Todo el mundo debería ver ‘La ley de Comey’  y más  aun aquel que resida al otro lado del charco y solo conozca a Donald Trump por los informativos. A pocas semanas de las elecciones presidenciales de EEUU, no hay nada a mano más auténtico y  veraz y sobre la figura  del  controvertido presidente, que este sólido relato de 4 intensos  episodios,  en torno a los presuntos y turbios  escándalos  que salpicaron  la campaña de Hillary Clinton en los comicios de 2016 y favorecieron su aterrizaje  casi por sorpresa,  en ‘La Casa Blanca’.

Su primer año de mandato además, estuvo marcado por todo tipo de polémicas decisiones en la Administración yanqui y de fulminantes ceses de todo aquel que le molestaba, como el del director del FBI James Comey, el otro gran protagonista de la serie.

Quizás no cambie el  sentido del voto de mucha gente, pero resulta imprescindible que los norteamericanos  sepan o al menos recuerden hoy más que nunca  gracias a ‘La ley de Comey’  en qué circunstancias este individuo obtuvo el triunfo  y con qué desfachatez,  se ha movido desde entonces por el despacho oval, manteniendo en vilo con sus drásticas decisiones a ciudadanos de todo el  mundo.

Fotograma de la serie de Movistar + La Ley de Comey

Basada en las memorias de James Comey, exdirector del FBI, los dos primeros  capítulos de esta miniserie de Showtime  que ya se pueden ver en Movistar Series, se centran en el ascenso al poder de Donald Trump tras las elecciones de 2016 gracias a dos circunstancias muy concretas:  la investigación en torno a los emails de la secretaria de estado Hillary Clinton y la presunta injerencia del gobierno ruso en el proceso electoral.

Nunca antes habíamos visto a  Donald Trump ni siquiera en plena campaña,  tan metido en su personaje como en ‘La ley de Comey'

La segunda parte cuyo estreno está previsto el martes 27 de octubre en la plataforma de Telefónica,  se mete de lleno en la  administración y el mandato del ya recién nombrado presidente,  Donald Trump (Brendan Gleeson).  Repasa sus primeros meses de purga en Washington y   las fuertes tensiones y posturas antagónicas,  que mantuvo con  el director del FBI James Comey, encarnado por Jeff Daniels.  Unas discusiones que terminaron con su salida de la legendaria institución a  mediados de 2017, tras  negarse a paralizar la investigación sobre la financiación con capital ruso,  de la campaña  electoral del presidente.

Brendan Gleeson, interpretando a Donald Trump, en la Ley de Comey

LADILLO: Trump y Comey, dos figuras antagónicas

La serie no puede ser más fiel a la realidad,  cuando nos muestra la  personalidad tan contrapuesta de ambos mandatarios. Mientras Comey desde la tranquilidad y la serenidad es fiel a la ley,  a su integridad moral y  a sus principios, Trump es todo lo contrario; zafio, grotesco, bochornoso, grosero y sin filtros. Vamos, lo que estamos hartos de ver en cada una de sus apariciones públicas. Aquí no hay  sorpresas, ni trampa ni cartón.

Tanto Jeff Daniels como Brendan Gleeson los actores que dan viada a uno y otro personaje,  están espléndidos. Sin embargo la palma se la lleva el segundo,  imitando  sin ridicularizar ni  exagerar un ápice,  cada uno de los gestos, ademanes y  modo de hablar del presidente Donald Trump. Por si fuera poco, las escenas que ambos intérpretes  comparten,  atrapados en medio  de crispadas discusiones,  son inesperadamente tensas y perturbadoras.

Jeff Daniels, como Comey, en la serie de Movistar +

Donde no atina del todo  la serie es en el guion. A 'La ley de Comey' le pesan sus tres horas y media de metraje y algunas tramas secundarias que no aportan nada. Tal es el caso de la que rodea la vida familiar de Comey.  Ni viene al caso, ni interesa. Hubiera apetecido mucho más ahondar en la vida privada de Trump,  de la que no tenemos ni rastro.

A pesar de ello, la serie dirigida por Billy Ray es muy disfrutable y entretenida, sobre todo para los amantes de las grandes ficciones sobre escándalos políticos, que tan bien saben hacer  los norteamericanos. Eso sí  hay que seguirla con mucha atención, si uno no quiere perderse dentro de su particular dialéctica y  la maraña de circunstancias y leyes  que rodean, la  ya de por sí enturbiada y complicada política norteamericana.