¿Qué se debería de haber decidido, o no, para que 191 personas no hubieran fallecido? ¿Qué errores se cometieron o qué provocaciones mediaron para que fruto de uno de los peores actos terroristas en la historia de España más de 2.000 personas fueran heridas y traumatizadas para siempre? ¿Pudo ser evitado? Esa es la cuestión y, posiblemente, en la duda de su no inevitabilidad se halle la penitencia que deberán de pagar algunos responsables gubernamentales, aunque hoy, mendazmente, lo sigan negando.

La participación de España en la Guerra de Irak

La matanza fue perpetrada mediante el estallido de bombas en varios trenes de cercanías de la red de transporte público de Madrid. El vínculo entre la participación de España en la Guerra de Irak y los atentados del 11M ha sido objeto de debate y especulación en España y en el ámbito internacional.

Ni armas de destrucción masiva ni democratización en Irak

El entonces gobierno de José María Aznar fue desde principio un firme y fiel partidario de la intervención liderada por Estados Unidos en Irak. Los deseos indisimulados de Aznar de ser un “perrito faldero” del presidente de EEUU, George Bush, dirigieron la política exterior de España. A pesar de la oposición pública generalizada en España contra la participación de España en la guerra y de las grandes protestas en el país, el Gobierno del PP nos hizo unirnos a la coalición bélica dirigida por EEUU. Entramos en la Guerra de Irak justificándolo en mentiras, luego comprobadas oficialmente, como la presunta posesión de armas de destrucción masiva que ponían en peligro a la comunidad internacional. Aquel fue el discurso sobre el que se cimentó esta intervención junto al del establecimiento de la democracia en el país iraquí. Ni armas de destrucción masiva había, ni la democracia llegó tras la intervención. Amnistía Internacional recuerda que, según el proyecto Costs of War, cientos de miles de civiles murieron y más de nueve millones de personas se convirtieron en desplazadas. La invasión duró mucho más tiempo de lo previsto y la sociedad iraquí no encontró la libertad ni la estabilidad que esperaba. A día de hoy, el Estado sigue siendo incapaz de mantener las luces encendidas o de suministrar agua potable y todavía queda mucho camino por recorrer en la protección de los derechos humanos.

¿Los atentados pudieron ser una represalia por la participación de España en la guerra?

La celeridad e intensidad del gobierno de Aznar para convencer a los españoles, a los medios de comunicación, a los embajadores, a los presidentes autonómicos, a los gobiernos europeos y a todo quisqui, de que los terroristas de ETA se hallaban detrás de los ataques, sin evidencia seria y solvente, abonan la teoría de la represalia. En esa hipótesis, evidentemente el magnicidio pudo ser evitado.

¿Qué hizo el Gobierno para evitar la amenaza yihadista tras entrar en la guerra de Irak?

Si el gobierno de Aznar manipuló como nunca había sucedió en este país, la información para adaptar el guion a sus intereses a su narrativa políticos y electorales, fue porque temió la asociación de los votantes de los atentados con la participación en la guerra. Y la otra pregunta sería, ¿qué hizo el Gobierno del PP para evitar un posible atentado-represalia yihadista tras la entrada de España en la guerra de Irak? La respuesta es dura: poco, casi nada y todo mal.

Cronología perversa pero conocida por el Gobierno

El Partido Popular despreció una decena de informes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y de los Servicios de Inteligencia preocupados por posibilidad real de una importante acción terrorista del islamismo radical. Fue advertido en octubre de 2001, cuando Bin Laden asumió como suyos los atentados del 11S a la torres gemelas del WTC de Nueva York. Se reiteró en la displicencia en 2002, tras señalar Europol en un informe el peligro de un ingente en Europa. Otra fecha es la del 5 de febrero de 2003, cuando el presidente Aznar, informa en el Congreso las razones que le habían llevado a implicarse en la guerra de Irak. Casualmente, solo una semana después, Al Yazira emite un mensaje de Bin Laden en el que llama a los musulmanes del mundo a defender Irak. También el 21 de febrero de ese mismo año, el CNI avisa al Gobierno español que el apoyo a la guerra de Irak era susceptible de incrementar las posibilidades de que nuestro país se convirtiese en diana del terrorismo de Al Qaeda. Y hay que esperar a que llegue la ignominiosa foto de las Azores el 14 de marzo. Aznar se inmortaliza gráficamente en el archipiélago y región portuguesa con George Bush y Tony Blair con el mamporrero anfitrión, hoy presidente del grupo de banca de inversión Goldman Sachs International, el conservador luso, José Manuel Durao Barroso.

