Lola Índigo eligió un escenario multitudinario para compartir una decisión personal: en pleno cierre del Coca-Cola Music Experience (CCME) 2025 en Madrid, la artista anunció que se tomará un descanso de los escenarios. “Llevo siete años trabajando sin parar y estoy agotada mentalmente… para estar aquí como Dios manda necesito un ‘break’”, dijo entre aplausos desde el Espacio Iberdrola Music de Villaverde, donde se celebró la 15ª edición del festival. El anuncio, emitido ante miles de seguidores y con el streaming del evento corriendo en redes, llegó al término de un set de alto voltaje coreográfico y conectó de inmediato con el público, que respondió con ovaciones y mensajes de apoyo.

La revelación sorprendió por el momento —en un punto álgido de su año profesional—, pero no por el tono: la granadina habló de un 2025 “muy chungo”, con obstáculos que han puesto a prueba su resistencia emocional. “Lo necesito”, insistió, subrayando que parar ahora es la mejor forma de cuidar el proyecto que ha levantado desde OT 2017 hasta convertirse en una de las figuras centrales del pop urbano español. Su intervención se produjo en la jornada de clausura del CCME, donde su nombre encabezaba la noche del sábado dentro de un cartel que también reunió a María Becerra, Tiago PZK, Carolina Durante o Álvaro de Luna.

Sobre el escenario, la cantante convirtió su set en una celebración compartida. María Becerra se sumó para interpretar Discoteka, una de las colaboraciones más coreadas de su repertorio reciente, como recogen los vídeos difundidos desde la pista y en redes sociales tras la actuación. Minutos antes, La Zowi había aparecido para Yo tengo un novio, tema incluido en el ciclo de lanzamientos que acercó a Lola Índigo a la escena granadina y al sonido club con acento urbano. Las invitaciones reforzaron la química con la grada en una noche que, hasta el anuncio final, nadaba a favor de corriente.

Pero la madrugada trajo también el repaso a un año difícil en la trastienda. Su gran concierto de Madrid, concebido inicialmente para el Santiago Bernabéu, tuvo que trasladarse al Cívitas Metropolitano por la paralización de la agenda musical del estadio blanco y las quejas vecinales por el ruido, un movimiento que obligó a reubicar asientos y a reorganizar una producción de estadio con meses de trabajo. La propia artista ha explicado en varias entrevistas que el cambio supuso un desgaste emocional y logístico considerable.

Pese al parón anunciado, la hoja de ruta inmediata de la gira no queda en blanco. En su web oficial y en las páginas de promotores figura todavía un doble salto a Latinoamérica a comienzos de octubre: Buenos Aires (2 de octubre, C Art Media) y Santiago de Chile (3 de octubre, Teatro Caupolicán). Son dos compromisos que la organización mantiene activos —y a la venta— mientras el equipo de la artista perfila tiempos y forma del descanso posterior.

Su parón llega, paradójicamente, en uno de sus momentos de mayor músculo en directo. Este verano y la temporada de estadios han cimentado su perfil de headliner, capaz de llenar recintos como el Metropolitano y de cerrar festivales masivos con solvencia escénica. Ese contraste —euforia pública, fatiga privada— explica que el anuncio haya resonado más allá de la crónica de un festival: es la declaración de intenciones de una artista que elige parar para poder continuar. El paso por el CCME 2025, con su mezcla de celebración, confesión y comunidad, deja esa foto: una popstar en el pico de la ola que, sin embargo, decide bajar el ritmo para cuidar el proyecto a largo plazo.

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