Primera entrega de la saga alrededor del "Departamento Q", "Misericordia" adapta a Jussi Adler Olsen en una entretenida e interesante película policial. La segunda, "Profanación", llegará el mes que viene y ya hablaremos de ella...
La eclosión de la novela policíaca y negra que se ha producido en los últimos años en los países nórdicos poco a poco han ido dando como resultando las inevitables adaptaciones cinematográficas, algo tan antiguo como sacar rédito a una moda desde diferentes perspectivas aprovechando el interés alrededor tanto del género policíaco como del noir, que no son lo mismo (ver el artículo publicado en Playtime por Paloma Fidalgo al respecto: http://www.itsplaytime.es/es-lo-mismo-la-novela-negra-que-la-novela-policiaca/)
Jussi Adler Olsen, aunque lleva en activo desde la década de los ochenta (escribió incluso una biografía de Groucho Marx), y en los noveta tuvo algún título relevante a nivel de ventas, no será hasta bien entrados los 2000 cuando Adler Olsen sea internacionalmente reconocido, sobre todo entre los seguidores de la novela policiaca con la serie alrededor del llamado “Departamento Q”. En España se edita la primera entrega en 2011, La mujer que arañaba las paredes, siendo una de las publicaciones que aprovecharon el boom de Millenium, la traducción del título muestra las intenciones. Después llegarían Los chicos que cayeron en la trampa, El mensaje que llegó en una botella, Expediente 64, El efecto Marcus y un sexto aún no editado en nuestro país. EL director danés Mikkel Nørgaard ha llevado a cabo la adaptación al cine de las dos primeras en Misericordia y Profanación, en 2013 y 2014, que se estrenarán en España con apenas un mes de diferencia.
En Misericordia, película que denota mucho que es el inicio de la serie, nos presenta a Carl (Nikolaj Lie Kaas), un inspector de homicidios que, tras un tiroteo en cierto modo propiciado por él, no solo es herido sino que pierde a un compañero y otro queda muy malherido. A su regreso, Carl es enviado al “Departamento Q” junto a Assad (Fares Fares), en donde se dedican a revisar casos antiguos que permanecen abiertos para cerrarlos. La premisa, evidentemente, es inteligente con vistas a una serie: siempre habrá un caso al que volver.
Tanto en Misericordia como en Profanación, el planteamiento narrativo, su estructura, es muy similar: la investigación del caso en presente se rompe de vez en cuando con sucesos del pasado que van dando claves a los dos policías, y al espectador. Una construcción tan convencional como funcional, que sin deparar grandes sorpresas cumple a la perfección con su propósito. Porque Nørgaard, como Adler Olsen en sus novelas, se asienta en una fórmula segura a partir de la cual ir desarrollando la historia y los personajes a la par que elabora, en los márgenes de la narración, una mirada, basada en la imagen, muy interesante sobre aquello que anida bajo el orden aparente de la realidad. Bien es cierto es que se ha creado una cierta estética cinematográfica en estas producciones policiacas del norte que aprovechan los paisajes gélidos para transmitir una visión entre sombría y siniestra.
Nørgaard, más en Profanación, mejor que esta primera entrega, sabe sacar partido a lo anterior y, además, imprimir a las imágenes de personalidad. Porque aparte de un buen relato de misterio orquestado con elegancia y gusto, Misericordia nos acerca a Carl y a su nihilismo, tan común del detective clásico como efectivo gracias a una mirada hacia la realidad que denota la monstruosidad que hay en el interior de la sociedad y del ser humano. Porque en Misericordia hay un relato realmente cruel y siniestro que los detectives deben resolver.
Misericordia es la primera pieza de una serie que por ahora cuenta con dos películas pero intuimos que irá a más y que posiblemente acabe teniendo su réplica en Estados Unidos. No es una gran película, cierto, pero sí un magnífico entretenimiento, elegante y bien construido. En unas semanas, hablaremos de Profanación, pero por ahora no está mal comenzar con Misericordia para pasar un buen rato.