Aznar también hizo caso omiso a las informaciones del Consejo de Seguridad de la ONU

Así las cosas, en esa cronología previsible de la amenaza que pudiera materializarse contra España, el 20 de marzo de 2003 empieza esa guerra ilegítima e ilegal, declarada unilateralmente y desobedeciendo la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. En un informe, que se puede leer actualmente en la web de la ONU, se resumen las principales actividades del Consejo de Seguridad durante 2003. Literalmente recoge lo siguiente: “Antes de la invasión del Iraq el 19 marzo, el Consejo celebró numerosas reuniones en relación con la aplicación de la resolución 1441 (2002), en que se preveía la instauración de un régimen de inspección más estricto y se concedía al Iraq una última oportunidad de cumplir las resoluciones pertinentes del Consejo”. Nada de nada, Aznar también hizo caso omiso.

El gran aviso fueron los atentados suicidas de Casablanca

Pero hay un hito en esta cronología que no puede pasarse por alto, pues constituyen el mayor aviso serio de que algo grave iba a pasar. Se trata de los atentados suicidas de Casablanca, el 16 de mayo de 2003. Estos atentados evidenciaron claramente que existía una muy grave y posible amenaza de que fueran replicados en España. Fueron el dedo que señalaba a España como lugar de realización de atentados perpetrados por células terroristas asociadas Al-Qaeda. Con 33 civiles muertos y más de 100 personas heridas, los atentados de Casablanca representaron un punto de inflexión en la lucha contra el terrorismo en Marruecos y avisaban de que habría que redoblar la seguridad en la región en su conjunto… y ahí entraba España. Pero poco se hizo.

Continuaron emitiéndose más señales con la relativa impasibilidad del Gobierno español. En octubre de 2003, Osama Bin Laden utiliza manda un nuevo comunicado, a través de la cadena televisiva Al Yazira. Ahí, el líder terrorista, vierte una amenaza clara tanto a los Estados Unidos como a los países implicados en la guerra de Irak. Y ahí también está España, aunque la respuesta del nefasto ministro de Interior, Ángel Acebes, fuera la de que no existían indicios algunos que permitiesen creer que España pudiese ser objetivo de Al Qaeda. Solo unos pocos días después, el CNI lanza una nueva advertencia.  

Los atentados como “parte de un ajuste de viejas cuentas”

Como escribe el politólogo, experto en terrorismo y radicalización violenta, Fernando Reynares, en un artículo en El País publicado este pasado 6 de marzo, “Al Qaeda no solo asumió la responsabilidad de los atentados de Madrid, sino que, además, los justificó como castigo a “uno de los pilares de los Cruzados y sus aliados” y como “parte de un ajuste de viejas cuentas”. “La matanza de los trenes de Cercanías pudo haberse evitado en numerosas ocasiones a lo largo de los más de dos años durante los cuales se planificó y preparó”, explica Reynares en su libro 11-M, la venganza de Al Qaeda. Mantiene el experto que España contaba con un excelente sistema de seguridad contra ETA, pero no hacia el yihadismo. El atentado no se hubiera producido sin la descoordinación: “Si la visión de la amenaza yihadista no hubiese estado desenfocada en un CNI en proceso de adaptación (en el CNI se prestaba poca atención a la amenaza islamista) y si la legislación y el entendimiento judicial hubiesen sido los necesarios”. Había unidades de la Policía Nacional y de la Guardia Civil dedicadas a éste, que incluso conocían a buena parte de los que formaron la célula de Al-Qaeda responsable de la matanza, pero estaban descoordinadas entre sí y desconfiaban unas de otras.

Se puede afirmar que el Gobierno de José María Aznar tenía pleno conocimiento e información de la amenaza terrorista que pendía sobre España, pero no solo hizo caso omiso, sino que no adoptó medidas preventivas y específicas en materia de seguridad ni aumentó las herramientas de las que un estado debe dotarse ante ese peligro anunciado, mucho más tras los atentados suicidas en un país a tan solo 12 kilómetros de la frontera española como es Marruecos y tras la vergonzosa y peligrosa entrada de España en la guerra de Irak. 

Había identificadas 14 organizaciones terroristas islamistas en España

Otro dato que avala la tesis de un caos en la coordinación de la seguridad y de la ineficiencia del Gobierno de entonces es que la propia Unión Europea tenía identificadas 14 organizaciones terroristas de corte radical islamista y, curiosamente, todas ellas gozaban de infraestructura en España. Como reconoció el propio Ignacio Astarloa, secretario de Seguridad del ministerio de Angel Acebes, todo lo relativo a la prevención y a la coordinación policial en los prolegómenos del atentado fue un “desastre”.

