Mariano Rajoy tiene las horas contadas, o los días, en función del tiempo que Ciudadanos quiera prolongar su suplicio político. La durísima sentencia de Gürtel -y sólo es una de las muchas que están por llegar- han provocado un terremoto político que el presidente del Gobierno no parecía vislumbrar unas horas antes, cuando posaba ufano con su círculo de confianza a las puertas del Congreso de los Diputados, después de que sus Presupuestos Generales fueron aprobados.

La sucesión de los hechos ha ido de menos a más, aunque todos los hemos ido avanzando puntualmente en El Plural. El veredicto contra el Partido Popular, el primer partido político nacional condenado por corrupción en la democracia, ha provocado que el PSOE presentase una moción de censura de la noche a la mañana. Con tanta celeridad, que no ha necesitado ni el apoyo explícito de la Ejecutiva Federal ni consultar a las bases. No había tiempo para ello, después de varias horas de silencio que casi cierran la ventana de oportunidad a los socialistas.

El único problema era hacer las cuentas. Pedro Sánchez solo tenía dos posibilidades: o contar con el apoyo de Ciudadanos o con el de los nacionalistas. La primera opción parecía a todas luces improbable, aunque hubiera dejado a la formación naranja en muy mal lugar. La segunda era peor para el PSOE, porque podría volver a romper el partido por la mitad.

De ahí que en Ferraz el debate no fuera si presentar la moción o no, si no el paso posterior a ganar la iniciativa en el Congreso de los Diputados. La idea era, en caso de apoyarse en los nacionalistas, utilizar el flamante cargo de presidente del Gobierno para convocar unas elecciones en las que Pedro Sánchez llegaría con una imagen renovada tras haber echado a Rajoy del Gobierno.

Finalmente, Ciudadanos ha amagado con desbloquear esa situación con una rueda de prensa del secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, quien desde Valencia ha adelantado la posición naranja: o Rajoy convoca las elecciones adelantadas él mismo, o apoyarán una “moción de censura instrumental” que se comprometa a llamar a las urnas acto seguido.

Villegas ha sido especialmente duro, que ha tachado al gobierno de Mariano Rajoy de “débil, inútil e insostenible”. Sin embargo, entrevistado después en Al Rojo Vivo, Villegas ha aclarado que van a votar que no a la moción de censura de Pedro Sánchez, sino una extraña moción fantasma en la que nadie se convierta en presidente dl Gobierno y se convoquen elecciones.

Pese a la posición de Ciudadanos, se han ido sumando apoyos a la idea de la moción de censura. Pablo Iglesias ya ofreció el de Podemos e Izquierda Unida ha confirmado que tendrá el suyo. Los nacionalistas catalanes llevan tiempo tentando a Sánchez con la moción de censura en la que darán su apoyo “sin condiciones” y el PNV está dispuesto a hablar con Sánchez para darle su apoyo. Y en el PSOE no hay divisiones sobre ello, tanto socialistas catalanes como vascos ya han confirmado que estarán ahí. Poco a poco, el escenario de la disyuntiva del PSOE se desvanece mientras empieza a dibujarse la posibilidad de toda la oposición unida para echar a un partido condenado por corrupción.