Sala Elassir aterrizó en España después de hacerse un nombre en el circuito londinense y girar, con su pop ecléctico de inspiraciones sixties y ecos de The Clash, en singulares conciertos-espectáculo por Estados Unidos, Alemania y Francia.


Ahora edita, con su banda Sala & The Strange Sounds, #Fotomatic, un trabajo que despliega una decena de temas bailables con letras cañeras, que critican cosas como nuestro postureo por las redes sociales y los abusos de las multinacionales. Se distribuye en la plataforma www.areyoustrange.com y lo estrenarán el 24 de abril en la sala Arena de Madrid.


Los temas de vuestro nuevo trabajo son muy críticos con la situación social actual. Vivimos en un mundo en el que el poder y la riqueza están cada vez más concentrados en manos de unos pocos. Donde los propios gobiernos “democráticos”, que se supone que representan al pueblo, legislan para favorecer a los nuevos poderes absolutos del siglo XXI, las grandes corporaciones. Solo hace falta mirar cómo está montado el sistema fiscal de casi cualquier país “desarrollado” y la desigualdad creciente en la sociedad moderna para darse cuenta de esto. Es un despropósito, pero nadie dice nada. Lo que pasa es que el poder nunca ha tenido tantos medios y tanta facilidad para entrometerse en nuestras vidas, para “sugerirnos” nuestras preferencias, nuestras creencias y nuestra forma de ver el mundo. A través de los medios y las nuevas tecnologías, es alucinante el control que tienen sobre nosotros, el discurso y la narrativa con la cual nos seducen día a día desde arriba, y el control que tienen sobre nuestros pensamientos, nuestras acciones y nuestra libertad con los dispositivos tecnológicos. El poder blando nunca ha estado tan extendido, y esta forma de controlarnos puede ser infinitamente más potente que la fuerza bruta. Joseph Goebbels hubiera dado lo que fuera por tener acceso a los imperios mediáticos que dominan la prensa global hoy en día, y por poder distribuir un smartphone a lo largo y ancho del tercer Reich y para tener a todo el mundo fichado como en nuestros días. Dicho esto, últimamente sí hay indicios de que la cosa está cambiando y que la gente está empezando a espabilar. Creo que poco a poco estamos perdiendo esa apatía, ese miedo, y se ven muchas iniciativas reclamando una sociedad más equitativa y justa. ¿Las mejores armas para combatir estos abusos? La educación, una sociedad civil viva y la libre circulación de ideas.


¿Es la música un buen vehículo para reivindicar la movilización social? Las artes no salen de la nada. Son la voz de la sociedad, la expresión de un discurso que emana de ella. Por eso los grandes movimientos sociopolíticos siempre han ido de la mano de la expresión artística. Lo que pasa es que con la excesiva comercialización de la música en la sociedad consumista de hoy en día, las artes en general se han relegado a un rol más vacio, de entretenimiento puramente estético que muchas veces carece de sentido. Desde el twerking de Miley Cyrus hasta la sonrisita de Justin Bieber, son expresiones estéticamente "divertidas", pero totalmente vacías. Como músicos, es nuestro deber recuperar este “sentido” y volver a crear una producción cultural con un "porqué". Sobre todo, con los tiempos que corren tan revueltos y tan interesantes, es un crimen que no se haya visto mas arte y más música comprometida y reflexiva. Supongo que es normal también, la fuerza del dinero generado por el entretenimiento vacío pesa mucho. Volviendo a la pregunta, sí, la música es un excelente vehículo para la movilización sociopolítica.


El tema #Fotomatic es una crítica al escaparate creado por las redes sociales. Para bien o para mal, las redes sociales son el fenómeno que quizás mas haya afectado la sociedad en los últimos años. Han cambiado la forma en la cual nos relacionamos los unos con los otros, y la relación que tenemos con nuestra forma de vivir el presente, el momento. #Fotomatic es dar un paso para atrás, y decir, ¿qué estamos haciendo todo el día pegados al móvil subiendo fotos y cultivando nuestros perfiles virtuales, a veces con más cuidado que el que le damos a la vida real? Te guste o no, sea positivo o no, creo que el fenómeno es digno de una buena examinación… Una aclaración: si es una crítica, deberíamos reconocer que también es una autocrítica, ya que nosotros también estamos metidos de pleno en el mundo nuevo de Instagram, Twitter y demás.


¿Hay más postureo en el mundo de la música que en otros sectores? Muchísimo. Es un coñazo, y cansa mucho. Lo que pasa es que la industria de la música, y el mundo que la rodea, en realidad no vende música, sino cosas periféricas a ella que han ocupado el sitio de la música, para ocultar las carencias artísticas de los productos de consumo masivo que vende el sector. Por lo tanto, el postureo se vuelve muy importante a la hora de avanzar en este mundo. Más, quizás, que hacer buena música. Quizás el mundo de la moda se acerque a los niveles de la música en este sentido, y en mi opinión los dos están, en ello, muy por encima que la mayoría de los otros sectores.