Comisión de Investigación Congreso sobre el 11M de 2004

Un documento básico para comprender la responsabilidad del Gobierno del PP en los atentados del 11M, lo constituyen las conclusiones de la Comisión de Investigación Congreso sobre el 11M creada en 2004 y consultadas por ElPlural.com. Resaltan algunos fragmentos por lo prolijo y extenso de su totalidad. Una de las aportaciones de los parlamentarios de esa comisión subrayan que existían datos comprobables del Mossad, de la existencia de informes de la CIA y del propio CNI español. Informes que advertían y utilizaban locuciones como atentados contra vías ferroviarias, contra lugares de gran concentración de personas y vías de comunicación con carácter general.

8.000 policías contra ETA y solo 74 contra el terrorismo islamista en 2004

Los funcionarios policiales que, directa o indirectamente se dedican a la persecución de ETA, no eran menos de 8.000. También se aportan datos desde el PNV como que el número de funcionarios del Servicio de Asuntos Árabes e Islámicos, desde el año 2001, cuando estaba compuesto por 61 funcionarios, pasó solo a 74 en el año 2004. Los funcionarios policiales que se dedican a la persecución de ETA no eran menos de 8.000. Sobre los confidentes policiales que participaron en los atentados del 11M, eran pluriempleados que ya traficaban con cantidades de más de 150 kilos de Goma 2 ECO obtenidos en un régimen de autoservicio prácticamente, en minas de caolín protegidas por seis perros algunas de ellas y una cancela con una llave. Un responsable de la Guardia Civil de Asturias dijo con total tranquilidad que en Asturias se utiliza dinamita para fiestas particulares, pesca furtiva y otros menesteres.

¿El 11M tuvo que ver con la guerra de Irak? Conclusiones Comisión de Investigación del Congreso

“Los atentados llevados a cabo en Madrid el 11 de marzo de 2004 resultaron fatídicamente dramáticos por el número de víctimas mortales y heridos, sino además por la facilidad operativa con que resultó llevarlos a cabo”. La Comisión concluye en la elaboración del dictamen el miércoles, 22 de junio de 2005, que se ha logrado probar los indicios que tenía el Gobierno de Aznar desde el 11 de septiembre de 2002, indicios que se fueron afianzando al descubrirse que parte de la trama del atentado de las Torres Gemelas se organizó en España. Se puede hablar, por tanto, de negligencia preventiva por meros intereses partidistas. Para el fallecido Labordeta, el Gobierno tampoco proporcionó recursos humanos y materiales necesarios a la altura de la amenaza. Nuestra estructura era de juguete, solo podíamos seguir investigaciones puntuales, como reconoció el comisario Jesús de la Morena. Los intereses generales fueron conculcados para satisfacer los deseos políticos del entonces presidente del Gobierno en su aventura de las Azores.

¿Por qué el atentado?

Esas dos preguntas se hacía el entonces diputado de IU, Gaspar Llamazares. En su opinión, el 11-M fue fruto de la voluntad de venganza anterior a la guerra de Irak; sus semillas se plantaron en el suelo fértil de la guerra en Afganistán, Bosnia y Chechenia, con la dispersión de los muyahidines y la implantación en España de varios grupos vinculados a Al Qaeda, pero también parece indiscutible que el apoyo del Gobierno de Aznar a la guerra de Irak fue utilizado como un argumento catalizador del atentado del 11-M por parte del comando terrorista islamista; así lo han declarado ante el juez sus autores materiales y así lo reivindicaron sus organizadores a través de sus comunicados. 

Auto del juez Del Olmo

En la página 18 del auto 20/2004, del juez Del Olmo, se dice lo siguiente: Antes de 2003, y ante la situación de conflicto en Irak y la posición del Gobierno de España, Driss Chebli, Mustafa Mayouni y Serhane el Tunecino expresaron su deseo de atentar en España como respuesta a dichos hechos (al conflicto iraquí).

Como conclusión, existieron numerosísimos avisos y señales de que la posibilidad de una acción terrorista en España por el terrorismo de los islamistas radicales era más que claro. Y se hizo o caso omiso o se adoptaron medidas muy insuficientes. Como afirma el experto y escritor Fernando Reynares, “Si en las instituciones y las agencias antiterroristas españolas no se hubieran malentendido la naturaleza y el alcance de las amenazas, esta matanza habría podido evitarse”.

Ni “en desiertos remotos ni en montañas lejanas”

¿La matanza que pudo evitarse? Lamentablemente sí y los responsables políticos de que la masacre no fuera evitada no estaban ni “en desiertos remotos ni en montañas lejanas”, estaban en un gran palacio neoherreriano del noroeste de Madrid, en la Avenida Puerta de Hierro, s/n, Moncloa -Aravaca, 28071 de Madrid.