El músico asturiano presenta Ultramonte, un nuevo disco producto de sus peculiares experiencias durante la pandemia y su visión crítica de la gestión política.

La única norma del club Destruktion: no seguir ninguna norma. Pablo Und Destruktion no pierde la oportunidad de meter el dedito en el ojo del sistema y la pandemia se lo ha puesto a huevo.

Durante las noches del confinamiento, Lobito Destruktion se escapaba por las calles de Oviedo para comprobar por sí mismo lo que ocurría. En esos paseos clandestinos solo se encontraba con locos: “los lobos que describo en mi canción”. Y sentía el “terror patológico y enfermedad mental” de la población encerrada. “Producto de una campaña de miedo que se justificaba en medidas sanitarias, que es una continuación de la doctrina impuesta desde el 11S. Esto ya es la fiesta del shock”, declama sin apenas respirar. Naomi Klein es la primera de las referencias políticas y literarias con las que Pablo Und Destruktion apuntala cada uno de sus argumentos que hasta ese momento parecen radicales y de pronto se tornan académicos. “Porque no me jodas, a las cuatro de la mañana no hay NADIE NUNCA en Oviedo por la calle”, justifica ya en un tono más castizo y pragmático. “Son medidas traumáticas que nos predisponen a aceptar carros y carretas en otros momentos”, advierte el músico al ritmo de Foucault.

La voz de Pablo Und Destruktion llega oportuna pero como siempre, personal. Cuando se le apunta que su discurso sobre la gestión de la pandemia puede confundirse con el negacionismo de extrema derecha, no se esconde. “Ese es el problema. Estamos ultrapolarizados. Y eso elimina las posiciones críticas. O eres negacionista o eres afirmacionista”. Y por ahí no pasa. Si algo no abandonará jamás es la posición crítica. “Por eso me revuelvo”, confiesa. “Cuando eres crítico inmediatamente te identifican con Miguel Bosé en horas bajas; sin embargo, la crítica es una de las señas de identidad de la izquierda”, apunta certero.

Ese acto de rebeldía o “delincuencia de baja intensidad”, como él mismo define, le sirvió primero como inspiración para un tema, el sencillo “Lobito”, y, como el asunto tiene miga, para el disco que presenta esta semana: “Ultramonte”. El nombre del disco parece la expresión de la contradicción que lo vio nacer. Pablo se inspiró en las solitarias y atemorizadas calles de la Vetusta pandémica y lo grabó en el clima humano que sí pudo disfrutar en un pequeño pueblo asturiano de los Picos de Europa.

El resultado está fuera de toda norma. Si a Pablo no le preocupan los toques de queda menos le va a inquietar la rima asonante o una métrica concreta. Él va a su ritmo porque si hay una cosa clara es que tiene algo que contar y nada le va a parar.

En “Ultramonte”, Destruktion mantiene la sequedad de sus anteriores trabajos y asoma una electrónica muy peculiar. Unos sonidos sintéticos que sin embargo suenan antiguos. “Soy tecnófono”, admite, “solo utilizo aquellos dispositivos que conozco y sé manejar”. Y así suena esa nueva incorporación. A algo antiguo pero moderno. O al revés. El músico asturiano es consciente de su lugar y de su oportunidad dentro de una ola de recuperación de lo folclórico para el pop y el rock. “Sin embargo, me parece que algunas propuestas están muy sobadas, muy producidas, muy pensadas, con una visión de marketing clara”, comenta para advertir sobre la pérdida de las esencias.

Así que es fácil, y tratándose del prologuista, rascarle sobre la polémica que siempre rodea cada manifestación de Ana Iris Simón y su discurso en general. De nuevo, Pablo Und Destruktion se pone tieso para hablar. “A mí Monedero me llamó franquista”, responde en cuanto se le menciona el asunto y añade que “es el mismo síntoma gallináceo de tenerle miedo a todo”. Denuncia que la mayoría de las críticas a Feria o a su obra han tenido un criterio político, no artístico. “Nos llaman fascistas por hacer una crítica de la modernidad, entonces, ¿Pasolini también lo es?”. Su sentencia siguiente es digna de tener en cuenta: “es una manipulación en la que pasamos de ser los de abajo contra los de arriba a ser los de un lado contra los de otro”.

Para Destruktion todo esto no es más que el producto del momento único que vivimos, en el que los “espectros políticos se están recolocando”, advierte antes de soltarse el titular: “Creo que es mucho más interesante hablar de putinismo que de franquismo”. La explicación es meramente temporal, no tanto ideológica. “El eje izquierda Biden, derecha Putin es falso. Cuando bajas a las políticas concretas son todo intereses geoestratégicos como comentó el otro día Iglesias, que por fin dijo una verdad”, apostilla a modo de pellizco.

Siempre hay que escuchar a voces como la de Pablo Und Destruktion sea en el formato que sea, en disco o en entrevista. La voz de quien salía a pulsar el sentimiento de la calle en las noches de confinamiento. Que buscó el calor humano en un pueblo. Que nos señala cada uno de nuestros defectos y vive feliz siendo consciente de los suyos. Que posee la ironía justa para interpretar el mundo real, pero el candor necesario para no ser un amargado insoportable. Al fin y al cabo, el análisis humano siempre tiende a la misantropía. Mucho mejor en este caso, donde el resultado es la poesía.

Pablo Und Destruktion publica Ultramonte, y el próximo 16 de marzo actuará en el festival FIAS (Festival Internacional de Artes Sacro), en los Teatro del Canal de Madrid.