El padre infiel cuestiona la conciencia colectiva de nuestra sociedad de consumo y la conciencia individual de un padre que se plantea si tener a su hija fue un error para su matrimonio.


Antonio Scurati es un sociólogo napolitano conocido por sus libros de ensayo, sus columnas de prensa y sus premiadas novelas. Con El Padre infiel, el intimista relato que ahora publica Libros del Asteroide, ha sido finalista del Premio Strega 2014.


La original estructura del libro cuenta, en paralelo, los problemas de un matrimonio estancado en un punto muerto en su relación, y los pensamientos del marido, Glauco Revelli, un cuarentón que se dedica a la profesión de moda, la cocina, a pesar de haberse licenciado en Filosofía, y que atraviesa, al mismo tiempo que la de su matrimonio, una crisis personal. No solo es la conciencia del paso del tiempo, la entrada en la madurez y la sensación de vacío profesional lo que lo atormenta: Revelli acusa también la crisis de una época, la nuestra, asociada a la recesión económica, a una sociedad de consumo agotada en muchos sentidos y a una concepción del mercado laboral que pide a voces una reforma (también en Italia, claro).


Es probable que el autor haya tenido en mente, al sumir a su protagonista en este hastío, no tanto la crisis de la “generación perdida” a la que ha hecho referencia la OIT (Organización Internacional del Trabajo), como la crisis de valores que sufre la sociedad del siglo XXI. El protagonista tiene una activa vida social, que lo lleva a detectar por dónde hacen aguas nuestras prioridades y principios. Este personaje termina dando voz, con sus sensatas reflexiones, a toda una generación, nacida en los años 70, harta del mundo que ha heredado, de las ambiciones de éxito y los valores que se le han inculcado y marcado como objetivo, y que ha terminado cuestionando con el detonante del derrumbe del modelo económico. Una generación que disfrutó de una feliz y prometedora infancia y juventud, pero que ahora afronta un amargo e inesperado panorama en lo ecónomico, en lo laboral, y en su filosofía de vida. El padre infiel viene, así, a engrosar la nómina de las novelas en las que se ha filtrado la crisis como argumento literario, como Con el agua al cuello, de Markaris, o, en España, En la orilla, de Rafael Chirbes. Reflejar el desencanto de un tiempo es algo que ha ocurrido en muchas etapas de la Historia de la Literatura (se pusieron manos a esa obra la Generación del 98, a la Generación Perdida…).


Revelli pondrá todas las cartas sobre la mesa en su intento por darle un giro a su vida. Una vez detectado aquello que no le gusta en lo social, aquello que debe evitar y aquello que ha de priorizar, pondrá el foco dentro de casa. Se preguntará por aquello que más siente que le roba la identidad, que condiciona su existencia, que ha arruinado su matrimonio, que lo ata y ante lo que siente ganas de rebelarse. Descubre que es su hija, la hija cuyo nacimiento había encumbrado como el acontecimiento más importante de su vida. No contaba con este efecto secundario, que lo llevará a replantearse no solo su relación con ella sino la pertinencia de haberla traído al mundo. Se preguntará, en una especie de Antígona moderna, sin rodeos y de una manera que a muchos puede resultarle políticamente incorrecta, por la esencia misma de la paternidad, sus motivos y su congruencia. Se formulará las cuestiones que muchos no quieren ni oír: por qué ha sido padre, si estaba preparado, si puede replantearse el amor a su retoño... Revelli desatará, así, los sentimientos que más nos avergüezan y enterramos: el egoísmo, el odio, la culpa, las pasiones incontroladas…


Este texto de Scurati es grande porque es valiente, narrativamente ágil, deliciosamente reflexivo, muy psicológico y feroz e irreverente en lo que plantea. Un texto que, como los grandes clásicos, aúna lo individual y lo colectivo, y se atreve a afrontar nuestros tabúes y a desnudar la esencia humana, en sus grandezas y en sus miserias. Un texto que evidencia la influencia de lo colectivo y lo social en lo personal, y analiza también lo más íntimo, nuestra mente. Un texto con el tono pesimista que muchos autores italianos han heredado de Leopardi. Scurati nos ofrece, en esta narración, una especie de voz en off, un “nosotros”, con el que cuestionar la conciencia colectiva y la individual, con el que replantearnos la esencia y la contingencia de lo que somos y queremos ser.