Dazai Osamu (o también Osamu Dazai, como aparece en otros libros) llevó una vida peculiar, en la que no faltaron adicciones (alcohol, morfina, tabaco, mujeres…) ni tampoco cuatro intentos de suicidio. Logró matarse en la cuarta ocasión, tras lanzarse al río atado a un cinturón con su amante. Sólo tenía 39 años. Como tantos otros autores japoneses, acabó inmolándose tras numerosos problemas, desequilibrios y una autodestrucción digna de poeta maldito.


En castellano ya se habían publicado dos novelas: El ocaso (Txalaparta) e Indigno de ser humano (Sajalín Editores; dicho libro también fue publicado por Seix Barral en los 60, con otro título y otra traducción), además de unos cuantos relatos, los reunidos en Cuentos de cabecera (Satori Ediciones), Ocho escenas de Tokio (otra vez en Sajalín) y Colegiala (Impedimenta). De todo ello nos informa puntualmente Carlos Rubio en la estupenda introducción, que sirve de guía ejemplar para adentrarse en la vida y en la obra de Dazai.


En estos Recuerdos encontramos algunos de los relatos de raíz más autobiográfica, aunque ya aclara Rubio en el introito que el autor japonés tenía tendencia a transformar la realidad (su realidad) en beneficio de la literatura. Como ejemplo, nos sirve las distintas maneras en que contó uno de sus intentos de suicidio.


El libro es una suma de los vaivenes emocionales de Dazai: la muerte de su padre y luego de su madre, el distanciamiento con su familia y su posterior reconciliación, la añoranza por las mujeres que se fueron de su vida (por ruptura o por fallecimiento), así como algunas anécdotas de su vida (el can Pochi en "Malditos perros" o el antiguo compañero que viene a molestarlo a casa tras años sin verse, en "Visita de cortesía"). Tampoco falta el momento de reflexión o de pausa en el camino, cuando Dazai quiere encontrar cierta estabilidad y toma la opción de marcharse durante un tiempo, lo cual nos cuenta en "Cien vistas del monte Fuji": A principios de otoño de 1938, tomé la decisión de replantearme la vida. Metí unas pocas cosas en una maleta y salí de viaje.


Conviene leer a Dazai. Es un autor bastante peculiar, con algunos arrebatos viscerales. De sus libros, mi favorito es el ya citado Indigno de ser humano. En estos Recuerdos es difícil distinguir entre lo real y lo literario. Pero en verdad da un poco igual porque lo que aquí nos interesa es lo segundo, y en eso siempre estuvo a la altura.