Sábado 18 de noviembre. Pablo Iglesias e Íñigo Errejón sellan la paz en Madrid. Los representantes de las dos corrientes mayoritarias de Podemos renuncian a presentar listas separadas en el próximo proceso orgánico.

El acuerdo es claro: los ‘errejonistas’ apoyarán al ex  JEMAD Julio Rodríguez como candidato a secretario general de Podemos Madrid. A cambio, los ‘pablistas’ aceptan que al menos 6 de los 18 puestos del futuro Consejo Ciudadano de Madrid sean personas afines a Iñigo Errejón.

Apenas 48 horas después del acuerdo, Espinar hace saltar por los aires el entendimiento entre ambas facciones al proponer en la Junta de Coordinación de Podemos Comunidad de Madrid ampliar el número de representantes que formarán parte del Consejo Ciudadano de Madrid.

Haciéndose valer de una medida propuesta que emana de Vistalegre II y que había sido olvidada hasta entonces, su idea es incluir a 9 personas de los diferentes Círculos con los que cuenta Podemos en la capital. Los ‘errejonistas’ se sienten engañados. Habían pactado 6 de 18 puestos (y no de 27) del Consejo Ciudadano de Madrid.

De nuevo cábalas para asegurarse mayoría
La debilidad de la imagen pública de Espinar solo es comparable a la fragilidad de su liderazgo interno. De hecho, Espinar sólo cuenta con mayoría en la Junta de Coordinación de Podemos Comunidad de Madrid, donde los ‘errejonistas’ no están representados y los ‘anticapitalistas’ solo cuentan con cuatro votos. 

Una mayoría de la que no disfruta en el Consejo Ciudadano Autonómico. Consciente de que la unión en aspectos concretos entre ‘errejonistas’ y ‘anticapitalistas’ le puede poner en aprietos, el pasado 21 de noviembre Espinar repite estrategia: a la par que aumentará el número de representantes en el Consejo Ciudadano de Madrid, propone hacerlo también en el Consejo Ciudadano Autonómico.

Muchos ‘errejonistas’ y ‘anticapitalistas’ coinciden: “Lo que quiere hacer es una cacicada”. Y es que Espinar cifra el incremento de representantes en 6. Precisamente, el número exacto de votos que necesita para  asegurarse una mayoría absoluta en el partido frente a las otras corrientes de opinión.  

Mantenerse en el cargo hasta las autonómicas
Las cábalas anteriormente descritas hacen saltar todas la alarmas en Podemos, llegando incluso a preocupar  a muchos de los ‘pablistas’, que en privado tampoco ocultan ya su malestar con Ramón Espinar. 

En el partido morado consideran prioritario afianzar el cambio en Madrid. El objetivo es mantener la alcaldía de la capital y alcanzar la Presidencia regional. Para ello es clave que se produzca el ‘ticket’ electoral de Errejón y Carmena, así como proyectar  a la opinión pública una imagen de unidad alejada de batallas internas que además de estériles, pueden provocar la renuncia de la alcaldesa de Madrid a continuar en política.

“El problema no estriba -señalan fuentes internas del partido-, en que Espinar quiera impedir lo que sería lo lógico: que el Consejo Ciudadano Autonómico trabaje de forma coordinada con los candidatos a Madrid ciudad y región en periodo electoral. Lo que de verdad preocupa es que Espinar quiere que la renovación del Consejo Ciudadano Autonómico no se produzca hasta después de las elecciones autonómicas para así, si pierde Errejón, poder intentar seguir liderando el partido y mantenerse en el cargo”.

Controla los Círculos pero no hace campaña  
El portavoz del grupo Unidos Podemos en el Senado ha pagado muy caras sus pifias a lo largo del último año y medio. Ha perdido protagonismo incluso en la Cámara Alta, siendo relegado en lo relativo a la aplicación del artículo 155. Pero su perdida de popularidad no le ha impedido seguir ejerciendo como secretario general de Podemos-Madrid y por tanto, controlando los Círculos del partido en la Comunidad de Madrid. 

Espinar prima lo orgánico a las urnas. Al menos, eso es lo que sostienen importantes representantes del partido en la Comunidad de Madrid, que no entienden las “purgas” que realiza en Círculos de toda la región para relegar de las direcciones locales a los dirigentes que no son de su cuerda.

“Cuando llegue la campaña electoral, Espinar se habrá cargado a tantos militantes que será difícil hasta poder pegar carteles en la totalidad de barrios y ciudades de Madrid. Quizás es lo que persiga”, especula un cuadro medio del partido morado. Como ejemplo, este militante, que también prefiere permanecer en el anonimato por miedo a represalias, cita lo ocurrido en los Círculos de San Blas o Salamanca.