar hacia adelante", añadió. Pujol ha celebrado, sin embargo, "la política que hemos hecho, a nivel catalán, español y evidentemente en Andalucía y Extremadura". En este sentido, el expresident constató que Catalunya está "llena de gente que vino de Andalucía y Extremadura y que, afortunadamente, están muy integrados". Toda una declaración de que los andaluces y extremeños deberían estarle agradecidos por haberles redimido, educado e "integrado" en Cataluña. Hay un dato que interesa como es que hoy este libro del Muy Honorable "Imputado" es muy dificil de encontrar.

Mas y el lenguaje no entendible andaluz
Pero la saga de los antiandaluces nacionalistas es algo que se hereda porque va en vena. Con el hereu del pujolismo, Artur Mas, ocurrió lo mismo. Lo vemos cuando dijo aquella vejatoria frase “En Sevilla, Málaga o La Coruña hablan el castellano, efectivamente, pero a veces a algunos no se les entiende. A veces no se les acaba de entender del todo”. El mal final persigue tanto a Pujol como a Mas. Quien pensó que iba a ser el presidente de una futura República independiente de Cataluña, dimitió, dejó en su lugar a Puigdemont, ha tenido que sentarse en el banquillo de los acusados y ahora anda pidiendo ayuda para pagar fianzas judiciales.


Durán i Lleida, el moderado, también xenófobo

Y tan poco tuvo buen destino el otrora moderado nacionalista, Durán y LLeida. El oscense habló en 2010 de la ignominia de que mientras los agricultores catalanes no pueden recoger la fruta por los bajos precios "en otros sitios de España, con nuestra contribución, reciben un PER para que pasen el resto de la jornada en el bar de su pueblo". Olvidó que el gran PER español se dio en formas de partidas millonarias para la reconversión industrial de los 80. Pero es que además dicho eso por la misma persona que posaba para "EL PAÍS" como si fuera el protagonista de 'Desayuno con diamantes' en el hotel de lujo donde vivía en Madrid, significó toda una cínica frivolidad. El final de Duran i Lleida no ha podido ser más catastrófico. Sin cargos, sin partido, sin votos, si suite en el Palace, sin nada, ¡que pena!. El oscense nacionalista solo habita ya en el centro del ostracismo a pesar de sus vanos intentos por volver a ser "algo" en política.