Para distribuir este segundo disco vuestro, habéis apostado por un sistema novedoso a través de la web www.areyoustrange.com. ¿Son este tipo de plataformas el futuro de la música? Creo que sí. El sistema actual no funciona: el barco se está hundiendo y hay que buscarse una balsa para no hundirse con él. Un dato significativo: el año pasado la canción Happy de Pharell solo le generó 2.700 dólares en Pandora, la plataforma de streaming online más utilizada en EEUU. Si a Pharell le llega eso, imagínate lo que ganamos el resto de los mortales. Por otro lado, ya no se venden discos, y aunque lo hayan repetido hasta la saciedad, tampoco se gana mucho dinero de los directos. ¿Qué hacer? Cuando no tienes nada que perder, eso te da mucha libertad. Y aunque de miedo dar ese paso, hay que darlo, y reescribir las reglas de un juego que está roto. Nosotros hemos optado por la autodistribución, con el fin de crear un vínculo directo y duradero con nuestro público. A través de nuestra plataforma, estamos regalando nuestra música a cambio de información básica (email + ciudad) con el fin de poder planear las giras más eficazmente e ir directamente a donde se nos reclama. Y luego a través del sistema de micro-donaciones de Patreon al cual nos hemos apuntado (www.patreon.com/thestrangesounds), la gente que realmente nos quiere apoyar económicamente, puede poner su granito de arena para ayudarnos e incentivarnos a sacar más música más a menudo. En el futuro creo que se verá cada vez más la “música masiva” vendida por una industria que vende de todo menos de música, y luego iniciativas más pequeñas pero más enfocadas de grupos que hacen música de verdad para melómanos, con una conexión directa entre artista y fan. Un nicho selecto y reducido de gente que aprecia valora y apoya a los artistas.


¿En qué sentido creéis que habéis evolucionado desde vuestro primer disco, It's alive!!? ¿Cómo definiríais vuestro estilo, tan ecléctico y variable? Sí que se nota una evolución desde el primer disco. Pero más que por factores internos nuestros, creo que esto se ha debido a que el contexto que nos rodea ha cambiado bastante. Vivimos en tiempos más jodidos, más turbulentos, y eso se ha traducido en un disco más agresivo, más punk, más reivindicativo que It’s alive!! Respeto a nuestro estilo, nos han intentado poner mil etiquetas: desde pop a punk, indie, rock… Creo que bebemos de todas esas influencias, pero lo que hemos intentado hacer es tirar de todas esas fuentes, y aun así tener una coherencia y un estilo propio. Ante todo, lo nuestro es un intento sincero y humilde de hacer música buena y auténtica. El resto da igual.


Vuestro primer trabajo lo produjo una eminencia del panorama independiente musical, Duncan "Pixie" Mills (The Vaccines, Florence and the Machine). Eso sí es empezar bien, ¿no? Fue un lujazo trabajar con Pixie. Nos enseñó a ser irreverentes en el estudio, no tener miedo a probar y experimentar y romper las reglas. Y eso que veníamos de trabajar con Jonathan Quarmby en nuestro primer EP, The man who killed Sam Wilson, productor de Bowie y ganador de varios Grammies. De Jonathan también aprendimos mucho. Como arreglar y estructurar una canción, la importancia de buscar y crear una identidad sonora, un concepto… Estamos muy agradecidos a los dos, y sí, un lujazo haber trabajado con productores de su talla desde nuestros humildes principios.


¿Cómo fue la experiencia de grabar con Baccara el tema Yes sir, I can boogie, en 2013? Mayte Mateos, la cantante de Baccara, es una auténtica diva del disco. Ya no las hacen así... Pura elegancia, clase y con mucho arte. Y encima es una tía súper enrollada, humilde, trabajadora y encantadora. Para nosotros fue un honor poder regrabar este himno del disco con ella. Fue la primera vez que lo hizo en colaboración con otro artista desde que salió el tema hace 35 años. ¿Sabíais que con casi 20.000.000 de copias, es el séptimo single más vendido de toda la historia? Lo repito, fue un honor poder colaborar con ella y reeditar un tema tan histórico. Luego fue muy bonito juntar dos estilos tan dispares como el rock nuestro actual y la música disco, y fusionarlas en esa colaboración. Un experimento muy interesante juntando estilos y generaciones.


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Muchos de tus temas tienen aires sesenteros. ¿Te habría gustado vivir otra etapa de la música? Sin lugar a duda. Soy muy fan de la música de los años 60-70. También de los años 30-40. Se escribían mejores canciones para mi gusto, no se distraía tanto con la producción y los efectos, y los músicos e intérpretes tenían que saber tocar bien, No como hoy en día, que cada 2-3 te lo pasan todo por el autotune. Hablando de autotune, leí el otro día que en Francia habían propuesto una ley nueva bajo la cual cualquier disco que llevara autotune tenía que ponerlo con una pegatina en la portada, para que se supiera quienes estaban “engañando” al consumidor. Me parece una buenísima iniciativa, y viendo la escena actual, se salvarían muy pocos...


Vosotros venís de Londres. ¿En qué se distingue la escena musical de allí de la de aquí? Siendo una de las capitales mundiales de la música, Londres es una ciudad muy exigente musicalmente hablando. Hay mucho nivel, hasta en los peldaños más bajos de la gran pirámide musical. Hasta en los comienzos más humildes te toca tirar mucho de ti mismo, no para despuntar, sino para dar el pego, ya que la gran mayoría de los grupos que te encuentras tienen un nivel técnico y artístico que dejarían a cualquiera en evidencia. Otra cosa que aprendimos desde el primer día tocando en el circuito de Londres es que no se puede dejar indiferente a nadie del público. Hagas lo que hagas, la gente se tiene que quedar contigo. Habiendo tanta oferta, es fundamental que cada concierto sea una experiencia única, y cuanto más llamativa, mejor. Luego ahí hay más público que va a garitos para escuchar y descubrir música nueva y desconocida, cosa que aquí no he visto a día de hoy. Por el otro lado, el público español cuando te lo ganas sí que es mucho más efusivo y agradecido que el inglés, que puede ser bastante frío a la hora de expresarse…