Hacemos un análisis en base a pronósticos pero también según análisis de lo visto a lo largo de una densa e intensa precampaña y campaña electoral en Andalucía. Los líderes nacionales de la derecha han querido experimentar en Andalucía su particular Juego de tronos y es muy probable que vuelvan a Madrid muy heridos y en algún caso con pronóstico muy grave.

Juan Marín junto a Albert Rivera e Inés Arrimadas en un acto en Sevilla

Ciudadanos no despega


Albert Rivera, Inés Arrimadas, Girauta, Villegas y compañía se las prometían felices porque creían que desde un principio que iban a adelantar al PP de Moreno Bonilla convirtiéndose en la alternativa real de la derecha en España. A pesar de que siguen manteniendo en público que van a ganar, lo cierto es que sus cálculos internos pasan por ser la segunda fuerza. Probablemente no lo conseguirán, y si lo consiguen, no será habiendo humillado al PP andaluz como esperaban. Conseguir un buen pasaporte para presentarse a las próximas municipales, autonómicas, europeas y probablemente generales es lo que vinieron a buscar y se irán con un vale de gasolina hasta Atocha, solo eso.

Rosa Romero junto al presidente del PP, Pablo Casado

El efecto Casado ni se huele


El PP andaluz sea segundo, tercero o cuarto, puede ser el más damnificado de las urnas. El nuevo líder nacional, en un tremendísimo error de cálculo, ha querido que en el sur se evidenciara el efecto Casado. Se ha integrado en estos comicios como si fuera el ensayo de las generales Aún avisado por sus compañeros de Génova 13 de que era una estrategia osada y arriesgada, ha tirado adelante con ocho actos diarios y casi todos los días omnipresente en su propia caravana sin Moreno Bonilla, a su aire y con su propio y personal discurso integrista. Si Moreno Bonilla lo tenía mal, Casado se lo ha puesto peor. “Con amigos así para que quiero enemigos”, dirán desde el PP andaluz.

Santiago Abascal y Ortega Lara en un acto de Vox en Murcia. EP

Y “si éramos pocos, parió ‘la abuela Vox’


‘La abuela Vox’, que ya estaba presente antes en las encuestas y que llenaba plazas de 2.500 personas en Sevilla ha irrumpido y arrancará votos de oro en mayor medida al PP pero también a Ciudadanos. Una errática imagen de azules y naranjas no rechazándolos, aceptando sus hipotéticos votos y sobre todo no condenando su corpus ideológico reaccionario, les va a meter un tajo electoral, un bocado de votos como puntilla tras faena desastrosa en el ruedo. El error de Casado afirmando que "el PP estará encantado de recibir los votos de quienes quieran cambiar las cosas en Andalucía" y otras apariciones estelares de Moreno Bonilla llevan al desastre. Juan Marín criticando a Vox al mismo tiempo que no descartando su respaldo, vuelve loco a cualquier elector. Y cuando se marea al votante se pierde el voto.

La sabiduría política de los andaluces tantas veces vejada por los conservadores puede que pase factura a las derechas, nuevas y viejas, como lo hizo hace 38 años en el referéndum del 28 de febrero.

En ese momento se inició la desintegración de la UCD de Adolfo Suárez. Estos días su hijo hace campaña en Andalucía por un partido, el PP, que puede asomarse al abismo.  De Sevilla y las otras siete provincias surge un nuevo mapa político donde de una sola derecha se pasa a tres.

El presidente del PP, Pablo Casado, en la sede de la calle Génova de Madrid. PP

 

El PP nacional pendiente y nervioso ante el domingo


Como alguien decía este viernes en la sede del PP nacional, "el 2-D podemos pasar de los nervios a la desesperación". Hay miedo, mucho miedo, que diría la copla, dentro del PP en su conjunto a lo que digan las urnas el domingo. El lunes Casado tiene una comida con los barones ¡Atentos al postre!.

Las quinielas sobre la reacciones del PP nacional en cuanto a la continuidad del presidente regional del partido y candidato van desde que el propio Moreno Bonilla presente la dimisión el lunes aliviando el problema a Génova hasta, la más temida por los dirigentes nacionales, que el PP andaluz no quiere “comerse el marrón” de una posible derrota humillante solo y resista planteando que los resultados tienen dos maternidades y dos paternidades: Las primeras residen en el PP nacional y en el propio PP andaluz; las segundas en Moreno Bonilla y el propio Pablo Casado.

Este último achacará a la debilidad del candidato andaluz la derrota. El malagueño alegará que el “efecto Casado” no solo no se ha percibido sino que ha terminado de hundir al partido por un discurso derechista que le ha trasvasado votos a Ciudadanos. Ello llevaría a la guerra entre dos facciones del PP resucitando al sorayismo frente al casadismo y llevando a un Congreso extraordinario regional. Y todo ello a cinco meses de elecciones municipales, autonómicas, europeas y tal vez incluso generales.