Pablo Alborán convirtió la rueda de prensa de su nuevo Global Tour Kilómetro Cero en una declaración de intenciones: volver a empezar, volver al origen y a lo que importa. “Volver a lo esencial, que siempre han sido mis canciones y mi público; cuidar la emoción y la música con todas las letras”, resumió, subrayando el trabajo de ensayo y un repertorio que combinará clásicos, estrenos y alguna sorpresa que, por ahora, prefiere guardar a buen recaudo.

Estoy preparando esta gira con mucho respeto por el oficio, pensando en cómo llevar el disco nuevo al directo con las canciones de siempre… Lo que el público se merece es disfrutar dos horas sin pensar en el tiempo ni en lo mal que está el mundo, devolver un poco de esperanza —y devolvérmela a mí también—

Ese ánimo de empezar de cero se alinea con el propio título del proyecto y con el mensaje vital que el malagueño repitió a lo largo del encuentro: cada amanecer, cada disco, cada gira, como una oportunidad de reinicio.

La agenda inmediata marca un showcase especial el 23 de septiembre a las 20:00 en la Puerta del Sol, en Madrid. No será un concierto al uso, avisó: presentará cuatro o cinco canciones del nuevo álbum —“igual cae alguna conocida”— y servirá para abrir la preventa del disco y de la gira ese mismo día, con el estreno de un tema inédito. La organización, además, detalló una preventa escalonada que se activará entre el lunes 22 (a las 22:00) y el día 24, cuando arrancará la venta general a las 17:00; un calendario que busca escalonar la demanda y favorecer el acceso de distintos colectivos de fans. 

En lo artístico, Alborán insiste en la coherencia con el espíritu de Kilómetro Cero. “He tenido libertad absoluta en este disco, que he producido yo, y quiero que la gira sea igual: volver a lo esencial, a la autenticidad de las letras sin pensar en lo demás”, compartió en su conversación con los medios. Esa “espontaneidad e ingenuidad con la que lo viven los niños” es el tono que busca replicar en el directo.

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Foto de familia. Dani Moreno (Los40), Narcís Rebollo (GTS), Pablo Alborán y Felipe Martín (Santander).

La dimensión industrial del proyecto también fue objeto de la presentación. Desde GTS, su oficina de management, Narcís —CEO de la compañía— definió a Alborán como “el cómplice ideal” y destacó su “calidad humana e implicación”. Según subrayó, el artista recorrerá más de 35 países en dos años, con nuevas plazas como Brasil y Canadá, y llega respaldado por un historial de ventas que lo sitúa entre los más sólidos de los últimos quince años en el mercado hispano, con un enorme arraigo en Latinoamérica. En paralelo, el propio Alborán agradeció el “buen rollo” y la confianza en esta nueva etapa junto a GTS: “Hacer de los cambios una oportunidad” y “aprender a disfrutar del momento”.

Si el marco es grandioso, la cocina del disco y del show parece haber sido microscópica. Alborán y su equipo relataron un proceso vivo de creación y de revisión constante —hasta el punto de que el artista llegó a enviar “cinco másteres finales” en su afán perfeccionista—, y anticiparon una puesta en escena con sorpresas que buscará crecer en emoción y proximidad. “La música está viva y el disco ha seguido evolucionando”, apuntó el malagueño.

El artista también dejó caer deseos de futuro: un proyecto sinfónico figura en su lista de metas, y habrá nuevas canciones antes de febrero, cuando la gira eche a andar en España. 

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¿Y qué encontrará el público en este regreso al Km 0? Alborán habla de proximidad y emoción, de músicos elegidos “con lupa”, de repertorios pensados para sorprender sin sacrificar los himnos y de un espectáculo que cuide la escucha sin hacer concesiones al ruido. “Llevar unos músicos que hacen que tanto el disco como el directo crezcan y tengan otra dimensión; acercarme al máximo a la emoción”, dijo, antes de zanjar: “Esta gira va a ser brutalísima, con muchas sorpresas”.

Si la retórica del kilómetro cero remite al corazón de Madrid, también interpela a su propio mapa vital: despertarse cada día como si fuera el primero. Tras un periodo de silencio y reinvención, Pablo Alborán vuelve a poner el contador a cero —con ambición global, pero con la brújula apuntando, de nuevo, a lo esencial.

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